Tradúceme.

jueves, 22 de marzo de 2018

Si pides un deseo...

Y te imagino mío, y solo mío. Que no amas a nadie más que a mí, que entre los motivos de que exista otra persona en tu vida no se incluye el amor, son otros, pero no el amor. Que no sientes con nadie lo que yo te hago sentir. Que solo me haces el amor a mí, que es otra cosa, cuando estás dentro de otra que no soy yo. Y que incluso en esos momentos, es a mí a quien a deseas, que soy yo quien ocupa tu mente y tu corazón...
Puede que no sea racional querer poseerte, querer ser por entero todo lo que piensas y todo lo que sientes. Que tu tiempo me pertenezca, no porque yo lo pida, sino porque tú quieras entregármelo.
Lo sé, tú no pediste ser amado así, con tanta pasión, con tanta vehemencia, sin descanso ni tregua. No pediste que yo quisiera entregarte mi vida entera, tal vez, eso nunca fue lo que quisiste. ¿Lo pedí yo? ¿Pedí amarte así? Fue quizá mi deseo no tener más vida que la que tú puedas darme. Sentir que no respiro hasta no tener tus labios en los míos, o que no me late el corazón más que cuando tu pecho se apoya en mi pecho. Que mi piel esté fría si no tiene contacto con la tuya, o que mis ojos no vean más que mi reflejo en los tuyos. ¿Quería yo eso? No lo sé, no sé si en algún momento he levantado la mirada a la luna llena o las estrellas y he soñado, deseado, pedido o rogado, amar, amar y amar sin medida alguna.
Y si lo hice, se me olvido completar la petición, debí pedir ser amada... de la misma manera.

miércoles, 14 de marzo de 2018

Un pedacito de cielo...

Poco a poco fueron creando su propio pasado, sus recuerdos, su historia, la de su pequeña vida. Una vida larga en años, y corta en días, hecha de los trozos que arrancaban al tiempo. Cada vez que tenían uno entre las manos, uno de esos preciosos momentos, lo vivían con tanta intensidad que bien pudiera haber sido eterno. Quizá no disponían de una vida en común entera y completa, pero en su pequeña vida, nunca dejaban nada incompleto. Seguían siempre su instinto y su corazón, y existían, tanto como podían
Tenían un antes, un durante, un ahora, pero no iban a tener un después. Aquel amor, hecho de pequeñas cosas, era inmensamente grande. Decidieron ocultarlo al mundo, que les perteneciese solo a ellos. Lo llenaron de miradas y de sonrisas cómplices. De roces de dedos y besos a escondidas. Esa diminuta vida en mitad del resto de su existencia, era un pedacito de cielo. 
Estaban enamorados, y nadie lo sabía, solo ellos.
Y solo yo...
Pero hagamos como que no los he visto, como que no os lo he contado. Dejemos que sigan amándose, que sigan haciendo crecer su pequeña vida con nuevos e intensos momentos. Dejemos que ese amor tan grande se haga pequeño a los ojos de todos, y sea, solo suyo...