Tradúceme.

viernes, 29 de abril de 2016

Lo sé...

Sí, lo sé, ya lo sé. Esto no es más que un bache, otro más. Sé que siempre he sabido salir de ellos, que incluso desde lo más profundo de alguno he conseguido convencerte de que me sigas queriendo.
Sí, lo sé, ya lo sé. No necesito a nadie para que me ayude, yo puedo sola, valgo mucho ¿Verdad?
Sí, lo sé, ya lo sé. Soy una exagerada amante del melodrama, una histérica convencida de que todo puede salir mal. Dueña de una oscura bola de cristal que todo lo ve negro y que no dejo de consultar.
Sí, lo sé, ya lo sé. Lo entiendo todo, soy capaz de comprender, de razonar. El problema nunca eres tú, siempre soy yo.
Sí, lo sé, ya lo sé. Todo esto no es más un escalón que hay que subir, uno más. Un escollo que hay que salvar, uno más. ¿Otro más?
Sí, lo sé, ya lo sé. No voy a rendirme, tengo que luchar por ti, por mí, por los dos. Si no lo hago nos daremos por vencidos. Fracasaré, y tanto empeño, tanto tiempo, tanto esfuerzo, habrá sido para nada.
Sí, lo sé, ya lo sé. Sé que hay que pagar un precio por lo que se tiene. Sé lo que me cuesta, sé como lo pago. Lo pago en lágrimas, en soledad, en sonrisas forzadas, en eso que llaman sacar fuerzas de flaqueza o hacer de tripas corazón.
Sí, lo sé, ya lo sé. Es solo que algunas veces no puedo respirar, me falta el aire y siento ganas de gritar. Me desespero, pero es solo de rabia y de impotencia, nada más.

Sí, lo sé, ya lo sé…sí, lo sé…yo también te quiero.

jueves, 28 de abril de 2016

¿Vencida?

Asciende, sube, escala ese eterno obstáculo ante ella. Va trepando, agarrándose con las manos donde puede, asentando los pies para alzarse en esos pequeños salientes que apenas la sostienen. La vida a su alrededor se llena de mensajes de aliento. De todas esas frases hechas que pretenden levantar el ánimo, arengar el espíritu de lucha. De palabras que le prometen una recompensa, de esas que le hacen creer que merece la pena. ¿La merece? Pelea sin descanso para alcanzar lo que desea, llega a esa cima, casi llega. Sus dedos rozan el final de ese camino, con un último esfuerzo apoya las manos, los codos, y puede ver lo que hay en la cúspide. ¡Ya está! ¡Lo ha conseguido! 
Entonces, como sucede una y otra vez, algo falla bajo sus pies y sus manos resbalan, porque lo que era roca sólida se vuelve barro bajo ellas.  ¡No! Y por más que intenta sostenerse, vuelve a caer. Y mientras cae, siempre en silencio, sabe el dolor que le espera al tocar el suelo. Sabe lo que viene después. Conoce el desaliento, las lágrimas, la desilusión. Sabe que ha de ponerse de pie, sacudirse el polvo, restañar las heridas, recomponer como pueda lo que se haya roto en la caída. Sacar fuerzas de donde ya no las tiene. Mirar hacia arriba, y volver a soñar.
Pero hoy se ha sentado al pie de ese enorme obstáculo, esa montaña de picos escarpados, de filos cortantes, de rocas hirientes. Esas voces de aliento le parecen vacías, solo frases sin sentido, palabras que ya no significan nada. En algún momento ha perdido sus sueños. Sopesa rendirse, darse por vencida ¿A quién le importaría? ¿Acaso echará de menos la cumbre que ella quiera alcanzarla? Mira hacia arriba, estudia como si de un experto montañero se tratase la cara por la que va a comenzar a ascender. En que piedras puede apoyarse, y cuales le fallaran en el camino. Calcula donde hay menos aristas que le hagan daño, clavándose en su piel, haciéndola sangrar. Por dónde le costará menos, y sobre todo, por dónde le dolerá menos, cuando vuelva a caer.

Entonces fija la vista  de nuevo en el suelo, y se dice…tal vez mañana.

domingo, 24 de abril de 2016

Intento escribir y...

Intento escribir, y la misma imagen se repite una y otra vez en mi mente. 
Mi lengua recorre tu pecho, mis dientes juegan con tu pezón. Mis labios bajan por tu vientre, mi boca se llena de ti.
Intento escribir, y las misma palabras se repiten una y otra vez en el papel.
El amor, la pasión, el deseo...la necesidad.
Y los amaneceres son rápidos y los atardeceres lentos. Los días eternos. Las noches vacías. El sol no calienta y la luna no está nunca llena. El otoño es agonía, el invierno muerte, la primavera vida, y el verano un enorme paréntesis donde todo tiene que esperar. 
Y de nuevo esa imagen en mi mente.
Una cama, sábanas revueltas, tu cuerpo y el mío enredados sin que se sepa donde empieza el uno y donde acaba el otro. Luz que se filtra por la ventana, pieles que se iluminan levemente, curvas que se inclinan con suavidad. Dedos recorriendo una espalda, besos en la nuca, pelo derramado sobre la almohada. Suspiros, palabras entrecortadas, gemidos, gritos de placer arrancados de lo más profundo de ti, de mí. Sudor, respiraciones agitadas, calma, sosiego, sonrisas silenciosas, corazones latiendo acompasados. Una caricia, ternura, un te quiero, y yo a ti cariño,  un abrazo, silencio...
Intento escribir, y otra vez te he hecho, me has hecho, hemos hecho...el amor.

sábado, 23 de abril de 2016

Un cielo de primavera, tan llena de vida, y tan lleno de nubes.

Ando perdida entre los distintos tonos de gris de las nubes. Se mezclan con algunas de un blanco tan luminoso que hace daño mirarlas. Juegan con trozos de un cielo azul tan limpio, que parece mentira que a ratos tenga tantas manchas. No hay borde de plata en ninguna, ni en esas gris perla, ni esas gris marengo, ni en aquellas que son de un tono casi negro. En alguna de ellas estoy yo, pero no me encuentro. Salí en tu busca cuando lucía el sol, pero al no hallarte, se ha ido nublando. Por lo que te echo de menos diría que estoy en las más oscuras, pues esa tonalidad han ido tomando mis pensamientos. Los he ido oscureciendo con esos malos sentimientos, con esas inseguridades, con eso que los demás llaman celos. Pero conservo una leve esperanza de que aparezcas. Tal vez no esté en las más negras, puede que en una de esas esas que parecen hechas de algodón. Aunque el día no se aclara, y por más que lo intento, cada vez está el cielo más cubierto. Espero que no haya tormenta, solo la desesperación, la perdida de la ilusión, hacen que se desborden mis lágrimas. Entonces todo se volvería de tan renegrido casi tenebroso, y los rayos partirían en dos el firmamento, como en dos o en más se rompería mi corazón. Veo un rayo de sol. ¡Sí! ¡Allí, entre las nubes más blancas! ¿Eres tú? Y ante la esperanza mi alma vuela.

No… Era tan solo un alma más feliz que la mía, tan radiante, que me has parecido tú. Sigo perdida, entre tanta nube plomiza. Cada vez son más espesas, cada vez más sombrías, ya no distingo un gris de otro, todo tiene el mismo tinte triste y apagado. No hay pedazo de cielo azul que se pueda ver, y el sol no será capaz de colarse entre ellas. Quizá sea mejor que busquéis refugio, porque no sé en qué nube estoy pero por lo que alcanzo a ver, y al no encontrarte, está a punto de comenzar a llover.

martes, 19 de abril de 2016

Purgatorio.

Me pregunto si las almas del purgatorio conocen cómo es el cielo, y el infierno. Si purgan sus faltas sabiendo cómo es esa gloria eterna que se les promete. Toda esa paz, todo ese amor. Si temen fracasar al expiar sus culpas. Y  si tras pasar toda una eternidad haciendo penitencia no consiguen redimirse, acabando así en el abismo del averno. Sentenciadas para siempre a los más crueles tormentos. Tal vez solo esperan, esperan, esperan y esperan entre lamentos y ruegos, a que se les perdone. A que un dios benevolente los libre de ese perpetuo y expectante castigo.
Yo soy una de esas almas. Perdida en tierra de nadie. Suspendida en ese lugar intermedio que no es ni una cosa ni otra. Extraviada Desconociendo mí destino. Desorientada. En espera del perdón por un pecado que no recuerdo haber cometido. Atormentada. Afligida en este espacio vacío en el que únicamente siento tu lejanía. Desconsolada. No hay más que oscuridad a mí alrededor. Solo frío. Solo silencio. 
Tú, me has condenado.



domingo, 3 de abril de 2016

Desesperada...o no..

Algunas veces...
Desesperada...
Me arrancaría la piel, mi piel, esta piel que tanto disfruta de tus caricias. La destrozaría hasta hacerla jirones, hasta que no quedase ni el más leve rastro en mí de ella, de ti.
Me sacaría los ojos, mis ojos, estos ojos que te miran con amor. Los separaría de sus órbitas, hasta dejar de estar ciega, ciega de amor, por ti.
Me cortaría la lengua, mi lengua, esta que anhela siempre tus besos. La cercenaría hasta que no fuese capaz de pronunciar nunca más tu nombre, para que no vuelva a gritar...te quiero.
Me vaciaría el pecho, extirpando con mis propias manos el corazón. Este corazón, mi corazón, que solo vive por ti. Lo arrojaría a tus pies, sangrante, palpitante, agonizante. Y te pediría que lo aplastases, que acabases con este sufrimiento, con este dolor. Que no mantengas en él esta vida a medias.
Y entonces...
Me abrazo sola esta piel que te añora. Cierro los ojos para verte en mis recuerdos, Pronuncio tu nombre en voz baja, y susurro un te quiero. Noto el lejano sabor de tus besos en mi boca, y el corazón me late vivo, tan vivo...tan vivo...
Que...
Ya no desespero...
Solo te espero...