Tradúceme.

miércoles, 17 de enero de 2018

Este corazón mío...

Y este corazón mío, siempre suplicante, siempre anhelante, siempre esperanzado, no entiende de conveniencias sociales, ni de deberes mal entendidos, ni de nada, que no sea amarte. Ya sé, que solo yo lo oigo, que grita en silencio, que calla, que admite, que consiente. Ya sé, que solo yo sé cuanto sangra, cuanto sufre, cuanto llora, cuanto padece. Y solo yo sé, cuantas veces restañe esas heridas a solas, cuando nadie lo ve, para poder fingir que todo va bien. Cuantas y cuantas veces se ha recompuesto, reemplazando los pedazos más dañados por una ilusión nueva que enseguida late. Injertos de sueños que siempre prenden, por imposible que parezca, siempre lo hacen. Y lo roto, si no lo miras de cerca, parece fuerte e intacto. Nadie salvo yo sabe lo débil que está algunas veces, lo mucho que necesita que alguien lo sostenga con cuidado, lo conforte y lo refuerce. Y nadie sabe que esa persona, eres tú.  No sabía que iba a amarte, y cuando lo supe, no pensé que sería fácil, pero dejarte, alejarme, olvidarte, sería aún mucho más difícil. No sabía que cada una de mis sonrisas, iba a estar precedida de un mar de lágrimas.
Y sí, ya sé, que todo eso solo lo sé yo, que no sale de mi pecho. Que este amor, igual que mi corazón, está encerrado en una cárcel de carne y hueso, prisionero de todo lo que creemos que necesitamos más que el uno al otro. Cautivo, silenciado, clausurado, censurado. Y este corazón mío, siempre suplicante, siempre luchador, golpea con fuerza en este pecho que lo aprisiona, como si quisiera salir e ir en tu busca, como si pudiera llegar a ti y decirte…

¿Es que no ves cuanto te amo…?

lunes, 15 de enero de 2018

En blanco...

Y algunos días, muchos, cuando me pasa como ahora que escribir es...imposible. En los días que parece que me he quedado vacía de ese pobre talento que poseo, o que creo poseer. Cuando las palabras se niegan a formarse, cuando parece que no siento nada, y yo no sé escribir si no lo siento. En esos días, me digo, que no lo haré más. Que no volveré a intentar reunir un puñado de páginas y a querer después, llena de vanidad, publicarlo. Quizá es que leo a quien de verdad sabe escribir, a quien lo hace tan bien, que con tan solo una frase ya te hace..vivir. A quien crea con verdadero talento, buen hacer, trabajo y esfuerzo. Y lo que tienes en las manos es, una gran obra, un gran libro. En esos días me siento una burda imitadora, aunque no es esa la palabra porque no imito a nadie que yo sepa, o sí, a todos los escritores y escritoras que he leído en mis ya muchos años. Me siento como un gorrión queriendo ser un águila. Sí, puede que tenga alas, puede que sea capaz de volar, pero nunca podré alzar el vuelo de una poderosa ave. Y esos días, verme pequeña, hace que quiera limitar mis esfuerzos, que quiera limitarme, por ejemplo, a este lugar. No es la primera vez que escribo un blog, y siempre han nacido de la necesidad de escribir, de expresar, de hablar. ¿Por qué escribo esto aquí en vez de en otro lugar? Sencillo, son muy pocos quienes leen lo que escribo aquí, o eso creo, tan pocos que en realidad nadie se va a enterar de que, quizá ya haya contado en mis libros todo lo que soy capaz de contar. Que de momento no tengo nada más que decir. Que no tengo mil historias haciendo cola por salir de mi cabeza. Que no soy capaz de crear así como así, ni así como otros. Que mis palabras nacen tan directamente de mi que algunas veces me asusta. Y que voy dejando un pedacito de mi alma cada vez que lo hago, cada vez que escribo, porque nunca lo hago por el simple hecho de hacerlo...
Y esos días, en estos, y en los que estén por venir...
De momento, y quién sabe hasta cuándo...
Me quedaré aquí...

jueves, 11 de enero de 2018

¿Me abrazas?

Quiero esconderme en ti, huir de mí, encontrarme en ti. Quiero que me hagas sitio entre tus brazos, y ser yo, durante un rato. Porque solo soy yo cuando estoy contigo, y si no estás, te echo de menos a ti...y me echo de menos a mí. Quiero hundir la cara en tu cuello mientras me abrazas, olerte, llenar el pecho de aire, respirar por fin. Que tu calor aleje el frío que se ha ido instalando con tu ausencia. Que la fuerza de tu abrazo me recomponga, me reúna y lo coloque todo en su lugar, que mi corazón y mi cabeza estén en armonía. Porque no soy yo sin ti, y si no estás ando buscándote por todas partes. Y no sé qué hacer, estoy en mitad de todo tratando de mantener el equilibrio. No reina la paz en el ojo del huracán. Pero tú, me sacas de ahí, me haces descansar, dejo de pensar, todo desaparece y solo soy yo. 
Hazme sitio entre tus brazos, y déjame ser yo, durante un rato...