Tradúceme.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Si pudiera...

El reloj acaba de dar la hora ¿Cuántas campanadas? Que importa. Te marcharás cuando vuelva a sonar. Detendré el tiempo mientras tanto. Pararé el mundo, haré como que nada de lo que hay ahí afuera existiese. Como si nada pudiera apartarte de mí. Como si pudiera seguir viviendo así, contigo. Como si tus besos no fuesen a acabarse. Como si consiguiese que tu amor fuera eterno. Como si tus ojos no fueran a dejar de mirar los míos. Como si no fueses a soltarme de la mano. Como si tú y yo, siempre fuésemos nosotros. Como si ese reloj no fuese a volver a sonar nunca más. 
Pararé el tiempo, detendré el continuo girar del mundo.
Lo haré, por ti.

martes, 3 de noviembre de 2015

Ella...

Ella no era más que un recipiente, que se llenaba hasta derramarse de todos aquellos sentimientos. Para no desperdiciarlos los escribía en un papel, los vertía directamente de corazón a corazón. Los susurraba de oído a oído. Los transmitía de piel a piel, con el leve toque de sus letras, con la caricia tibia de sus palabras. Sentía que aquello que era capaz de hacer era lo más hermoso que había en ella. Lo único hermoso, lo único con cierta valía. Se escondía y se mostraba, tras cada punto, en cada coma. Y tras los puntos suspensivos, siempre sintió...que se perdía...
Siempre esperando que tras el punto final,  alguien la encontrase.