Tradúceme.

miércoles, 28 de diciembre de 2016

Hablábamos...


Hablábamos de tener arte, que no de arte. Hablábamos de lo que el ser humano es capaz de hacer, de crear, y que emocione a otro ser humano. Hablábamos de música, de pintura, de bailar o de escribir. Todo puede aprenderse de una manera mecánica, fría, pero solo cuando se tiene ese arte lo que haces nace de dentro, del alma, del corazón. Es entonces cuando nos conmueve, cuando nos impresiona, cuando nos enternece. Hablábamos de tener un don, uno que te distingue entre los demás, que te hace singular. Hablábamos de ser sentimental y pasional, porque llevas tanto dentro que tratar de explicarlo, de sacarlo fuera, hace, a veces, que seas extremo al expresarlo.
Hablábamos en la cama, envueltos en el calor de nuestros cuerpos, exhaustos pero predispuestos a continuar con nuestro amor. Hablábamos de que lo que acababa de suceder en nuestra cama también era arte. Que nos nacía del corazón y del alma, que nos emocionaba y nos estremecía, que nos conmovía y nos enternecía. Que nuestros cuerpos se interpretaban el uno al otro creando una armoniosa melodía, llena de susurros y gemidos que nuestras bocas recogían beso a beso. Que eramos la más pura expresión del amor, la más natural, la más hermosa. Hablábamos de que somos algo que se complementa. Como la voz y la música en una canción. Como la pluma y el papel en la escritura. Como el pincel y el lienzo en la pintura. Como tu mano cuando se entrelaza con la mía. Que juntos somos lo que nunca podemos ser estando separados. Que el arte está, nace, al unir tu cuerpo y el mío, tu corazón y el mío, tu alma y la mía, y que todo junto, y solo nosotros,  hacemos especial nuestro amor.

jueves, 22 de diciembre de 2016

¡Feliz Navidad!

Final del mes de diciembre, Navidad. Los árboles, naranjos,  a ambos lado de la calle están cuajados de pequeñas luces blancas, como diminutas estrellas caídas durante la noche. Pronto amanecerá, y se acabará la magia. La de haber estado a tu lado, la de que hayas estado conmigo. La de que seamos regalo el uno del otro. Vuelvo a casa, camino sola, el sonido de mis pasos es lo único que rompe el silencio de los minutos que preceden al alba. Bajo el abrigo aún conservo el calor de tus caricias, y en los labios, el de tus besos. Llevo las manos en los bolsillos, para no perder el tacto de tu piel. El frío de la madrugada no es capaz de tocarme, porque me envuelve la calidez de tu amor. Siento latir con fuerza el corazón, aunque estaba segura de haberlo dejado contigo, y recuerdo tu voz, tus palabras, que me hacen sonreír. Levanto la mirada al cielo nocturno que empieza a clarear, y amparada en la soledad de la alborada le grito a las estrellas que ya se van...¡Te quiero! Amor mío...¡Feliz Navidad!

sábado, 26 de noviembre de 2016

Por la vida de un amor...


El final dio comienzo, en el mismo instante en el que le susurró que la quería. No nacía un amor, empezaba a morir en ese momento en el que él, confesaba lo que sentía. Ella colocó ahí un punto de referencia, una baliza que brillaba en la oscuridad. Miraba hacía atrás casi cada día contando el tiempo que había pasado, pensando con miedo cuanto le quedaba por delante. Quería vivir en el hoy, pero, sin darse cuenta se despertaba pensando siempre en mañana.
Aquella noche, con todas esas estrellas, con todo ese amor, con tantas y tantas ilusiones, le dijo que lo amaba. Recuerda con claridad que le dijo, "Si no es verdad no importa, porque yo si te quiero a ti". Quizá no debieron pronunciar las palabras, no darle vida a algo que ya estaba muerto. No intentar que viviese, no intentar que latiese y respirase. Ella debió llorar esa noche hasta que no hubiese quedado llanto en su corazón,  y no derramar ni una sola lágrima más... por la vida de ese amor,

martes, 22 de noviembre de 2016

Un cuento de princesas, el que nunca se acaba... (La princesa)

Uno de sus más fieles combatientes le  había hecho una pregunta. La princesa guerrera buscaba una respuesta, la adecuada. Una que hiciese que aquel viejo y valeroso soldado, que durante tantos años le había servido, y que sin dudar hubiese entregado su vida por ella, renovase la esperanza y la fe perdida en lo que hacían. La que haría que ella, también la recuperase.
-Decidme señora ¿Por qué seguimos aquí?- volvió a preguntar a su espalda.
Podría girarse y usar su autoridad, castigar a quien osaba atreverse a cuestionarla. Podía imponer un castigo ejemplar, eliminar de raíz el descontento que amenazaba con hacer mella entre sus huestes. Pero aquel curtido guerrero no lo merecía, la había seguido hasta allí, había esperado con ella y mantenido el sitio de la Ciudadela a su lado, sin desfallecer en ningún momento. Con la rodilla clavada en la tierra y la mirada baja, el aguerrido caballero espera la respuesta.
"¿Por qué sigo aquí? se preguntó a si misma la princesa. ¿Sigo aquí porque aún estoy enamorada? ¿Por qué no rendirme a la evidencia? ¿Orgullo? El Capitán de la Ciudadela nunca se entregará a mí, nunca será mío. Y la respuesta a los por qué es sencilla. Él no me ama, si me amase como yo lo amo no habría ley ni del hombre ni de Dios, que pudiera interponerse entre nosotros. Conozco su talante, su hombría, su valor. Nunca pensó entregarme lo que le pedía, solo me mantuvo aquí, esperando, desesperando, dejando pasar mi vida entera. Dejando que me consumiese, de amor, por amor, por su amor, por un imposible, por un sueño, por una promesa vana ¡Maldito seas! se dijo, mientras cerraba con fuerza la mano en la empuñadura de su espada."
Ante ella se alzaba lo que codiciaba, La Ciudadela. Ella no quería sus riquezas, ni sus tierras. No ansiaba gobernar a quienes tanto la repudiaban. Solo quería una cosa, anhelaba poseer una sola cosa, el corazón de quien protegía aquellas murallas.
-¡Levántate!-le gritó al soldado que se apresuró a cumplir su orden.
No se giró a mirarlo, podía imaginarlo. Con la cota de malla ajada, con la armadura ennegrecida, con barba de muchos meses en la que ya aparecían canas, con la mano presta en la espada, con el brillo fiero de sus ojos esperando una orden. Cómo podía decirle a alguien así que solo estaban allí por amor. Cómo pedirle que se rindiese con ella, o pedirle, que arengase a sus hombres para una batalla que ella no quería luchar. Como decirle que no sabía qué debía hacer...
-¡Mi señora!- dijo con voz marcial el soldado para hacerle saber que esperaba su respuesta, su orden.
-El tiempo de seguir esperando ha terminado- dijo la princesa.
-¿Lucharemos?-preguntó el guerrero.
La princesa continuó en silencio, con el dolor de la duda aprisionándole  el pecho...hiciese lo que hiciese perdería a quien amaba...


sábado, 12 de noviembre de 2016

Mi soledad y yo...


Me acostumbré a estar contigo. A nuestras charlas mientras paseábamos, a confiar únicamente en ti. A que fueses tú quien me respondiese o preguntase, quien me comprendiese y consolase, o incluso, quien me llevase la contraria cuando era necesario. Me entendías, sabías en cada momento qué sentía, qué me dolía, qué me preocupaba o qué me alegraba. Hubo momentos en los que me molestaba que alguien nos interrumpiese, que se interpusiera entre tú y yo. Reconozco que cuando no estabas, te he buscado hasta hallarte. Me has acompañado siempre, sobre todo cuando nadie más ha querido hacerlo, y cuando no he tolerado a nadie más, a nadie que no seas tú. Puede que me hayas hecho llorar alguna vez, pero sé que no ha sido tu intención. No entiendo como hay quien te teme, quien no soporta estar a tu lado. Quien cree que tu compañía no es buena. Hay quien te evita a toda costa. Sé que algunos han sentido pena por mí, cuando han sabido que no me dejas. No saben que es un alivio para mí  que estés aquí, saber que puedo contar contigo de día o de noche, a todas horas.

Eres mi única amiga, mi querida amiga, mi…soledad.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Lo intenté...


Como dejar de respirar, intentar no quererte fue como dejar de respirar. Contienes el aliento y durante unos segundos parece posible. Crees que  puedes estar así, que no necesitas el aire para vivir. Pero poco después los pulmones notan el vacío, parece que vayan a estallar, duele, la necesidad. Y la vida se te escapa, te envuelve la oscuridad. Sientes el pulso en la sien, golpeando rápido, apremiante. Solo has de abrir la boca y dejar el aire entrar. Volver a llenar el pecho, volver a respirar. Sosegarte. Sentir que la vida regresa a ti.
Intentar no quererte fue así, un intento vano y doloroso. No puedo dejar de respirar, es imposible... y no puedo, dejar de quererte.

viernes, 28 de octubre de 2016

Ese viento...


Los días de viento siempre son los más tristes. A muchos le gusta la lluvia, les parece romántica, o  el frío, porque imaginan acurrucarse con amor. Pero a nadie le gusta el viento. Pobre viento. Gritando solo ahí afuera, aullando de dolor. El mundo entero le cierra las puertas, todos se quejan de que los vuelve locos. Pobre viento, nadie lo ve, y hace lo posible por hacerse sentir, por hacerse notar. Y nadie le pregunta nunca qué es lo que quiere, qué es lo que le pasa, qué es lo que le hace comportarse así.
¿Recuerdas lo que te he contado del viento?
Soy yo, suspirando por tu amor. Queriendo verte,  acercarme, pegarme, a ti. Queriendo colarme por tu ventana o por debajo de tu puerta. Soy algo más que una brisa cálida, soy viento de tormenta, casi un huracán. Quiero acariciarte entero cuando salgas a la calle, revolverte el pelo, besarte en la boca, entrar dentro de ti cuando me respires.  Vocifero para que me oiga todo el mundo, aunque nadie me entienda. Grito y grito, lo que siento. Me arremolino a tu paso, queriendo envolverte en un torbellino, y que sientas la pasión y la fuerza de este sentimiento que me saca a la calle...para no volverme loca. Aunque termine volviendo loco, a todo el mundo. Aunque nadie me pregunte nunca qué es lo que me pasa, qué es lo que quiero, y qué hace que me comporte así...
Estos días, los más tristes, son siempre los que estoy más sola, los días en los que quiero ser viento.

martes, 25 de octubre de 2016

Mi corazón


No hay nada, que me impida quererte. Nada se le prohíbe al corazón, aunque se le nieguen muchas cosas. Aunque seamos tan cobardes y  el amor sea lo primero que sacrificamos, porque lo creemos prescindible, sustituible. Porque solo es un sentimiento. Él no entiende de prohibiciones, ni de límites, ni de restricciones. Es totalmente libre, de pensar, de sentir, de creer, de amar. Y contigo, soy toda corazón. Toda fuerza y valor.  Toda amor. Y a pesar de eso, siento que tengo alas, estas alas, y no puedo volar. Solo porque tú crees, que no debemos, que no debes, que no debo.

domingo, 23 de octubre de 2016

¿Me das un beso?


Me sujetabas la barbilla para alzar mi cara, haciendo que la luz del sol me diese en los ojos. Sentí como se empequeñecía mi pupila con la luminosidad exterior, o tal vez solo fue por la intensidad de tu mirada. Tu pulgar acarició mi mejilla, y ese leve roce me hizo enrojecer. Estabas tan cerca que sentía el calor que emanaba tu cuerpo. Quería tocarte, poner mis manos en tu pecho, subirlas hasta tu cuello, rodear tu nuca y hacer que te acercases todavía más a mí. Quería sentir tus manos recorriendo mi espalda, en mis caderas, abrazándome, pegándome a ti. Quería besarte, sentir la textura de tus labios presionando los míos. Acariciarlos con la punta de mi lengua hasta que los entreabrieses, conocer su sabor, aprenderlo. Quería sentir la cálida humedad del interior de tu boca, perderme en ella, ser yo, quien entrase en ti.

domingo, 16 de octubre de 2016

¿Soñaba?

Cuando desperté no estabas. Busqué tu calor entre los pliegues de las sábanas, me enredé en ellas y quise pensar que conservaban tu calor. Busqué tu olor en mi piel, y el sabor de tu boca en la mía. Deseaba oírte susurrar mi nombre, notar tu aliento en mi cuello Quise sentir el placentero peso de tu cuerpo sobre el mío, sentirme llena de ti. Perderme otra vez en oleadas de placer y abandonarme totalmente a ellas, contigo. Cerré los ojos con fuerza, buscando de nuevo el sueño que te trajo a mí. Fuera ya alboreaba el día, que con sus primeras luces me mostraba…mi cama siempre vacía.

viernes, 14 de octubre de 2016

Otoño...


Sé que ha de nublarse y llover, sé que a una estación sin remedio, y sin que nadie pueda evitarlo, le sigue otra. Ha llegado el otoño, y me llena de melancolías y de tristezas, sin que tampoco tenga remedio y sin que nadie pueda evitarlo. Tal vez tan solo tú pero..
El sol tendrá prisa por marcharse, y nos calentará cada día menos. Las nubes lo cubrirán día sí, día no. La vida comienza un paréntesis, preludio del largo y helado invierno, que no se cerrará hasta la siguiente primavera.Y si en verano he soñado con largas y cálidas noches de luna llena. Con la brisa del mar y el sonido de sus olas. Con el olor de las flores nocturnas y los cielos estrellados. Con todo eso, con poder disfrutar de esas pequeñas cosas con tranquilidad, contigo. En invierno siento siempre ganas de compartir calor. El de sentarnos cubiertos con una manta en el sofá, mientras vemos una película una fría tarde de domingo. El de tomar algo calentito mientras llueve fuera. El de abrigarnos para dar un paseo juntos cuando cese la lluvia y todo huele a limpio. El de acurrucarnos en la cama por las noches, y seguir así por la mañana sin hacer caso al despertador. En salir de compras cuando se acerqué la Navidad, con las narices heladas y tomar un chocolate en cualquier cafetería. En todo eso, en poder disfrutar de esas pequeñas cosas con tranquilidad, contigo.
He soñado una vida que no existe y  he querido arrastrarte a ella, conmigo. Las estaciones se suceden y aquí todo sigue igual. Ya no hay una buena para mí, porque tú...tú no estás en ninguna. Hace tanto que empecé este paréntesis, que puse en pausa mi vida esperando una primavera que no llega, que no recuerdo las que han pasado y no he sentido. No recuerdo reverdecer ni renacer al amor, aunque siento que su semilla sigue dentro de mí. Ya no recuerdo las cálidas caricias, ni los besos húmedos, no recuerdo sentirte dentro de mi y que eso me haga sentir viva. Sin embargo soy capaz de seguir soñando, anhelando tu regreso, deseando cerrar ese paréntesis, dejar de soñar, y volver a vivir...

miércoles, 12 de octubre de 2016

Un lugar al que escapar...

Quise esconderme en ti, quise huir de mí, pero no te encontré. Te he buscado bajo la lluvia donde sueles estar para mí, pero no te encontré. Las gotas de fría lluvia lavan mis lágrimas. No te encuentro, y no sé qué hacer...
De nuevo estoy en mitad de todo, tratando de mantener el equilibrio y me cuesta hacerlo sola. En el centro del huracán no reina precisamente la paz.
No puedes ayudarme, nunca te hablo de mis problemas, no sabes que los tengo. En tu mundo soy una diosa, en el mío la más insignificante de las mortales. Pero tú me haces descansar, me sacas de aquí, dejo de pensar, de preocuparme. Concentro mis cinco sentidos en ti y espero que tú hagas lo mismo.
 No quiero hablarte de lo que me pasa, de lo que pienso, de lo que siento, no, mejor no, eso sería arriesgarse a que me vieses tal y como soy. Dejarías de ver en mí a la criatura sensual y sexual que deseas, para verme sólo a mí. ¿Me encontrarías entonces tan sumamente apetecible? ¿Seguirías estando loco por mí? ¿Volverías a decirme que me amas?
No puedo correr ese riesgo.
Necesito seguir teniendo un lugar al que escapar, un refugio, un sitio en el que cobijarme. Aunque no pueda hablar de almas ni de corazones, y ese espacio, abarque únicamente tu cuerpo…



martes, 4 de octubre de 2016

Sigue sin tener título...


Entraste en mi despacho y me encontraste hablando por teléfono. Te acercaste con un ramo de margaritas en una mano y una botella de cava en la otra. Me besaste casto en la mejilla, y yo, te hice un gesto con la mano para que te sentases a esperar. Dejaste tus presentes sobre los papeles que tenía en mi mesa, y en lugar de hacer lo que te había pedido, te marchaste sin decir nada. Estaba algo enfadada, y tú, con tu actitud, me hiciste enfadar más. En cuanto acabé la conversación salí en tu busca. No tenía intenciones de hacer reproches, sabía, por experiencias anteriores, que no sirven de nada. Al igual que las promesas de amor, nadie parece hacerlas con intención de cumplirlas. No las necesitaba y no las pedía, pero empezaba a no gustarme ser como uno de tantos y tantos libros como había en la biblioteca. Llegas, lo acaricias, lo tomas en las manos y él te rinde su interior sin condiciones. Luego te marchas, colocándolo en su sitio y dejando siempre algunas páginas por leer, sabiendo que estará justo ahí cuando vuelvas. Sabiendo que se abrirá de nuevo a ti sin reticencias. 

lunes, 3 de octubre de 2016

Deja que te mire...


Dicen que los ojos son el espejo del alma, que no hay nada que no diga una mirada, que silenciarlas es imposible, que basta mirar a alguien a ellos para saber lo que siente. Yo no lo creo.
Apenas me separan de ti unos centímetros. Estoy tan cerca que huelo tu perfume y siento el calor que emana tu cuerpo. Tan cerca que si me atreviese a alargar la mano podría tocarte, acariciarte. A tan poca distancia que veo el brillo húmedo de tus labios cuando sonríes, y si me atreviese, con tan solo acercarme un poco, podría besarte. Y te estoy mirando, fijo mis ojos en los tuyos, tanto, que veo en ellos algunas motitas de un color caramelo más oscuras. Te sonrío, poniendo en en mi sonrisa toda la intención del beso que deseo. Añado a mi mirada todos esos sentimientos que me callo, dejó que te susurre lo que eres para mí, que te grite lo que quiero y que te diga, que no me atrevo. Intento que sea intensa, expresiva, inolvidable, que te atrape y no seas capaz de apartar la tuya. Que si es verdad lo que dicen, tu alma y la mía se hablen. Sin tan solo fuese capaz de pronunciar las palabras que ahora mismo pronuncian mis ojos mientras te miro. Si tú fueses capaz de leer en ellos, de ver como te ama mi alma, si pudieras oírlos...
No puedo culparte, tampoco yo puedo ver lo que sientes con tan solo mirarte, o puede que sí, y por eso...no me atrevo.

jueves, 29 de septiembre de 2016

Hay días...


Hay días en que todas las canciones hablan de amor, y para mí, hablan de ti, de ti y de mí, de nosotros. Hay días en que todas esas letras que parecen simples, son a la vez tan preciosas, y tienen un lenguaje tan preciso, que parecen decir todo lo quisiera decirte a ti. Siendo yo quien soy, dirías que no me hace falta música para decir lo que siento, que escribir te quiero es sencillo. Dirías que mis dedos encuentran esas letras en el teclado sin que haga falta buscar, ni mirar, ni pensar. Que lo hacen  solos, que han aprendido el camino porque siempre los ha guiado mi corazón. Hay días en que esas canciones me hacen pensar en tus besos, en que es una lástima que no puedan guardarse para cuando estás lejos. Que no pueda sacar uno del bolsillo y dejarlo en mis labios, cuando te echo de menos. Ni ponerlo sobre la almohada cuando me cuesta dormir, o tan solo, sentirlo para poder respirar si tú no estás. Hay días en que esas mismas canciones hablan de desamor, y me hacen pensar en que tal vez, quien sabe, dejes de quererme. En ese momento en el que yo ya no sea el motivo de tus sonrisas, ni cause el brillo de tus ojos, ni haga latir tu corazón. En qué haré, si el mío sigue latiendo por ti y ya no puedo ir nunca más a tu encuentro. Hay días en que esas letras sencillas, preciosas, y con esas palabras tan precisas hablan de soledad, de dolor. Y me hacen sentir por anticipado la melancolía y la nostalgia de haberte perdido. Hacen que sienta en la garganta el sabor salobre de las lágrimas que no se derraman. Trato de imaginar que haré con mis dedos cuando quieran seguir escribiendo te quiero, cuando recorran el teclado buscando palabras para ti. Cuando mi alma quiera contarte mil cosas, y ya no estés ahí, para leerlas, para escucharlas. Hay días en los que mirar hacía adelante es fácil, en los que no veo un futuro en el que no estés tú. Hay otros, en los que el viento sopla angustioso en la calle, el cielo se llena de nubes con distinto tonos de gris, y al mirar hacía adelante, ya no estás. Esos son en los que más lamento que tus besos no puedan guardarse. Que no haya uno o dos en algún cajón, de esos que me das cuando volvemos a encontrarnos llenos de tanto amor, de esos que hacen que nunca pierda la esperanza, ni la fe, en el amor, en nuestro amor...

viernes, 23 de septiembre de 2016

Una primera vez...

Media tarde, primeros días de otoño, puede que los últimos de verano. El sol se cuela por la persiana bajada y llena la habitación de luces y sombras. De jirones luminosos que juegan con esos otros más oscuros sobre tu cuerpo desnudo, mostrándome, escondiéndome. Esa piel, tu piel, hermosa, y toda mía, ahora y solo ahora, solo mía. Y yo, como una niña ante un regalo, como una adolescente enamorada en su primera vez, en nuestra primera vez. Tan tímida como atrevida, con las emociones vivas en los ojos, en las manos, en los labios. Con el alma desnuda y el corazón dispuesto a amar, acercándome a ti. Tu primera caricia me hace mujer, adulta, madura, inexperta en mis experiencias. Y tu cuerpo, hermoso, y todo mío, ahora y solo ahora, solo mío, y quién sabe, tal vez, puede que solo esta vez. Y el mío, sobre el tuyo, regalándote lo que sé, aprendiendo lo que no sé, conociéndonos, entendiéndonos. Cambiando las palabras por susurros, por suspiros, por gemidos, ese lenguaje tan intimo en el que largamente conversamos. No soy tu primer amor, y yo, ya amé antes de conocerte a ti.
He olvidado el pasado, y no soy capaz de pensar en un futuro. Me quedo aquí, en el presente. Tratando de atrapar las sombras y las luces sobre tu piel. Anclada a tu cuerpo, tan hermoso, y todo mío. Dándote lo que soy, siendo tuya, ahora y solo ahora, solo tuya, y quien sabe, tal vez, puede…que para siempre.

domingo, 11 de septiembre de 2016

Hazlo...


El amor y el deseo me hacen temblar, ven aquí. Ven, no dejes que este fuego me queme y me consuma en tan solo un momento. Ven, tú puedes mantenerlo encendido, haz que arda despacio. Tus caricias serán llamas lamiendo mi piel, que prenderán, que avivaran una hoguera líquida dentro de mí y me abrasará si no te tengo. Que tus besos me incendien. Que tu cuerpo sea tea dentro del mío. Pídeme que no tenga prisa, que me convierta en brasa ardiente, en rescoldo que espera tu aliento para volver a amar. No quiero que se apague, necesito sentir ese calor. Que el deseo y el amor me hagan temblar de nuevo, y que sea por ti, que seas tú, quien me sostenga.

domingo, 4 de septiembre de 2016

Soy la Luna.

Soy la Luna, girando alrededor de la Tierra, y tú, eres la Tierra, girando alrededor del Sol.
Soy dueña de tus noches, de tus sueños, de tus mareas, de tus pasiones. Dueña de aquello que imaginas, porque yo lo siembro en tu imaginación. Lo creo, lo mimo, lo hago crecer. Hacedora de hechizos, de conjuros y de encantamientos de amor. Puede que esperes la noche para encontrarte conmigo, que con mi luz te haya arrancado promesas. Que el centelleo de las estrellas me haya hecho parecer más hermosa. Que mis cambios te sorprendan y mantengan la ilusión. Sabes que cada noche seré distinta, que por pequeña que sea siempre brillaré, que lo haré, por y para ti. Y que eres tú, y tu amor, quien me colma hasta hacer que esté en toda mi plenitud tan solo una noche. Sin embargo, cada amanecer vuelves tu rostro al Sol. Dejas de mirarme, pero sigo ahí, siempre, oculta, aunque no me veas nunca me alejo de ti. Dejas que yo te ame, pero es ese astro quien te da la vida, quien te posee, quien te tiene...
No hay noche ardiente de fría Luna, que pueda retrasar el amanecer. Y no hay día, amor mío, en que el Sol pueda demorar, el atardecer...


viernes, 2 de septiembre de 2016

Te espero.


Te espero, impaciente, como siempre. Me miro en el espejo una vez más preguntándome si te gustará lo que veas al llegar. Sonrío a mi reflejo, que me devuelve la sonrisa y el brillo en la mirada de una mujer que ama. Oiré tus pasos cerca de la puerta y esperaré a que llames, pero no te haré esperar. Te dejaré entrar y cerraré tras de ti. Cuando me gire me estarás mirando, con la sonrisa y el brillo en los ojos de un hombre que ama. Correré a tus brazos y me acogerás en ellos. Cerraré los ojos, aspiraré tu perfume, y mis labios rozarán la suave piel de tu cuello. Te besaré, me mirarás, me besarás, nos abrazaremos. Bromearé contigo, sobre lo mucho que has tardado y cuanto te he echado de menos. Tu silencio me pedirá perdón, y yo, perdonaré cualquier tardanza si tras ella apareces tú. Darás un paso atrás para mirarme, y yo, daré una vuelta, girando sobre mis tacones de aguja y riendo como una niña que muestra su vestido nuevo.
Me he arreglado pensando en ti, en lo que voy a sentir con cada prenda que retires. Imaginando tus manos deshaciendo nudos, liberando botones. En mi respiración contendida que empezará a agitarse. En la tuya, acompañándola. En tus caricias mientras me quitas poco a poco el vestido, en tus ojos cuando te encuentres con mi ropa interior negra. En la promesa que te hice de enseñarte a quitarme el liguero que me he puesto, en tus dedos enredados con él.  En tus manos bajando mis medias poco a poco, y subiendo hasta mis muslos después. En las mías acariciando tu pelo mientras te arrodillas ante mí. En tu labios encontrándose con mi piel, y tu boca...perdiéndose entre mis piernas, arrancando de mi un suspiro que se convertirá en gemido...en el primero de muchos, hasta que el placer me haga gritar.
Te espero, impaciente, como siempre...no tardes.

jueves, 1 de septiembre de 2016

¿Quién dice que esté sola?

De repente sintió ganas de hablar con la dependienta. Como un borracho que habla con el camarero en la barra de un bar. Por soledad, por desahogarse, por tener un poco de conversación con alguien a quien ella le da igual, a quien en realidad no le importa. Pero no sería igual repasar su vida sin una copa delante, sin la ayuda del alcohol recorriendo su sangre y colocando una cálida bruma ante lo que, a veces, le horrorizaba. Sus secretos, sus anhelos, sus sueños, sus fracasos, sus muestras de cobardía, eso, a lo que no le quedaba más remedio que llamar, su vida.  Nunca tuvo amigas, ni siquiera para algo tan trivial como salir de compras. Y quién necesitaba a nadie, y mucho menos para eso. Había descubierto lo maravillosas que podían ser las dependientas.  La aconsejaban, buscaban las tallas sin problema, siempre le decían lo delgadísima que estaba, y cuando se marcha les paga... y ya no les debe nada. Nunca le fallaría a una de ellas, a menos que no se llevase todo lo que se hubiese probado, pero aun así, incluso en ese caso, siempre la despedirán con una sonrisa.
Recogió la compra guardada en numerosas bolsas por la dependienta, casi una adolescente, de larga melena y piernas kilométricas. Su tarjeta de crédito se estremeció cuando le extrajeron el pago de aquella huida de sí misma, de ese intento de querer dar de lado a la soledad.  Se miró en un espejo cuando dejaba la tienda. Se arregló el pelo y se puso las gafas de sol. ¿Qué edad tenía? Demasiada para las minifaldas que había comprado o las camisetas ajustadas de llamativos colores. Se sacudió esa imagen de sí misma y con paso firme se dirigió al primer bar que encontró. Un tugurio oscuro que olía a ambientador de coche, mezcla de pino y desinfectante, con una larga barra de madera brillante y vacía a esa hora temprana de la tarde. Un camarero limpiaba un vaso con un paño tan blanco que no hacía juego con el resto del local. Levantó la vista al verla entrar. Se acercó, y ella pudo comprobar que no se había afeitado en varios días, que la camiseta con el nombre del bar estaba vieja y descolorida sobre la incipiente barriga, y que también olía al mismo ambientador de coche. Aun así, y sin quitarse las gafas de sol le sonrió.  El camarero le devolvió la sonrisa y le dijo, echándose el paño sobre el hombro.
— ¿Qué te pongo guapa?
Pronunció el nombre del licor casi como si ya lo paladease, y le guiñó al camarero detrás de sus lentes oscuras…








martes, 30 de agosto de 2016

Todo es posible...

Imagino... y tras esa palabra se abre un mundo, inimaginable. Soy capaz de hacer realidad todo lo que desees, solo he de imaginarlo, y tras esa palabra, escribirlo.
Puedo ser tuya y puedes ser mío, si tú lo quieres. Puede atardecer, el sol puede estar poniéndose, dejando un rastro de nubes rojas como la sangre en el mar, o tras las sierras, donde tú lo quieras. La luna tal vez esté tan llena que lo ilumine todo, si quieres que le añada reflejos de plata a aquello que mires, lo haré. Quizá desees estrellas, un inmenso cielo de una noche de verano con tantas estrellas y que brillen tanto, que no seas capaz de apartar la mirada de ellas. Si quieres, haré que parezcan tan cercanas que con solo alargar la mano puedas coger una, y si me atrevo, escribiré que me la regalas. Puedo hacer que amanezca, esas primeras luces del alba cuando el cielo se va tiñendo de suaves colores, con el sol apenas apuntando, con los trinos de todos los pájaros, los más hermosos, eso desde luego. Si quieres un paseo bajo la lluvia en primavera podemos tenerlo, un paraguas que nos cobije, una lluvia suave que repiquete en los cristales, en las aceras, y haga que nos reflejemos en los charcos. O tal vez quieras mejor un otoño, un paseo por un bosque y el crujir de las amarillentas hojas bajo nuestros pies, y una flor tardía, y si me atrevo, me la regalas. ¿Te apetece un frío invierno? Puedo hacerlo, nieve blanca y helada cubriéndolo todo, una chimenea donde la leña se quema. Haré que sientas su calor en el rostro y la oigas crepitar, y si me atrevo, me haces el amor frente a ella. Sentirás, sentiremos,la pasión más devastadora, el deseo mas desgarrador, y nuestro fuego eclipsará a aquel que arde junto a nosotros. O un caluroso verano, las olas del mar, paseos por la orilla con el agua salada lamiéndonos los pies, risas, miradas, palabras escritas en la arena, y si me atrevo, me besas.
Puedo hacer realidad cualquiera de tus sueños, solo he de escribirlo, y será como si fuese real, si tú lo quieres. Verás, oirás, saborearas, sentirás el sol, el viento, el frío, el calor, la lluvia,  y si me atrevo, sentirás lo que siento por ti.
Solo hay una cosa que no puedo escribir...lo que tú sientes por mí, o sí, tal vez si me atrevo...

viernes, 26 de agosto de 2016

¿De un libro?

Alargaste una de tus manos hasta mi pelo, encontraste las horquillas que lo sujetaban, y mientras mi melena se derramaba te lo llevaste a los labios.
He querido hacer esto desde que te vi esta mañanasusurraste en mi oído.
Yo no podía respirar, sentía el corazón en la garganta y el atizador resbaló de mi mano. Tu boca, en apenas un segundo, fue desde mi oído a mi boca. Y esta te recibió como se recibe a un recién llegado tras una larga espera, con el anhelo y la añoranza de lo que hace mucho que no se tiene. Con el deseo y la pasión con la que se espera a quien se ama. Tus labios alimentaron un fuego que ni siquiera supe que se había iniciado, hasta que no me quemó en las entrañas. Una de tus manos en mi cabeza mantenía mi boca unida a la tuya con fuerza, aunque yo no quería que se separasen. La otra en mi cintura pegaba mi cuerpo al tuyo, adaptándolo a el, hasta que sentí que encajábamos como piezas perdidas de un puzle que por fin se encuentran.

miércoles, 17 de agosto de 2016

¿Lo pensarás?

Esas conversaciones de alcoba, de cama revuelta. De pieles húmedas de pasión y cuerpos exhaustos de amar. Confesiones envueltas en la deliciosa bruma que deja tras de si el placer más exquisito. Esas palabras sinceras, porque las pronuncia el corazón. Diálogos íntimos, cálidos, entre frías sábanas de seda blanca. Con la clarividencia de un futuro inexistente, que trata de ocultar la realidad del presente. La realidad de un amor que ha de construirse cada día. Cada día nace, cada noche muere, agarrándose al pasado para renacer. Frágil e indestructible a la vez, fiero y tierno, luz y oscuridad. 
-Dime ¿Acaso no estás ahora mismo en el paraíso?-dijo ella
-Sí, ahora mismo sí- respondió él
-Pues imagina sentirte así siempre, cada uno de los días que me quede por vivir. No puedo garantizarte una vida sin problemas, sin sus más y sus menos, pero si que pase lo que pase voy a hacer que te sientas así, como ahora, siempre. Esa será mi única misión, mi única razón. Pondré todo mi empeño en tu felicidad, en tus sonrisas. Haré que te sientas amado, deseado, querido, considerado, valorado. Único.Y que habites en el paraíso, igual que ahora ¿Lo pensarás?

sábado, 13 de agosto de 2016

¿Te he contado que...?

Te esperaba, siempre te he esperado, todo lo que recuerdo de mí vida no es más que lo que sucedió mientras llegabas. No supe que eso era lo que hacía hasta que no apareciste. Que ese continuo pasar del tiempo, que esos días, meses y años, no eran de verdad una vida. No fue de repente, mentiría si dijese eso. Al principio no te vi, y pasaron estaciones enteras hasta que me di cuenta de que eras tú, y que yo te estaba esperando. Pero cuando lo hice, cuando mis ojos por fin fueron capaces de ver... Fue como nacer, como abrir los ojos al mundo y sentir que el corazón te late, que respiras, que estás viva. Me dijeron que simplemente me había enamorado, como si aquello que sentía fuese algo que pudiese relacionarse con la simpleza. No, no era solo eso. Me dijeron que se me pasaría, que el enamoramiento no es más que una enfermedad y que se resuelve en pocos meses. Como si yo necesitase una cura, como si quisieran salvarme de ti. No, no era eso, y si lo era yo no quería sanar.
Y te amé, de todas las maneras en que es posible amar. Te amé con la locura cuerda del que ama. Te amé como si no hubiera nada más en el mundo que tú, con la ceguera que me producía tu luz. Te amé con las consecuencias de amarte sin pensar jamás en ellas. Te amé con mi vida, porque tú me la habías dado, porque te pertenecía. 
Desoí consejos, palabras, argumentos, advertencias. Desoí a esa pequeña parte de mí que había quedado a salvo de ti. Una minúscula porción de mi que se resguardó de la devastación de amarte. Tan pequeña que ahora parece no bastar para reconstruirme. Tan diminuta que no es suficiente para devolverme a aquella vida, que no era vida sin ti, pero que ahora...es lo único que me queda.
Sobrevivo a base de recuerdos desde que no estás, tan desgastados que ya no distingo sin en algún momento fueron realidad. Sobrevivo de la esperanza y de alguna ilusión que no se ha roto, ambas inútiles e intactas.
Me dijeron que ahora sufro de desamor, como si supieran lo que es sufrir...
¿Te he contado que te esperaba?

martes, 9 de agosto de 2016

Fin.

Caminaba bajo el inclemente sol. No la necesitaba, ni la clemencia ni la falsa piedad de nadie. Alzó la mirada  y la fijó en el astro ardiente, de frente, sabiendo que su luz la cegaría. Quiero que me abrases le pidió. ¡Abrásame! ¡Reduce lo que ves a cenizas! le gritó. Haz que arda hasta no ser más que un puñado de pavesas que esparcirá el viento.  ¿No ves que me consumo? Hazlo tú, extingue mi pobre existencia, deja que me incendie tu calor, destruye esta carcasa que me contiene y deja que lo que quede limpio de mi alma escape de mí. Que mi corazón sea tan negro como el carbón, que mis ojos calcinados no vean nunca más tu luz. Que mi piel se seque y se cuartee como la tierra yerma. Ya estoy marchita ¿Es que no lo ves? Pero el sol no la oyó, y  ella,  siguió caminando. Sus pasos la llevaban deprisa en su busca, lo seguiría hasta que se ocultase, hasta que lo reemplazase la luna. Si él no la oía, tal vez la luna, mucho más fría, quisiera, amparada y ocultándose en la noche, acabar con ella.

viernes, 29 de julio de 2016

Como el mar te quiero...


¿Quieres saber cuánto te quiero?
Oye el sonido del mar, como el mar te quiero. Como el mar llegaré suave a tu orilla, creceré con la marea alta  y te cubriré por completo hasta hacer que seas mío. Como el mar te quiero. Me marcharé con la marea baja, dejando tras de mí un rastro de piedras desgastadas en las horas de espera. De conchas de colores. De mí salada humedad.  Con la fuerza y la pasión del mar te quiero. Rebelde y espumosa cuando no te puedo alcanzar.  Deseosa de tomarte, en lucha continua con las rocas que me impiden acercarme a ti, y que me deslice por tu arena. Como el mar te quiero. Seré espejo en la noche de la luna llena, para regalártela. Atraparé el sol al atardecer y tornaré mis aguas en bronce líquido, para ti. Como el mar te quiero. Te ofreceré los tesoros que guardo dentro de mí, perlas hechas de besos, corales construidos con amor. Solo tú podrás explorarlo y tomar lo que desees de mí. Como el mar te quiero. Con su constancia, con su firmeza, con su perseverancia, incansable, sin tregua. Como el mar te quiero, invencible.
¿Quieres saber cuánto te quiero?
Cuenta las olas del mar, una, dos, tres, cuatro…jamás se detendrán.
Como el mar te quiero…


domingo, 24 de julio de 2016

En el lado oscuro...

No sé porque fui, me retrasé todo lo que pude pensando que ya no estarías. Al llegar te encontré esperando, sentado, leyendo un libro que dejaste abierto sobre la mesa al verme entrar. Me acerqué, sin saludar, me sentaste en tus rodillas y me besaste lentamente sin que mediase palabra entre nosotros.  Si el amor no entiende de razones, el sexo tampoco.  Mi mente no se concentró de inmediato en ti, pero mi cuerpo sabía qué le esperaba con cada una de tus caricias. Se preparó para ti, aun antes de que yo desease ser tuya. Tus manos, tus dedos siempre hábiles, buscaron esa parte de mí que siempre parece añorarte. Tanta humedad nos sorprendió a los dos. A ti te hizo perder la cabeza, y a mí, el resto de la ropa. Te perdiste entre mis piernas para terminar empapado de mi esencia, que también parece pertenecerte. Esa que echabas de menos, en lugar de echarme de menos a mí.
No me gustó que me gustase, aunque no sé de qué me extraño. ¿Cuándo ha formado parte el amor de nuestros encuentros? Me haces dudar de todo, me haces dudar de mí.
Soy la cara oculta de tu luna, la mujer con la que compartes las sombras, un inconfesable secreto. Acepté serlo y forjé mis propias cadenas. Mientes cuando dices que no puedes estar sin mí, puedes hacerlo, lo haces cada día. Tú nunca  me has amado, aunque yo siempre esperé que lo hicieras.
Recojo mi ropa del suelo en silencio. Me observas, desnudo, mientas me la vuelvo a poner. Abrocho cada botón con la misma lentitud con la que tú has hecho el gesto contrario, y veo crecer de nuevo tu necesidad de mí. Me subo el vestido, me siento a horcajadas sobre, y mientras te siento entrar suavemente en mí, pienso…
Eres la cara oculta de mi luna, un hombre con el que comparto las sombras, un inconfesable secreto. Aceptaste serlo, y forjaste tus propias cadenas. Miento cuando digo que no puedo vivir sin ti, puedo hacerlo, lo hago cada día. Yo nunca te he amado, aunque siempre espere… poder hacerlo.










jueves, 14 de julio de 2016

Esperaba el momento...

Una fecha en el calendario, un día señalado tan solo en el corazón. Un libro con las hojas gastadas, releído una y otra vez. Flores muertas guardadas entre sus páginas. Cartas atadas muy juntas, palabras escritas con la tinta ya desvaída, olvidadas, no, guardadas, en un cajón. Fotografías amarillentas, rostros desdibujados de los  que fueron y ya no son. Un paisaje que ya no existe, pero que persiste en la memoria. Una tarde, una noche, un amanecer.
Esperaba el momento de poder olvidarte, repasando una y otra vez cada una de esas pequeñas cosas de las que no quise deshacerme. Reviviendo conversaciones, añorando sonrisas, anhelando besos y abrazos que nunca más se repetirán.  Se van desgastando entre mis dedos, descomponiéndose en mis manos, pero no así los sentimientos. Han pasado años, y todo ha sucedido ayer. El ímpetu de la juventud dio paso a la calma madurez, y el fuego de aquella pasión continua siendo cenizas ardientes en mí. Y yo, esperaba el momento de poder olvidarte.  De que mis fantasmas descansasen en paz, de poder volver a vivir esa vida que tu ausencia me negó. De recomponerme, de estar entera. Esperaba el momento de poder olvidarte y que me devolvieses todo lo que te di, y todo lo que te hubiese dado. Esperaba el momento de poder olvidarte y librarme de las preguntas sin hacer, de tantos y tantos por qué. Esperaba el momento de poder olvidarte, de soltar las amarras que me atan a un puerto donde no queda nada para mí. Donde no me protejo de los malos vientos, sino que estoy a su merced. Esperaba el momento de poder olvidarte y extender unas alas que plegué a tu voluntad, con las que ya no sé si podré volar. Esperaba el momento de poder olvidarte, y tal vez, volver a amar.
Sí, es lo que hago cada día, siempre que mi pobre voluntad me lleva al rincón donde guardo todas esas pequeñas cosas, de las que no quise deshacerme. Y cada vez que alguien me pregunta, ¿Qué haces? Respondo, nada, solo, esperaba el momento de…

Y en espera de poder olvidarte, me conformaría, con dejar de recordarte…

miércoles, 13 de julio de 2016

A cualquier cosa lo llamo...cuento.

No siente frío, porque espera el calor de los abrazos.
No siente hambre, porque espera alimentarse de caricias.
No siente sed, porque espera beber de sus labios.
No ve, porque sólo lo hace a través de sus ojos.
No oye ni habla, si no son palabras de amor.
Más... ¿Late su corazón? ¡Vive Dios que así es!
¡Corred! ¡Corred! ¡Dad deprisa la noticia!
Quizá  creyendo despertar a  una dulce criatura, él,  no hace más que sacar de su letargo a un terrible monstruo. Un ser hambriento de amor, necesitado, insaciable, incapaz de sentirse lleno de ese hermoso sentimiento. Quizá contemple con horror a aquella que tiene ante sí, tan bella, y a la vez, tan horripilante. Preguntándole al destino, gritándole más bien, ¡¿Por qué?! Devorado y consumido por ese voraz y ansioso ser  tratará de escapar, pero... ¿Cómo hacerlo? si una y otra vez ella usa un arma infalible, atrayente, seductora. Una mortal trampa revestida de, a simple vista, el más inocente, el más entregado, el más incondicional, el más puro...amor.
Cuenta la leyenda que el príncipe, ¿despertó a una princesa?


martes, 12 de julio de 2016

Una versión de dos historias.


Esas sábanas blancas tibias de tu calor, enredadas en mi cuerpo donde antes estuvo tu piel. Ese rastro de tu olor en mis manos y el regusto de tu sabor en mi boca. El eco de tus palabras en mis oídos. El color de tus ojos, al cerrar los míos. Tu sonrisa, mi sonrisa,  mezclada con mi lápiz de labios.
Ese rastro de mi olor en tus manos, y el regusto de mi sabor en tu boca. El eco de mis palabras en tus oídos. El color de mis ojos, cuando cierres los tuyos. Mi lápiz de labios mezclado con tu sonrisa, con mi sonrisa. Y esas sabanas tibias de tu calor, que has dejado enredadas en mi cuerpo, donde antes estuvo tu piel.
Y lo que vivimos juntos...¿lo recordamos igual?

lunes, 11 de julio de 2016

Hace calor...

Quieres tocarme, siento tus ganas incluso desde aquí.  Tus ojos llevan rato tratando de librarse de mi ropa.  Con la lentitud que te permite tu mirada, pero que no te permitiría la impaciencia por tenerme. Te yergues en el  asiento tratando de disimular. Pero estás pendiente de cada centímetro de la falda de mi vestido que se sube, cuando cruzo las piernas. Hace calor, y no te has quitado la corbata. Aunque has aflojado un poco el nudo, cuando me he levantado el pelo dejando al descubierto mi cuello. El calor derrite el hielo en los vasos aguando la bebida, pero no tienes prisa, no quieres darme una excusa para que me marche. Tal vez no quiero irme.  Entreabres la boca al ver que me llevo el vaso a la boca, sin apartar la mirada de la gota húmeda que se queda en mis labios al beber. Ese pequeño detalle me ha puesto fácil seguir jugando, y sonrió, cuando la recojo con la lengua. He podido oír desde aquí como tragabas saliva, antes de dar un trago largo a lo que bebes. Me preguntas si quiero otra copa, te digo que no. Si hago esto, si sigo con esto, quiero saber qué estoy haciendo. Eres lo que cualquier mujer querría, desearía. Pero también yo soy lo que cualquier hombre querría, desearía, y las miradas de tus amigos así te lo dicen. Miras por encima de mi hombro, a la barra, donde los has dejado. Posiblemente te apremian para que des un paso más, para que me invites a subir a tu habitación, o a salir de allí, juntos.  No me giro, ellos no me interesan, solo tú. Me acerco un poco más. El tirante de mi vestido se resbala suavemente por el hombro, dándote una visión más generosa de mi escote. Lo devuelvo a su sitio muy despacio. Y apuras de un sorbo el líquido ambarino, ya sin hielo, del vaso que tienes en la mano.
Quieres tocarme, siento tus ganas incluso desde aquí. Pero sabes una cosa…quiero jugar un poco más…

domingo, 10 de julio de 2016

Sigo aquí...

Lo que os cuento sucede en el presente, en el mío. Da igual si sucedió en un pasado que empiezo a olvidar, o en un futuro que desde luego nunca tendrá lugar. Mi tiempo se detuvo, para mí ya no existe nada antes ni existirá nada después, tan solo este ahora.
Es mi alma cargada de vivencias la que se va desgastando poco a poco, tampoco sé cuánto durará. Estoy aquí, y allí, pero no sé si estaré más allá. Visto así puede parecer difícil de entender pero puedo explicarlo, o al menos intentarlo
La muerte llegó sin avisar, aunque digan que en ocasiones lo hace muchas veces no es verdad. ¿Quién puede predecir el instante exacto? Nadie. Por más agonizante que se encuentre un ser humano nadie puede asegurar, día, ni hora, ni minuto, ni segundo. Así que, aunque mi enfermedad había sido diagnosticada, tratada, y vuelta a diagnosticar para ser tratada de nuevo, llegó sin avisar.
Desde ese momento soy lo que suele llamarse un alma en pena, un ente errante, un espíritu, un fantasma. Yo digo que solo soy, un alma viva.
Tampoco tiene mucha explicación que siga sintiendo, que lo que sucede a mi alrededor me haga, a veces, llorar. ¿Qué cómo llora un alma? Creo si pudierais verlo sería una visión de lo más desgarradora. Es, son, sentimientos puros, tanto, que duelen y el dolor es insoportable. Y mucho menos razón le encuentro al hecho de haberme quedado junto a ti. Ya en vida, en la mía, no era precisamente alguien, o eso creía, importante para ti. Ahora, que ni siquiera puedes verme, soy lo que siempre dije que fui, invisible. 
Me pregunto si notas mi presencia. Si en alguna ocasión cuando me entretengo en aspirar tu perfume pegada a tu cuello, sientes mi aliento. O si alguna noche, cuando acomodo mi inexistente cuerpo al tuyo para dormir, notas mi abrazo.
No he dejado de hablarte ni un solo día, y no todo son reproches. Hay veces que te cuento todo lo que recuerdo, para no olvidar, para que no me olvides. Que te hablo de mi, de cómo estoy ahora. Que te llamo por tu nombre, que te susurro que te quiero. Es posible que me oigas, como si mi voz viniese de dentro de ti, como si mis palabras fuesen tus propios pensamientos. Puede que oigas mi risa cuando bromeo contigo, como hice siempre, queriendo que sonrías. Ojalá encontrase la manera de hacerte saber que sigo aquí, contigo.
Sobre todo esas madrugadas, cuando despiertas sobresaltado, cuando te arrepientes de todo lo que no hiciste o no dijiste, cuando quieres dar marcha atrás en el tiempo. Cuando te culpas incluso de mi muerte. Cuanto quisiera poder consolarte en esos momentos, librarte de ese sentimiento. Que supieras que estaba equivocada que no supe verlo, que ahora que no soy nada, sé, que para ti, lo era todo.
Quizá me he quedado aquí no para perdonarte, sino para que me perdones.
Quizá es tu amor, quien me retiene a tu lado.
Sigo aquí...
Y te amo...


jueves, 7 de julio de 2016

¿Puedo escribirte?

Le escribió durante años, porque no era capaz de pronunciar las palabras. Guardó esas cartas bajo llave, donde solo ella podía encontrarlas, donde solo ella podía volver a leerlas. El pasado no se puede cambiar. Ella tampoco podía cambiar su presente, y mucho menos su futuro. 
Esas cartas estaban llenas de todo lo que no fue capaz de decirle. De todas esas suplicas mudas que esperaba que viese en sus ojos. Todas las esperanzas, con las que creaba sueños y vida para él. Todas esas promesas que no se hicieron, porque ella no las exigía. Escribió todas las lágrimas que no pudo derramar en su presencia. Escribió las sonrisas que él debió dibujar en su rostro. Escribió los besos, las caricias, y el amor, que no le daba. Escribió su vida, tal y como la imaginó. Vivió, en aquellas cartas que nunca enviaba. Renunciaba a él cada anochecer, y volvía a amarlo cada amanecer. Suplía su ausencia escribiendo su presencia. Se perdió en aquellas cartas, su vida transcurría escrita en un papel doblado con cuidado, apilado junto a otros y encerrado en un cajón. Un año, dos, diez, veinte.. Ni siquiera se había dado cuenta y nunca supo a ciencia cierta, porque no estaba escrito, el momento en que él... nunca más regresó.

domingo, 3 de julio de 2016

¿Un cuento?


La única forma de llegar hasta ella, era a través de su corazón.
Se enamoró una noche de verano, sin luna, pero con millones de estrellas. Lo amó, del tal manera que ella era la tierra, y él, su sol. Hizo promesas. Pronunció palabras como..te amaré toda mi vida y nunca amaré a nadie que no seas tú. Llenó su corazón de todo ese amor y luego levantó un muro. Lo fortificó, lo blindó, lo cerró.
Desde que él se marchó... nadie ha podido volver a amarla.

sábado, 2 de julio de 2016

Esbozo

Sé qué es lo que te asusta dijo ella
¿Lo sabes? ¿De verdad lo sabes? dijo él
Sí, lo sé, quiso explicarle, pero guardó silencio. Sabía que él temía que lo amase, no por el amor en sí, si no porque pusiera en peligro la vida que había llevado hasta ahora. No pensaba que ella lo hiciera cambiar, no, no la amaba tanto, por eso temía ese amor. Imaginaba mil situaciones en las que él no podría responder a esa efusividad, a esa explosión de amor, y ella, ¡Dios mío! ¿Y si ella perdía la cabeza? Había confiado en su buen juicio, la creía una mujer razonable, templada, y descubrió a un ser hambriento de amor que parecía, a ratos, haber perdido el juicio.

 Sí, quiso explicarle que sabía lo que pensaba, lo que le asustaba, pero calló. No le diría que hacía bien confiando en ella, que sí, que el amor había hecho erupción en su vida y que nada podía controlarlo. Quería amarlo, deseaba amarlo, pero precisamente porque lo amaba lo antepondría a todo, primero estaba él y su felicidad, y ella no formaba parte de eso. Sólo era… su amante, alguien a quien veía de vez en cuando, alguien a quien besaba, a quien  hacía el amor, alguien a quien quería a ratos, pero no… ella no era su vida, aunque ella hubiera dado su vida por él.

viernes, 1 de julio de 2016

...

Te dije mil veces que solo necesitaba tu amor y nada más, te mentía. Que no quería más, y no era cierto. Te mentí, me mentí, para poder esperar. Me equivocaba. Te dije que me bastaba, que era suficiente, que lo que me dabas era...
Eran migajas, restos, sobras, y me has alimentado con ello, me he alimentado de ello durante demasiado tiempo. Quise que mi lucha fuese silenciosa, hice de la paciencia y el amor mi bandera, y la use, una, y otra, y otra, y otra vez...Hasta que no quedaron más que unos jirones desgastados y descoloridos, que a duras penas se sostienen cuando ondean al viento. El viento helado de la desesperación.
Donde hubo amor ya no queda nada. Solo un desierto de cadáveres desecados, los de cada una de mis ilusiones, de mis esperanzas. De tierra seca y agrietada, en la que agoniza sin remedio todo lo que sentí, todos esos anhelos que sembré, y que nunca, llegarán a dar fruto. Donde hubo fuego y pasión ya no queda nada, tan solo ceniza fría y muerta. Donde hubo luz se ha instalado la oscuridad. Donde estuviste tú...ahora solo estoy yo.
Tal vez si desde el principio te hubiese dicho la verdad...

martes, 28 de junio de 2016

¿Un final?

Bebió un sorbo de la copa que sostenía en las manos, el cava estaba frío todavía. Dejó que le recorriese la garganta y se llevase con él la sensación de soledad que la embargaba en ese momento. Se tragó a la vez un par de lágrimas que llevaban rato atenazando su garganta. Miró hacia atrás, a la fiesta. Nadie le prestaba atención, nadie se daría cuenta, mejor así pensó. Soltó la copa en el suelo. Desabrochó las hebillas que sujetaban las sandalias de tacón a sus tobillos y se descalzó. La falda amplia de su vestido no le impediría alzar las piernas hasta poder subirse a la balaustrada. La sintió fría entre las piernas antes de girarse y quedar sentada de cara al precipicio. El viento le apartó el cabello de la cara, tal vez para darle oportunidad de ver con claridad. Lo que iba a hacer estaba decidido, era la única manera de no faltar a su promesa, y la única, de hacer lo que creía justo. De todas maneras vivir resultaba últimamente demasiado doloroso, y aquella era la forma de librarse del dolor. Repasó mentalmente en pocos segundos todos los pormenores, había tenido cuidado con los detalles, nada podía salir mal salvo, que le faltase el valor en el último momento. Eso no iba a pasar. Cerró los ojos y contuvo el aliento pensando que solo saltaba al agua. Alzó los brazos, como si fuese a echarse a volar, y se dejó caer. No llegó a oír los gritos de quienes la llamaban a voces para que se detuviese, porque la ensordeció el viento. Y mucho menos los de los que la observaban desde arriba, porque se había perdido en la oscuridad de la inconsciencia. Algunos apartaban la mirada de aquel cuerpo que la espuma, teñida de rojo, trataba de cubrir sobre las rocas.

lunes, 27 de junio de 2016

No me mires así...



No, no me mires así, si vas a tratarme como a una puta será mejor que empieces a pagarme. ¿Cuánto vale para ti lo que te he dado? Hablo del sexo, el amor te lo regalo. Yo he pagado por lo poco que me das, he pagado un precio. Te lo has cobrado en lágrimas y en soledad, en sumisión, en obediencia, en esperanzas y paciencia. Ya no me queda nada más que darte. He vaciado mi corazón hasta sangrar la última gota de amor. Y ahora que ya no tengo más de todo eso, usas mi cuerpo. Pero esta cascara vacía no te sirve, no te sacia, no te sosiega.
No, no me mires así, como si estuviese loca. Llevo años advirtiéndote que este momento llegaría. Ahora me duele igual tenerte así, que perderte por completo. No queda nada que poner en la balanza, solo tus ganas de vaciarte en mí, y eso, no pesa nada para mí.
No, no me mires así, no te odio, nunca lo haré, te he amado como a nadie. Yo misma arranqué pedazos de mi corazón y los até al tuyo, en un vano intento de formar parte de ti. Tienes tantos que apenas me queda nada, y no, ni siquiera voy a pedirte que me los devuelvas, quédatelos. Algún día te serán necesarios, cuando estés solo, y lo único que te quede sea el recuerdo lejano y cálido… de lo que sentí por ti.

viernes, 24 de junio de 2016

Tu agua

Creerás que puedes retener el agua entre las manos, que no escapará de entre tus dedos,  que no terminarás perdiendo hasta la última gota. Tal vez cuando la lleves hasta tu boca queriendo saciar tu sed, sea demasiado tarde, y no haya más que un rastro de humedad. Un vestigio de lo que tenías, y ya no tienes. De lo que fue, y ya no es.
Debiste beberme cuando me tenías en tus manos. Cuando era yo quien se aferraba a tus dedos para no caer. Cuando una y otra vez, regresaba a ti... intentado ser...tu agua.

domingo, 19 de junio de 2016

Esas ganas...


Esas ganas, de oír el sonido de la cremallera mientras baja. De librar al botón del abrazo del ojal. Esas ganas de sentir que me deseas hasta en el aire que te rodea. De saber que no puedes respirar, que no lo harás, hasta que estés dentro de mí. Perdido, refugiado, conquistando, poseyendo. 
Esa impaciencia que apenas se contiene, que no quiero que contengas, que no quiero contener. Esas ganas de piel, de tu piel, en mis manos, en mi labios, en mi cuerpo. Esas ganas de penumbra, de luz del sol, de día, de noche, de luz de luna, de velas. Del brillo de tus ojos perdidos en los míos. Esas ganas de susurrar, de gritar. Esas ganas de confidencias, de silencios. De latidos de corazón que se aceleran, que se sosiegan. Esas ganas...de tus ganas...

viernes, 17 de junio de 2016

Cuéntame tu secreto...

Cuéntame un secreto, uno que no le contarías a nadie. Que esté guardado muy dentro de ti. Algo oscuro, pecaminoso, lujurioso, o tal vez hermoso y tierno. Un deseo.Un sueño. Un anhelo. Algo que te erice la piel al pensarlo. Uno que te ponga nervioso y que haga te suden la manos. Que te haga sonreír cuando caminas a solas, recordando o imaginando. Uno con el que fantasees o uno que sea real. Cuéntamelo, sé que lo tienes, lo veo en la manera en que te brillan los ojos. Veo las ganas de confesármelo en la punta de tu lengua, está ahí, estás a punto de contármelo. Venga...casi puedo oír como te late el corazón de impaciencia, no te lo guardes, lo estás deseando, quieres compartirlo con alguien, confía en mi,  yo...no se lo diré a nadie, soy el silencio...

lunes, 13 de junio de 2016

Por favor...miénteme.

Se piadoso, miénteme. Apiádate de mí, aplaca el dolor de conocer la realidad. Alivia la pena de  ser yo quien me mienta a mi misma. Sana con una mentira mis heridas. Seca mis lágrimas faltando a la verdad. Libérame de la certeza de saber que me equivoqué.  Hazme pensar que estoy en un error al creer que lo que ahora sé, lo que veo, lo que siento,  es la verdad. Haré de tus mentiras mi religión, tendré fe en tus palabras. Sonreiré y soñaré refugiada en tus mentiras, se compasivo, miénteme, Volveré a amarte con devoción, pero antes, ciégame con tu falsedad. Se clemente, miénteme. Ten clemencia, y deja que vuelva a creer en ti.