Tradúceme.
miércoles, 28 de diciembre de 2016
Hablábamos...
Hablábamos de tener arte, que no de arte. Hablábamos de lo que el ser humano es capaz de hacer, de crear, y que emocione a otro ser humano. Hablábamos de música, de pintura, de bailar o de escribir. Todo puede aprenderse de una manera mecánica, fría, pero solo cuando se tiene ese arte lo que haces nace de dentro, del alma, del corazón. Es entonces cuando nos conmueve, cuando nos impresiona, cuando nos enternece. Hablábamos de tener un don, uno que te distingue entre los demás, que te hace singular. Hablábamos de ser sentimental y pasional, porque llevas tanto dentro que tratar de explicarlo, de sacarlo fuera, hace, a veces, que seas extremo al expresarlo.
Hablábamos en la cama, envueltos en el calor de nuestros cuerpos, exhaustos pero predispuestos a continuar con nuestro amor. Hablábamos de que lo que acababa de suceder en nuestra cama también era arte. Que nos nacía del corazón y del alma, que nos emocionaba y nos estremecía, que nos conmovía y nos enternecía. Que nuestros cuerpos se interpretaban el uno al otro creando una armoniosa melodía, llena de susurros y gemidos que nuestras bocas recogían beso a beso. Que eramos la más pura expresión del amor, la más natural, la más hermosa. Hablábamos de que somos algo que se complementa. Como la voz y la música en una canción. Como la pluma y el papel en la escritura. Como el pincel y el lienzo en la pintura. Como tu mano cuando se entrelaza con la mía. Que juntos somos lo que nunca podemos ser estando separados. Que el arte está, nace, al unir tu cuerpo y el mío, tu corazón y el mío, tu alma y la mía, y que todo junto, y solo nosotros, hacemos especial nuestro amor.
jueves, 22 de diciembre de 2016
¡Feliz Navidad!
Final del mes de diciembre, Navidad. Los árboles, naranjos, a ambos lado de la calle están cuajados de pequeñas luces blancas, como diminutas estrellas caídas durante la noche. Pronto amanecerá, y se acabará la magia. La de haber estado a tu lado, la de que hayas estado conmigo. La de que seamos regalo el uno del otro. Vuelvo a casa, camino sola, el sonido de mis pasos es lo único que rompe el silencio de los minutos que preceden al alba. Bajo el abrigo aún conservo el calor de tus caricias, y en los labios, el de tus besos. Llevo las manos en los bolsillos, para no perder el tacto de tu piel. El frío de la madrugada no es capaz de tocarme, porque me envuelve la calidez de tu amor. Siento latir con fuerza el corazón, aunque estaba segura de haberlo dejado contigo, y recuerdo tu voz, tus palabras, que me hacen sonreír. Levanto la mirada al cielo nocturno que empieza a clarear, y amparada en la soledad de la alborada le grito a las estrellas que ya se van...¡Te quiero! Amor mío...¡Feliz Navidad!
sábado, 26 de noviembre de 2016
Por la vida de un amor...
El final dio comienzo, en el mismo instante en el que le susurró que la quería. No nacía un amor, empezaba a morir en ese momento en el que él, confesaba lo que sentía. Ella colocó ahí un punto de referencia, una baliza que brillaba en la oscuridad. Miraba hacía atrás casi cada día contando el tiempo que había pasado, pensando con miedo cuanto le quedaba por delante. Quería vivir en el hoy, pero, sin darse cuenta se despertaba pensando siempre en mañana.
Aquella noche, con todas esas estrellas, con todo ese amor, con tantas y tantas ilusiones, le dijo que lo amaba. Recuerda con claridad que le dijo, "Si no es verdad no importa, porque yo si te quiero a ti". Quizá no debieron pronunciar las palabras, no darle vida a algo que ya estaba muerto. No intentar que viviese, no intentar que latiese y respirase. Ella debió llorar esa noche hasta que no hubiese quedado llanto en su corazón, y no derramar ni una sola lágrima más... por la vida de ese amor,
martes, 22 de noviembre de 2016
Un cuento de princesas, el que nunca se acaba... (La princesa)
Uno de sus más fieles combatientes le había hecho una pregunta. La princesa guerrera buscaba una respuesta, la adecuada. Una que hiciese que aquel viejo y valeroso soldado, que durante tantos años le había servido, y que sin dudar hubiese entregado su vida por ella, renovase la esperanza y la fe perdida en lo que hacían. La que haría que ella, también la recuperase.
-Decidme señora ¿Por qué seguimos aquí?- volvió a preguntar a su espalda.
Podría girarse y usar su autoridad, castigar a quien osaba atreverse a cuestionarla. Podía imponer un castigo ejemplar, eliminar de raíz el descontento que amenazaba con hacer mella entre sus huestes. Pero aquel curtido guerrero no lo merecía, la había seguido hasta allí, había esperado con ella y mantenido el sitio de la Ciudadela a su lado, sin desfallecer en ningún momento. Con la rodilla clavada en la tierra y la mirada baja, el aguerrido caballero espera la respuesta.
"¿Por qué sigo aquí? se preguntó a si misma la princesa. ¿Sigo aquí porque aún estoy enamorada? ¿Por qué no rendirme a la evidencia? ¿Orgullo? El Capitán de la Ciudadela nunca se entregará a mí, nunca será mío. Y la respuesta a los por qué es sencilla. Él no me ama, si me amase como yo lo amo no habría ley ni del hombre ni de Dios, que pudiera interponerse entre nosotros. Conozco su talante, su hombría, su valor. Nunca pensó entregarme lo que le pedía, solo me mantuvo aquí, esperando, desesperando, dejando pasar mi vida entera. Dejando que me consumiese, de amor, por amor, por su amor, por un imposible, por un sueño, por una promesa vana ¡Maldito seas! se dijo, mientras cerraba con fuerza la mano en la empuñadura de su espada."
Ante ella se alzaba lo que codiciaba, La Ciudadela. Ella no quería sus riquezas, ni sus tierras. No ansiaba gobernar a quienes tanto la repudiaban. Solo quería una cosa, anhelaba poseer una sola cosa, el corazón de quien protegía aquellas murallas.
-¡Levántate!-le gritó al soldado que se apresuró a cumplir su orden.
No se giró a mirarlo, podía imaginarlo. Con la cota de malla ajada, con la armadura ennegrecida, con barba de muchos meses en la que ya aparecían canas, con la mano presta en la espada, con el brillo fiero de sus ojos esperando una orden. Cómo podía decirle a alguien así que solo estaban allí por amor. Cómo pedirle que se rindiese con ella, o pedirle, que arengase a sus hombres para una batalla que ella no quería luchar. Como decirle que no sabía qué debía hacer...
-¡Mi señora!- dijo con voz marcial el soldado para hacerle saber que esperaba su respuesta, su orden.
-El tiempo de seguir esperando ha terminado- dijo la princesa.
-¿Lucharemos?-preguntó el guerrero.
La princesa continuó en silencio, con el dolor de la duda aprisionándole el pecho...hiciese lo que hiciese perdería a quien amaba...
"¿Por qué sigo aquí? se preguntó a si misma la princesa. ¿Sigo aquí porque aún estoy enamorada? ¿Por qué no rendirme a la evidencia? ¿Orgullo? El Capitán de la Ciudadela nunca se entregará a mí, nunca será mío. Y la respuesta a los por qué es sencilla. Él no me ama, si me amase como yo lo amo no habría ley ni del hombre ni de Dios, que pudiera interponerse entre nosotros. Conozco su talante, su hombría, su valor. Nunca pensó entregarme lo que le pedía, solo me mantuvo aquí, esperando, desesperando, dejando pasar mi vida entera. Dejando que me consumiese, de amor, por amor, por su amor, por un imposible, por un sueño, por una promesa vana ¡Maldito seas! se dijo, mientras cerraba con fuerza la mano en la empuñadura de su espada."
Ante ella se alzaba lo que codiciaba, La Ciudadela. Ella no quería sus riquezas, ni sus tierras. No ansiaba gobernar a quienes tanto la repudiaban. Solo quería una cosa, anhelaba poseer una sola cosa, el corazón de quien protegía aquellas murallas.
-¡Levántate!-le gritó al soldado que se apresuró a cumplir su orden.
No se giró a mirarlo, podía imaginarlo. Con la cota de malla ajada, con la armadura ennegrecida, con barba de muchos meses en la que ya aparecían canas, con la mano presta en la espada, con el brillo fiero de sus ojos esperando una orden. Cómo podía decirle a alguien así que solo estaban allí por amor. Cómo pedirle que se rindiese con ella, o pedirle, que arengase a sus hombres para una batalla que ella no quería luchar. Como decirle que no sabía qué debía hacer...
-¡Mi señora!- dijo con voz marcial el soldado para hacerle saber que esperaba su respuesta, su orden.
-El tiempo de seguir esperando ha terminado- dijo la princesa.
-¿Lucharemos?-preguntó el guerrero.
La princesa continuó en silencio, con el dolor de la duda aprisionándole el pecho...hiciese lo que hiciese perdería a quien amaba...
sábado, 12 de noviembre de 2016
Mi soledad y yo...
Me acostumbré a estar
contigo. A nuestras charlas mientras paseábamos, a confiar únicamente en ti. A
que fueses tú quien me respondiese o preguntase, quien me comprendiese y
consolase, o incluso, quien me llevase la contraria cuando era necesario. Me
entendías, sabías en cada momento qué sentía, qué me dolía, qué me preocupaba o
qué me alegraba. Hubo momentos en los que me molestaba que alguien nos
interrumpiese, que se interpusiera entre tú y yo. Reconozco que cuando no
estabas, te he buscado hasta hallarte. Me has acompañado siempre, sobre todo
cuando nadie más ha querido hacerlo, y cuando no he tolerado a nadie más, a nadie que no seas tú. Puede que me hayas hecho llorar alguna
vez, pero sé que no ha sido tu intención. No entiendo como hay quien te teme,
quien no soporta estar a tu lado. Quien cree que tu compañía no es buena. Hay
quien te evita a toda costa. Sé que algunos han sentido pena por mí, cuando han
sabido que no me dejas. No saben que es un alivio para mí que estés aquí, saber que puedo contar contigo
de día o de noche, a todas horas.
Eres mi única amiga, mi
querida amiga, mi…soledad.
miércoles, 2 de noviembre de 2016
Lo intenté...
Como dejar de respirar, intentar no
quererte fue como dejar de respirar. Contienes el aliento y durante unos
segundos parece posible. Crees que puedes estar así, que no necesitas el
aire para vivir. Pero poco después los pulmones notan el vacío, parece que
vayan a estallar, duele, la necesidad. Y la vida se te escapa, te envuelve la oscuridad. Sientes el pulso en la sien, golpeando rápido, apremiante. Solo has de abrir la boca y dejar el aire entrar. Volver a llenar el pecho, volver a respirar. Sosegarte. Sentir que la vida regresa a ti.
Intentar no quererte fue así, un intento vano y doloroso. No puedo dejar de respirar, es imposible... y no puedo, dejar de quererte.
Intentar no quererte fue así, un intento vano y doloroso. No puedo dejar de respirar, es imposible... y no puedo, dejar de quererte.
viernes, 28 de octubre de 2016
Ese viento...
Los días de viento siempre son los más tristes. A muchos le gusta la lluvia, les parece romántica, o el frío, porque imaginan acurrucarse con amor. Pero a nadie le gusta el viento. Pobre viento. Gritando solo ahí afuera, aullando de dolor. El mundo entero le cierra las puertas, todos se quejan de que los vuelve locos. Pobre viento, nadie lo ve, y hace lo posible por hacerse sentir, por hacerse notar. Y nadie le pregunta nunca qué es lo que quiere, qué es lo que le pasa, qué es lo que le hace comportarse así.
¿Recuerdas lo que te he contado del viento?
Soy yo, suspirando por tu amor. Queriendo verte, acercarme, pegarme, a ti. Queriendo colarme por tu ventana o por debajo de tu puerta. Soy algo más que una brisa cálida, soy viento de tormenta, casi un huracán. Quiero acariciarte entero cuando salgas a la calle, revolverte el pelo, besarte en la boca, entrar dentro de ti cuando me respires. Vocifero para que me oiga todo el mundo, aunque nadie me entienda. Grito y grito, lo que siento. Me arremolino a tu paso, queriendo envolverte en un torbellino, y que sientas la pasión y la fuerza de este sentimiento que me saca a la calle...para no volverme loca. Aunque termine volviendo loco, a todo el mundo. Aunque nadie me pregunte nunca qué es lo que me pasa, qué es lo que quiero, y qué hace que me comporte así...
Estos días, los más tristes, son siempre los que estoy más sola, los días en los que quiero ser viento.
martes, 25 de octubre de 2016
Mi corazón
No hay nada, que me impida quererte. Nada se le prohíbe al corazón, aunque se le nieguen muchas cosas. Aunque seamos tan cobardes y el amor sea lo primero que sacrificamos, porque lo creemos prescindible, sustituible. Porque solo es un sentimiento. Él no entiende de prohibiciones, ni de límites, ni de restricciones. Es totalmente libre, de pensar, de sentir, de creer, de amar. Y contigo, soy toda corazón. Toda fuerza y valor. Toda amor. Y a pesar de eso, siento que tengo alas, estas alas, y no puedo volar. Solo porque tú crees, que no debemos, que no debes, que no debo.
domingo, 23 de octubre de 2016
¿Me das un beso?
domingo, 16 de octubre de 2016
¿Soñaba?
Cuando
desperté no estabas. Busqué tu calor entre los pliegues de las sábanas, me
enredé en ellas y quise pensar que conservaban tu calor. Busqué tu olor en mi
piel, y el sabor de tu boca en la mía. Deseaba oírte susurrar mi nombre, notar tu aliento en mi cuello Quise sentir el placentero peso de tu
cuerpo sobre el mío, sentirme llena de ti. Perderme otra vez en oleadas de
placer y abandonarme totalmente a ellas, contigo. Cerré los ojos con fuerza,
buscando de nuevo el sueño que te trajo a mí. Fuera ya alboreaba el día, que
con sus primeras luces me mostraba…mi cama siempre vacía.
viernes, 14 de octubre de 2016
Otoño...
Sé que ha de nublarse y llover, sé que a una estación sin remedio, y sin que nadie pueda evitarlo, le sigue otra. Ha llegado el otoño, y me llena de melancolías y de tristezas, sin que tampoco tenga remedio y sin que nadie pueda evitarlo. Tal vez tan solo tú pero..
El sol tendrá prisa por marcharse, y nos calentará cada día menos. Las nubes lo cubrirán día sí, día no. La vida comienza un paréntesis, preludio del largo y helado invierno, que no se cerrará hasta la siguiente primavera.Y si en verano he soñado con largas y cálidas noches de luna llena. Con la brisa del mar y el sonido de sus olas. Con el olor de las flores nocturnas y los cielos estrellados. Con todo eso, con poder disfrutar de esas pequeñas cosas con tranquilidad, contigo. En invierno siento siempre ganas de compartir calor. El de sentarnos cubiertos con una manta en el sofá, mientras vemos una película una fría tarde de domingo. El de tomar algo calentito mientras llueve fuera. El de abrigarnos para dar un paseo juntos cuando cese la lluvia y todo huele a limpio. El de acurrucarnos en la cama por las noches, y seguir así por la mañana sin hacer caso al despertador. En salir de compras cuando se acerqué la Navidad, con las narices heladas y tomar un chocolate en cualquier cafetería. En todo eso, en poder disfrutar de esas pequeñas cosas con tranquilidad, contigo.
He soñado una vida que no existe y he querido arrastrarte a ella, conmigo. Las estaciones se suceden y aquí todo sigue igual. Ya no hay una buena para mí, porque tú...tú no estás en ninguna. Hace tanto que empecé este paréntesis, que puse en pausa mi vida esperando una primavera que no llega, que no recuerdo las que han pasado y no he sentido. No recuerdo reverdecer ni renacer al amor, aunque siento que su semilla sigue dentro de mí. Ya no recuerdo las cálidas caricias, ni los besos húmedos, no recuerdo sentirte dentro de mi y que eso me haga sentir viva. Sin embargo soy capaz de seguir soñando, anhelando tu regreso, deseando cerrar ese paréntesis, dejar de soñar, y volver a vivir...
miércoles, 12 de octubre de 2016
Un lugar al que escapar...
Quise esconderme en ti,
quise huir de mí, pero no te encontré. Te he buscado bajo la lluvia donde sueles estar para
mí, pero no te encontré. Las gotas de fría lluvia lavan mis lágrimas. No te encuentro, y no sé qué hacer...
De nuevo estoy en mitad
de todo, tratando de mantener el equilibrio y me cuesta hacerlo sola. En el
centro del huracán no reina precisamente la paz.
No puedes ayudarme,
nunca te hablo de mis problemas, no sabes que los tengo. En tu mundo soy una
diosa, en el mío la más insignificante de las mortales. Pero tú me haces
descansar, me sacas de aquí, dejo de pensar, de preocuparme. Concentro mis
cinco sentidos en ti y espero que tú hagas lo mismo.
No quiero hablarte de lo que me pasa, de lo que
pienso, de lo que siento, no, mejor no, eso sería arriesgarse a que me vieses
tal y como soy. Dejarías de ver en mí a la criatura sensual y sexual que
deseas, para verme sólo a mí. ¿Me
encontrarías entonces tan sumamente apetecible? ¿Seguirías estando loco por mí?
¿Volverías a decirme que me amas?
No puedo correr ese
riesgo.
Necesito seguir
teniendo un lugar al que escapar, un refugio, un sitio en el que cobijarme. Aunque no pueda hablar de almas ni de corazones, y ese espacio, abarque únicamente tu
cuerpo…
martes, 4 de octubre de 2016
Sigue sin tener título...
Entraste en mi
despacho y me encontraste hablando por teléfono. Te acercaste con un ramo de
margaritas en una mano y una botella de cava en la otra. Me besaste casto en la
mejilla, y yo, te hice un gesto con la mano para que te sentases a esperar.
Dejaste tus presentes sobre los papeles que tenía en mi mesa, y en lugar de
hacer lo que te había pedido, te marchaste sin decir nada. Estaba algo
enfadada, y tú, con tu actitud, me hiciste enfadar más. En cuanto acabé la
conversación salí en tu busca. No tenía intenciones de hacer reproches, sabía,
por experiencias anteriores, que no sirven de nada. Al igual que las promesas
de amor, nadie parece hacerlas con intención de cumplirlas. No las necesitaba y
no las pedía, pero empezaba a no gustarme ser como uno de tantos y tantos
libros como había en la biblioteca. Llegas, lo acaricias, lo tomas en las manos
y él te rinde su interior sin condiciones. Luego te marchas, colocándolo en su
sitio y dejando siempre algunas páginas por leer, sabiendo que estará justo ahí
cuando vuelvas. Sabiendo que se abrirá de nuevo a ti sin reticencias.
lunes, 3 de octubre de 2016
Deja que te mire...
Dicen que los ojos son el espejo del alma, que no hay nada que no diga una mirada, que silenciarlas es imposible, que basta mirar a alguien a ellos para saber lo que siente. Yo no lo creo.
Apenas me separan de ti unos centímetros. Estoy tan cerca que huelo tu perfume y siento el calor que emana tu cuerpo. Tan cerca que si me atreviese a alargar la mano podría tocarte, acariciarte. A tan poca distancia que veo el brillo húmedo de tus labios cuando sonríes, y si me atreviese, con tan solo acercarme un poco, podría besarte. Y te estoy mirando, fijo mis ojos en los tuyos, tanto, que veo en ellos algunas motitas de un color caramelo más oscuras. Te sonrío, poniendo en en mi sonrisa toda la intención del beso que deseo. Añado a mi mirada todos esos sentimientos que me callo, dejó que te susurre lo que eres para mí, que te grite lo que quiero y que te diga, que no me atrevo. Intento que sea intensa, expresiva, inolvidable, que te atrape y no seas capaz de apartar la tuya. Que si es verdad lo que dicen, tu alma y la mía se hablen. Sin tan solo fuese capaz de pronunciar las palabras que ahora mismo pronuncian mis ojos mientras te miro. Si tú fueses capaz de leer en ellos, de ver como te ama mi alma, si pudieras oírlos...
No puedo culparte, tampoco yo puedo ver lo que sientes con tan solo mirarte, o puede que sí, y por eso...no me atrevo.
jueves, 29 de septiembre de 2016
Hay días...
viernes, 23 de septiembre de 2016
Una primera vez...
Media tarde, primeros días de otoño, puede que los últimos
de verano. El sol se cuela por la persiana bajada y llena la habitación de
luces y sombras. De jirones luminosos que juegan con esos otros más oscuros
sobre tu cuerpo desnudo, mostrándome, escondiéndome. Esa piel, tu piel, hermosa,
y toda mía, ahora y solo ahora, solo mía. Y yo, como una niña ante un regalo,
como una adolescente enamorada en su primera vez, en nuestra primera vez. Tan
tímida como atrevida, con las emociones vivas en los ojos, en las manos, en los
labios. Con el alma desnuda y el corazón dispuesto a amar, acercándome a ti. Tu
primera caricia me hace mujer, adulta, madura, inexperta en mis experiencias. Y
tu cuerpo, hermoso, y todo mío, ahora y solo ahora, solo mío, y quién sabe, tal
vez, puede que solo esta vez. Y el mío, sobre el tuyo, regalándote lo que sé,
aprendiendo lo que no sé, conociéndonos, entendiéndonos. Cambiando las
palabras por susurros, por suspiros, por gemidos, ese lenguaje tan intimo en
el que largamente conversamos. No soy tu primer amor, y yo, ya amé antes de
conocerte a ti.
He olvidado el pasado, y no soy capaz de pensar en un
futuro. Me quedo aquí, en el presente. Tratando de atrapar las sombras y las
luces sobre tu piel. Anclada a tu cuerpo, tan hermoso, y todo mío. Dándote lo
que soy, siendo tuya, ahora y solo ahora, solo tuya, y quien sabe, tal vez,
puede…que para siempre.
domingo, 11 de septiembre de 2016
Hazlo...
El amor y el deseo me hacen temblar, ven aquí. Ven, no dejes que este fuego me queme y me consuma en tan solo un momento. Ven, tú puedes mantenerlo encendido, haz que arda despacio. Tus caricias serán llamas lamiendo mi piel, que prenderán, que avivaran una hoguera líquida dentro de mí y me abrasará si no te tengo. Que tus besos me incendien. Que tu cuerpo sea tea dentro del mío. Pídeme que no tenga prisa, que me convierta en brasa ardiente, en rescoldo que espera tu aliento para volver a amar. No quiero que se apague, necesito sentir ese calor. Que el deseo y el amor me hagan temblar de nuevo, y que sea por ti, que seas tú, quien me sostenga.
domingo, 4 de septiembre de 2016
Soy la Luna.
Soy la Luna, girando alrededor de la Tierra, y tú, eres la Tierra, girando alrededor del Sol.
Soy dueña de tus noches, de tus sueños, de tus mareas, de tus pasiones. Dueña de aquello que imaginas, porque yo lo siembro en tu imaginación. Lo creo, lo mimo, lo hago crecer. Hacedora de hechizos, de conjuros y de encantamientos de amor. Puede que esperes la noche para encontrarte conmigo, que con mi luz te haya arrancado promesas. Que el centelleo de las estrellas me haya hecho parecer más hermosa. Que mis cambios te sorprendan y mantengan la ilusión. Sabes que cada noche seré distinta, que por pequeña que sea siempre brillaré, que lo haré, por y para ti. Y que eres tú, y tu amor, quien me colma hasta hacer que esté en toda mi plenitud tan solo una noche. Sin embargo, cada amanecer vuelves tu rostro al Sol. Dejas de mirarme, pero sigo ahí, siempre, oculta, aunque no me veas nunca me alejo de ti. Dejas que yo te ame, pero es ese astro quien te da la vida, quien te posee, quien te tiene...
No hay noche ardiente de fría Luna, que pueda retrasar el amanecer. Y no hay día, amor mío, en que el Sol pueda demorar, el atardecer...
Soy dueña de tus noches, de tus sueños, de tus mareas, de tus pasiones. Dueña de aquello que imaginas, porque yo lo siembro en tu imaginación. Lo creo, lo mimo, lo hago crecer. Hacedora de hechizos, de conjuros y de encantamientos de amor. Puede que esperes la noche para encontrarte conmigo, que con mi luz te haya arrancado promesas. Que el centelleo de las estrellas me haya hecho parecer más hermosa. Que mis cambios te sorprendan y mantengan la ilusión. Sabes que cada noche seré distinta, que por pequeña que sea siempre brillaré, que lo haré, por y para ti. Y que eres tú, y tu amor, quien me colma hasta hacer que esté en toda mi plenitud tan solo una noche. Sin embargo, cada amanecer vuelves tu rostro al Sol. Dejas de mirarme, pero sigo ahí, siempre, oculta, aunque no me veas nunca me alejo de ti. Dejas que yo te ame, pero es ese astro quien te da la vida, quien te posee, quien te tiene...
No hay noche ardiente de fría Luna, que pueda retrasar el amanecer. Y no hay día, amor mío, en que el Sol pueda demorar, el atardecer...
viernes, 2 de septiembre de 2016
Te espero.
Te espero, impaciente, como siempre. Me miro en el espejo una vez más preguntándome si te gustará lo que veas al llegar. Sonrío a mi reflejo, que me devuelve la sonrisa y el brillo en la mirada de una mujer que ama. Oiré tus pasos cerca de la puerta y esperaré a que llames, pero no te haré esperar. Te dejaré entrar y cerraré tras de ti. Cuando me gire me estarás mirando, con la sonrisa y el brillo en los ojos de un hombre que ama. Correré a tus brazos y me acogerás en ellos. Cerraré los ojos, aspiraré tu perfume, y mis labios rozarán la suave piel de tu cuello. Te besaré, me mirarás, me besarás, nos abrazaremos. Bromearé contigo, sobre lo mucho que has tardado y cuanto te he echado de menos. Tu silencio me pedirá perdón, y yo, perdonaré cualquier tardanza si tras ella apareces tú. Darás un paso atrás para mirarme, y yo, daré una vuelta, girando sobre mis tacones de aguja y riendo como una niña que muestra su vestido nuevo.
Me he arreglado pensando en ti, en lo que voy a sentir con cada prenda que retires. Imaginando tus manos deshaciendo nudos, liberando botones. En mi respiración contendida que empezará a agitarse. En la tuya, acompañándola. En tus caricias mientras me quitas poco a poco el vestido, en tus ojos cuando te encuentres con mi ropa interior negra. En la promesa que te hice de enseñarte a quitarme el liguero que me he puesto, en tus dedos enredados con él. En tus manos bajando mis medias poco a poco, y subiendo hasta mis muslos después. En las mías acariciando tu pelo mientras te arrodillas ante mí. En tu labios encontrándose con mi piel, y tu boca...perdiéndose entre mis piernas, arrancando de mi un suspiro que se convertirá en gemido...en el primero de muchos, hasta que el placer me haga gritar.
Te espero, impaciente, como siempre...no tardes.
jueves, 1 de septiembre de 2016
¿Quién dice que esté sola?
De repente sintió ganas
de hablar con la dependienta. Como un borracho que habla con el camarero en la
barra de un bar. Por soledad, por desahogarse, por tener un poco de conversación con
alguien a quien ella le da igual, a quien en realidad no le importa. Pero no
sería igual repasar su vida sin una copa delante, sin la ayuda del alcohol
recorriendo su sangre y colocando una cálida bruma ante lo que, a veces, le horrorizaba.
Sus secretos, sus anhelos, sus sueños, sus fracasos, sus muestras de cobardía,
eso, a lo que no le quedaba más remedio que llamar, su vida. Nunca tuvo amigas, ni siquiera para algo tan trivial como salir de compras. Y quién necesitaba a nadie, y mucho menos para
eso. Había descubierto lo maravillosas que podían ser las dependientas. La aconsejaban, buscaban las tallas sin
problema, siempre le decían lo delgadísima que estaba, y cuando se marcha les paga... y ya no les debe nada. Nunca le fallaría a una de ellas, a menos que
no se llevase todo lo que se hubiese probado, pero aun así, incluso en ese
caso, siempre la despedirán con una sonrisa.
Recogió la compra
guardada en numerosas bolsas por la dependienta, casi una adolescente, de larga melena y piernas kilométricas.
Su tarjeta de crédito se estremeció cuando le extrajeron el pago de aquella
huida de sí misma, de ese intento de querer dar de lado a la soledad. Se miró en un espejo cuando dejaba la tienda.
Se arregló el pelo y se puso las gafas de sol. ¿Qué edad tenía? Demasiada para
las minifaldas que había comprado o las camisetas ajustadas de llamativos colores.
Se sacudió esa imagen de sí misma y con paso firme se dirigió al primer bar que
encontró. Un tugurio oscuro que olía a ambientador de coche, mezcla de pino y
desinfectante, con una larga barra de
madera brillante y vacía a esa hora temprana de la tarde. Un camarero limpiaba
un vaso con un paño tan blanco que no hacía juego con el resto del local.
Levantó la vista al verla entrar. Se acercó, y ella pudo comprobar que no se
había afeitado en varios días, que la camiseta con el nombre del bar estaba
vieja y descolorida sobre la incipiente barriga, y que también olía al mismo
ambientador de coche. Aun así, y sin quitarse las gafas de sol le sonrió. El camarero le devolvió la sonrisa y le dijo,
echándose el paño sobre el hombro.
— ¿Qué te pongo guapa?
Pronunció el nombre del
licor casi como si ya lo paladease, y le guiñó al camarero detrás de sus lentes
oscuras…
martes, 30 de agosto de 2016
Todo es posible...
Imagino... y tras esa palabra se abre un mundo, inimaginable. Soy capaz de hacer realidad todo lo que desees, solo he de imaginarlo, y tras esa palabra, escribirlo.
Puedo ser tuya y puedes ser mío, si tú lo quieres. Puede atardecer, el sol puede estar poniéndose, dejando un rastro de nubes rojas como la sangre en el mar, o tras las sierras, donde tú lo quieras. La luna tal vez esté tan llena que lo ilumine todo, si quieres que le añada reflejos de plata a aquello que mires, lo haré. Quizá desees estrellas, un inmenso cielo de una noche de verano con tantas estrellas y que brillen tanto, que no seas capaz de apartar la mirada de ellas. Si quieres, haré que parezcan tan cercanas que con solo alargar la mano puedas coger una, y si me atrevo, escribiré que me la regalas. Puedo hacer que amanezca, esas primeras luces del alba cuando el cielo se va tiñendo de suaves colores, con el sol apenas apuntando, con los trinos de todos los pájaros, los más hermosos, eso desde luego. Si quieres un paseo bajo la lluvia en primavera podemos tenerlo, un paraguas que nos cobije, una lluvia suave que repiquete en los cristales, en las aceras, y haga que nos reflejemos en los charcos. O tal vez quieras mejor un otoño, un paseo por un bosque y el crujir de las amarillentas hojas bajo nuestros pies, y una flor tardía, y si me atrevo, me la regalas. ¿Te apetece un frío invierno? Puedo hacerlo, nieve blanca y helada cubriéndolo todo, una chimenea donde la leña se quema. Haré que sientas su calor en el rostro y la oigas crepitar, y si me atrevo, me haces el amor frente a ella. Sentirás, sentiremos,la pasión más devastadora, el deseo mas desgarrador, y nuestro fuego eclipsará a aquel que arde junto a nosotros. O un caluroso verano, las olas del mar, paseos por la orilla con el agua salada lamiéndonos los pies, risas, miradas, palabras escritas en la arena, y si me atrevo, me besas.
Puedo hacer realidad cualquiera de tus sueños, solo he de escribirlo, y será como si fuese real, si tú lo quieres. Verás, oirás, saborearas, sentirás el sol, el viento, el frío, el calor, la lluvia, y si me atrevo, sentirás lo que siento por ti.
Solo hay una cosa que no puedo escribir...lo que tú sientes por mí, o sí, tal vez si me atrevo...
Puedo ser tuya y puedes ser mío, si tú lo quieres. Puede atardecer, el sol puede estar poniéndose, dejando un rastro de nubes rojas como la sangre en el mar, o tras las sierras, donde tú lo quieras. La luna tal vez esté tan llena que lo ilumine todo, si quieres que le añada reflejos de plata a aquello que mires, lo haré. Quizá desees estrellas, un inmenso cielo de una noche de verano con tantas estrellas y que brillen tanto, que no seas capaz de apartar la mirada de ellas. Si quieres, haré que parezcan tan cercanas que con solo alargar la mano puedas coger una, y si me atrevo, escribiré que me la regalas. Puedo hacer que amanezca, esas primeras luces del alba cuando el cielo se va tiñendo de suaves colores, con el sol apenas apuntando, con los trinos de todos los pájaros, los más hermosos, eso desde luego. Si quieres un paseo bajo la lluvia en primavera podemos tenerlo, un paraguas que nos cobije, una lluvia suave que repiquete en los cristales, en las aceras, y haga que nos reflejemos en los charcos. O tal vez quieras mejor un otoño, un paseo por un bosque y el crujir de las amarillentas hojas bajo nuestros pies, y una flor tardía, y si me atrevo, me la regalas. ¿Te apetece un frío invierno? Puedo hacerlo, nieve blanca y helada cubriéndolo todo, una chimenea donde la leña se quema. Haré que sientas su calor en el rostro y la oigas crepitar, y si me atrevo, me haces el amor frente a ella. Sentirás, sentiremos,la pasión más devastadora, el deseo mas desgarrador, y nuestro fuego eclipsará a aquel que arde junto a nosotros. O un caluroso verano, las olas del mar, paseos por la orilla con el agua salada lamiéndonos los pies, risas, miradas, palabras escritas en la arena, y si me atrevo, me besas.
Puedo hacer realidad cualquiera de tus sueños, solo he de escribirlo, y será como si fuese real, si tú lo quieres. Verás, oirás, saborearas, sentirás el sol, el viento, el frío, el calor, la lluvia, y si me atrevo, sentirás lo que siento por ti.
Solo hay una cosa que no puedo escribir...lo que tú sientes por mí, o sí, tal vez si me atrevo...
viernes, 26 de agosto de 2016
¿De un libro?
Alargaste una de tus
manos hasta mi pelo, encontraste las horquillas que lo sujetaban, y mientras mi
melena se derramaba te lo llevaste a los labios.
—He querido hacer esto
desde que te vi esta mañana—susurraste en mi oído.
Yo no podía respirar,
sentía el corazón en la garganta y el atizador resbaló de mi mano. Tu boca, en
apenas un segundo, fue desde mi oído a mi boca. Y esta te recibió como se
recibe a un recién llegado tras una larga espera, con el anhelo y la añoranza
de lo que hace mucho que no se tiene. Con el deseo y la pasión con la que se
espera a quien se ama. Tus labios alimentaron un fuego que ni siquiera supe que
se había iniciado, hasta que no me quemó en las entrañas. Una de tus manos en
mi cabeza mantenía mi boca unida a la tuya con fuerza, aunque yo no quería que
se separasen. La otra en mi cintura pegaba mi cuerpo al tuyo, adaptándolo a el, hasta que sentí que encajábamos como piezas perdidas de un puzle que por
fin se encuentran.
miércoles, 17 de agosto de 2016
¿Lo pensarás?
Esas conversaciones de alcoba, de cama revuelta. De pieles húmedas de pasión y cuerpos exhaustos de amar. Confesiones envueltas en la deliciosa bruma que deja tras de si el placer más exquisito. Esas palabras sinceras, porque las pronuncia el corazón. Diálogos íntimos, cálidos, entre frías sábanas de seda blanca. Con la clarividencia de un futuro inexistente, que trata de ocultar la realidad del presente. La realidad de un amor que ha de construirse cada día. Cada día nace, cada noche muere, agarrándose al pasado para renacer. Frágil e indestructible a la vez, fiero y tierno, luz y oscuridad.
-Dime ¿Acaso no estás ahora mismo en el paraíso?-dijo ella
-Sí, ahora mismo sí- respondió él
-Pues imagina sentirte así siempre, cada uno de los días que me quede por vivir. No puedo garantizarte una vida sin problemas, sin sus más y sus menos, pero si que pase lo que pase voy a hacer que te sientas así, como ahora, siempre. Esa será mi única misión, mi única razón. Pondré todo mi empeño en tu felicidad, en tus sonrisas. Haré que te sientas amado, deseado, querido, considerado, valorado. Único.Y que habites en el paraíso, igual que ahora ¿Lo pensarás?
sábado, 13 de agosto de 2016
¿Te he contado que...?
Te esperaba, siempre te he esperado, todo lo que recuerdo de mí vida no es más que lo que sucedió mientras llegabas. No supe que eso era lo que hacía hasta que no apareciste. Que ese continuo pasar del tiempo, que esos días, meses y años, no eran de verdad una vida. No fue de repente, mentiría si dijese eso. Al principio no te vi, y pasaron estaciones enteras hasta que me di cuenta de que eras tú, y que yo te estaba esperando. Pero cuando lo hice, cuando mis ojos por fin fueron capaces de ver... Fue como nacer, como abrir los ojos al mundo y sentir que el corazón te late, que respiras, que estás viva. Me dijeron que simplemente me había enamorado, como si aquello que sentía fuese algo que pudiese relacionarse con la simpleza. No, no era solo eso. Me dijeron que se me pasaría, que el enamoramiento no es más que una enfermedad y que se resuelve en pocos meses. Como si yo necesitase una cura, como si quisieran salvarme de ti. No, no era eso, y si lo era yo no quería sanar.
Y te amé, de todas las maneras en que es posible amar. Te amé con la locura cuerda del que ama. Te amé como si no hubiera nada más en el mundo que tú, con la ceguera que me producía tu luz. Te amé con las consecuencias de amarte sin pensar jamás en ellas. Te amé con mi vida, porque tú me la habías dado, porque te pertenecía.
Desoí consejos, palabras, argumentos, advertencias. Desoí a esa pequeña parte de mí que había quedado a salvo de ti. Una minúscula porción de mi que se resguardó de la devastación de amarte. Tan pequeña que ahora parece no bastar para reconstruirme. Tan diminuta que no es suficiente para devolverme a aquella vida, que no era vida sin ti, pero que ahora...es lo único que me queda.
Sobrevivo a base de recuerdos desde que no estás, tan desgastados que ya no distingo sin en algún momento fueron realidad. Sobrevivo de la esperanza y de alguna ilusión que no se ha roto, ambas inútiles e intactas.
Me dijeron que ahora sufro de desamor, como si supieran lo que es sufrir...
¿Te he contado que te esperaba?
martes, 9 de agosto de 2016
Fin.
Caminaba bajo el inclemente sol. No la necesitaba, ni la clemencia ni la falsa piedad de nadie. Alzó la mirada y la fijó en el astro ardiente, de frente, sabiendo que su luz la cegaría. Quiero que me abrases le pidió. ¡Abrásame! ¡Reduce lo que ves a cenizas! le gritó. Haz que arda hasta no ser más que un puñado de pavesas que esparcirá el viento. ¿No ves que me consumo? Hazlo tú, extingue mi pobre existencia, deja que me incendie tu calor, destruye esta carcasa que me contiene y deja que lo que quede limpio de mi alma escape de mí. Que mi corazón sea tan negro como el carbón, que mis ojos calcinados no vean nunca más tu luz. Que mi piel se seque y se cuartee como la tierra yerma. Ya estoy marchita ¿Es que no lo ves? Pero el sol no la oyó, y ella, siguió caminando. Sus pasos la llevaban deprisa en su busca, lo seguiría hasta que se ocultase, hasta que lo reemplazase la luna. Si él no la oía, tal vez la luna, mucho más fría, quisiera, amparada y ocultándose en la noche, acabar con ella.
viernes, 29 de julio de 2016
Como el mar te quiero...
¿Quieres saber cuánto
te quiero?
Oye el sonido del mar,
como el mar te quiero. Como el mar llegaré suave a tu orilla, creceré con la
marea alta y te cubriré por completo
hasta hacer que seas mío. Como el mar te quiero. Me marcharé con la marea baja,
dejando tras de mí un rastro de piedras desgastadas en las horas de espera. De
conchas de colores. De mí salada humedad.
Con la fuerza y la pasión del mar te quiero. Rebelde y espumosa cuando
no te puedo alcanzar. Deseosa de
tomarte, en lucha continua con las rocas que me impiden acercarme a ti, y que me deslice por tu arena. Como el mar te quiero. Seré espejo en la noche de la
luna llena, para regalártela. Atraparé el sol al atardecer y tornaré mis aguas
en bronce líquido, para ti. Como el mar te quiero. Te ofreceré los tesoros que
guardo dentro de mí, perlas hechas de besos, corales construidos con amor. Solo
tú podrás explorarlo y tomar lo que desees de mí. Como el mar te quiero. Con su
constancia, con su firmeza, con su perseverancia, incansable, sin tregua. Como el mar te quiero,
invencible.
¿Quieres saber cuánto
te quiero?
Cuenta las olas del
mar, una, dos, tres, cuatro…jamás se detendrán.
Como el mar te quiero…
domingo, 24 de julio de 2016
En el lado oscuro...
No sé porque fui, me
retrasé todo lo que pude pensando que ya no estarías. Al llegar te encontré
esperando, sentado, leyendo un libro que dejaste abierto sobre la mesa al verme
entrar. Me acerqué, sin saludar, me sentaste en tus rodillas y me besaste
lentamente sin que mediase palabra entre nosotros. Si el amor no entiende de razones, el sexo
tampoco. Mi mente no se concentró de
inmediato en ti, pero mi cuerpo sabía qué le esperaba con cada una de tus caricias.
Se preparó para ti, aun antes de que yo desease ser tuya. Tus manos, tus dedos
siempre hábiles, buscaron esa parte de mí que siempre parece añorarte. Tanta
humedad nos sorprendió a los dos. A ti te hizo perder la cabeza, y a mí, el
resto de la ropa. Te perdiste entre mis piernas para terminar empapado de mi
esencia, que también parece pertenecerte. Esa que echabas de menos, en lugar de
echarme de menos a mí.
No me gustó que me
gustase, aunque no sé de qué me extraño. ¿Cuándo ha formado parte el amor de
nuestros encuentros? Me haces dudar de todo, me haces dudar de mí.
Soy la cara oculta de
tu luna, la mujer con la que compartes las sombras, un inconfesable secreto. Acepté serlo
y forjé mis propias cadenas. Mientes cuando dices que no puedes estar sin mí,
puedes hacerlo, lo haces cada día. Tú nunca
me has amado, aunque yo siempre esperé que lo hicieras.
Recojo mi ropa del
suelo en silencio. Me observas, desnudo, mientas me la vuelvo a poner. Abrocho
cada botón con la misma lentitud con la que tú has hecho el gesto contrario, y
veo crecer de nuevo tu necesidad de mí. Me subo el vestido, me siento a horcajadas
sobre, y mientras te siento entrar suavemente en mí, pienso…
Eres la cara oculta de
mi luna, un hombre con el que comparto las sombras, un inconfesable secreto. Aceptaste
serlo, y forjaste tus propias cadenas. Miento cuando digo que no puedo vivir
sin ti, puedo hacerlo, lo hago cada día. Yo nunca te he amado, aunque siempre
espere… poder hacerlo.
jueves, 14 de julio de 2016
Esperaba el momento...
Una fecha en el
calendario, un día señalado tan solo en el corazón. Un libro con las hojas
gastadas, releído una y otra vez. Flores muertas guardadas entre sus páginas.
Cartas atadas muy juntas, palabras escritas con la tinta ya desvaída, olvidadas,
no, guardadas, en un cajón. Fotografías amarillentas, rostros desdibujados de los que fueron y ya no son. Un paisaje que ya no
existe, pero que persiste en la memoria. Una tarde, una noche, un amanecer.
Esperaba el momento de
poder olvidarte, repasando una y otra vez cada una de esas pequeñas cosas de
las que no quise deshacerme. Reviviendo conversaciones, añorando sonrisas, anhelando
besos y abrazos que nunca más se repetirán.
Se van desgastando entre mis dedos, descomponiéndose en mis manos, pero
no así los sentimientos. Han pasado años, y todo ha sucedido ayer. El ímpetu de
la juventud dio paso a la calma madurez, y el fuego de aquella pasión continua siendo
cenizas ardientes en mí. Y yo, esperaba el momento de poder olvidarte. De que mis fantasmas descansasen en paz, de
poder volver a vivir esa vida que tu ausencia me negó. De recomponerme, de
estar entera. Esperaba el momento de poder olvidarte y que me devolvieses todo
lo que te di, y todo lo que te hubiese dado. Esperaba el momento de poder
olvidarte y librarme de las preguntas sin hacer, de tantos y tantos por qué. Esperaba
el momento de poder olvidarte, de soltar las amarras que me atan a un puerto
donde no queda nada para mí. Donde no me protejo de los malos vientos, sino que
estoy a su merced. Esperaba el momento de poder olvidarte y extender unas alas
que plegué a tu voluntad, con las que ya no sé si podré volar. Esperaba el
momento de poder olvidarte, y tal vez, volver a amar.
Sí, es lo que hago cada
día, siempre que mi pobre voluntad me lleva al rincón donde guardo todas esas
pequeñas cosas, de las que no quise deshacerme. Y cada vez que alguien me
pregunta, ¿Qué haces? Respondo, nada, solo, esperaba el momento de…
Y en espera de poder
olvidarte, me conformaría, con dejar de recordarte…
miércoles, 13 de julio de 2016
A cualquier cosa lo llamo...cuento.
No siente frío, porque
espera el calor de los abrazos.
No siente hambre,
porque espera alimentarse de caricias.
No siente sed, porque
espera beber de sus labios.
No ve, porque sólo lo
hace a través de sus ojos.
No oye ni habla, si no
son palabras de amor.
Más... ¿Late su
corazón? ¡Vive Dios que así es!
¡Corred! ¡Corred! ¡Dad
deprisa la noticia!
Quizá creyendo
despertar a una dulce criatura, él, no hace más que sacar de su
letargo a un terrible monstruo. Un ser hambriento de amor, necesitado,
insaciable, incapaz de sentirse lleno de ese hermoso sentimiento. Quizá
contemple con horror a aquella que tiene ante sí, tan bella, y a la vez, tan horripilante.
Preguntándole al destino, gritándole más bien, ¡¿Por qué?!
Devorado y consumido por ese voraz y ansioso ser tratará de escapar,
pero... ¿Cómo hacerlo? si una y otra vez ella usa un arma infalible,
atrayente, seductora. Una mortal trampa revestida de, a simple vista, el
más inocente, el más entregado, el más incondicional, el más puro...amor.
Cuenta la leyenda que
el príncipe, ¿despertó a una princesa?
martes, 12 de julio de 2016
Una versión de dos historias.
Esas sábanas blancas tibias de tu calor, enredadas en mi cuerpo donde antes estuvo tu piel. Ese rastro de tu olor en mis manos y el regusto de tu sabor en mi boca. El eco de tus palabras en mis oídos. El color de tus ojos, al cerrar los míos. Tu sonrisa, mi sonrisa, mezclada con mi lápiz de labios.
Ese rastro de mi olor en tus manos, y el regusto de mi sabor en tu boca. El eco de mis palabras en tus oídos. El color de mis ojos, cuando cierres los tuyos. Mi lápiz de labios mezclado con tu sonrisa, con mi sonrisa. Y esas sabanas tibias de tu calor, que has dejado enredadas en mi cuerpo, donde antes estuvo tu piel.
Y lo que vivimos juntos...¿lo recordamos igual?
lunes, 11 de julio de 2016
Hace calor...
Quieres tocarme, siento
tus ganas incluso desde aquí. Tus ojos llevan
rato tratando de librarse de mi ropa. Con
la lentitud que te permite tu mirada, pero que no te permitiría la impaciencia
por tenerme. Te yergues en el asiento
tratando de disimular. Pero estás pendiente de cada centímetro de la falda de
mi vestido que se sube, cuando cruzo las piernas. Hace calor, y no te has
quitado la corbata. Aunque has aflojado un poco el nudo, cuando me he levantado
el pelo dejando al descubierto mi cuello. El calor derrite el hielo en los
vasos aguando la bebida, pero no tienes prisa, no quieres darme una excusa para
que me marche. Tal vez no quiero irme.
Entreabres la boca al ver que me llevo el vaso a la boca, sin apartar la
mirada de la gota húmeda que se queda en mis labios al beber. Ese pequeño
detalle me ha puesto fácil seguir jugando, y sonrió, cuando la recojo con la
lengua. He podido oír desde aquí como tragabas saliva, antes de dar un trago
largo a lo que bebes. Me preguntas si quiero otra copa, te digo que no. Si hago
esto, si sigo con esto, quiero saber qué estoy haciendo. Eres lo que cualquier
mujer querría, desearía. Pero también yo soy lo que cualquier hombre querría, desearía,
y las miradas de tus amigos así te lo dicen. Miras por encima de mi hombro, a
la barra, donde los has dejado. Posiblemente te apremian para que des un paso
más, para que me invites a subir a tu habitación, o a salir de allí,
juntos. No me giro, ellos no me
interesan, solo tú. Me acerco un poco más. El tirante de mi vestido se resbala
suavemente por el hombro, dándote una visión más generosa de mi escote. Lo
devuelvo a su sitio muy despacio. Y apuras de un sorbo el líquido ambarino, ya
sin hielo, del vaso que tienes en la mano.
Quieres tocarme, siento
tus ganas incluso desde aquí. Pero sabes una cosa…quiero jugar un poco más…
domingo, 10 de julio de 2016
Sigo aquí...
Lo
que os cuento sucede en el presente, en el mío. Da igual si sucedió en un pasado
que empiezo a olvidar, o en un futuro que desde luego nunca tendrá lugar. Mi
tiempo se detuvo, para mí ya no existe nada antes ni existirá nada después, tan
solo este ahora.
Es
mi alma cargada de vivencias la que se va desgastando poco a poco, tampoco sé
cuánto durará. Estoy aquí, y allí, pero no sé si estaré más allá. Visto así
puede parecer difícil de entender pero puedo explicarlo, o al menos intentarlo
La
muerte llegó sin avisar, aunque digan que en ocasiones lo hace muchas veces no
es verdad. ¿Quién puede predecir el instante exacto? Nadie. Por más agonizante
que se encuentre un ser humano nadie puede asegurar, día, ni hora, ni minuto,
ni segundo. Así que, aunque mi enfermedad había sido diagnosticada, tratada, y
vuelta a diagnosticar para ser tratada de nuevo, llegó sin avisar.
Desde
ese momento soy lo que suele llamarse un alma en pena, un ente errante, un
espíritu, un fantasma. Yo digo que solo soy, un alma viva.
Tampoco
tiene mucha explicación que siga sintiendo, que lo que sucede a mi alrededor me
haga, a veces, llorar. ¿Qué cómo llora un alma? Creo si pudierais verlo sería
una visión de lo más desgarradora. Es, son, sentimientos puros, tanto, que
duelen y el dolor es insoportable. Y mucho menos razón le encuentro al hecho de
haberme quedado junto a ti. Ya en vida, en la mía, no era precisamente alguien,
o eso creía, importante para ti. Ahora, que ni siquiera puedes verme, soy lo
que siempre dije que fui, invisible.
Me pregunto si notas mi presencia. Si en
alguna ocasión cuando me entretengo en aspirar tu perfume pegada a tu cuello,
sientes mi aliento. O si alguna noche, cuando acomodo mi inexistente cuerpo al
tuyo para dormir, notas mi abrazo.
No
he dejado de hablarte ni un solo día, y no todo son reproches. Hay veces que te cuento todo lo que recuerdo, para no
olvidar, para que no me olvides. Que te hablo de mi, de cómo estoy ahora. Que
te llamo por tu nombre, que te susurro que te quiero. Es posible que me oigas,
como si mi voz viniese de dentro de ti, como si mis palabras fuesen tus propios
pensamientos. Puede que oigas mi risa cuando bromeo contigo, como hice siempre,
queriendo que sonrías. Ojalá encontrase la manera de hacerte saber que sigo
aquí, contigo.
Sobre
todo esas madrugadas, cuando despiertas sobresaltado, cuando te arrepientes de
todo lo que no hiciste o no dijiste, cuando quieres dar marcha atrás en el
tiempo. Cuando te culpas incluso de mi muerte. Cuanto quisiera poder consolarte
en esos momentos, librarte de ese sentimiento. Que supieras que estaba equivocada
que no supe verlo, que ahora que no soy nada, sé, que para ti, lo era todo.
Quizá
me he quedado aquí no para perdonarte, sino para que me perdones.
Quizá
es tu amor, quien me retiene a tu lado.
Sigo
aquí...
Y te amo...
jueves, 7 de julio de 2016
¿Puedo escribirte?
Le escribió durante años, porque no era capaz de pronunciar las palabras. Guardó esas cartas bajo llave, donde solo ella podía encontrarlas, donde solo ella podía volver a leerlas. El pasado no se puede cambiar. Ella tampoco podía cambiar su presente, y mucho menos su futuro.
Esas cartas estaban llenas de todo lo que no fue capaz de decirle. De todas esas suplicas mudas que esperaba que viese en sus ojos. Todas las esperanzas, con las que creaba sueños y vida para él. Todas esas promesas que no se hicieron, porque ella no las exigía. Escribió todas las lágrimas que no pudo derramar en su presencia. Escribió las sonrisas que él debió dibujar en su rostro. Escribió los besos, las caricias, y el amor, que no le daba. Escribió su vida, tal y como la imaginó. Vivió, en aquellas cartas que nunca enviaba. Renunciaba a él cada anochecer, y volvía a amarlo cada amanecer. Suplía su ausencia escribiendo su presencia. Se perdió en aquellas cartas, su vida transcurría escrita en un papel doblado con cuidado, apilado junto a otros y encerrado en un cajón. Un año, dos, diez, veinte.. Ni siquiera se había dado cuenta y nunca supo a ciencia cierta, porque no estaba escrito, el momento en que él... nunca más regresó.
domingo, 3 de julio de 2016
¿Un cuento?
La única forma de llegar hasta ella, era a través de su corazón.
Se enamoró una noche de verano, sin luna, pero con millones de estrellas. Lo amó, del tal manera que ella era la tierra, y él, su sol. Hizo promesas. Pronunció palabras como..te amaré toda mi vida y nunca amaré a nadie que no seas tú. Llenó su corazón de todo ese amor y luego levantó un muro. Lo fortificó, lo blindó, lo cerró.
Desde que él se marchó... nadie ha podido volver a amarla.
sábado, 2 de julio de 2016
Esbozo
—Sé qué es lo que te asusta —dijo
ella
— ¿Lo
sabes? ¿De verdad lo sabes? — dijo
él
Sí, lo sé, quiso explicarle,
pero guardó silencio. Sabía que él temía que lo amase, no por el amor en sí, si
no porque pusiera en peligro la vida que había llevado hasta ahora. No pensaba
que ella lo hiciera cambiar, no, no la amaba tanto, por eso temía ese amor.
Imaginaba mil situaciones en las que él no podría responder a esa efusividad, a
esa explosión de amor, y ella, ¡Dios mío! ¿Y si ella perdía la cabeza? Había
confiado en su buen juicio, la creía una mujer razonable, templada, y descubrió
a un ser hambriento de amor que parecía, a ratos, haber perdido el juicio.
Sí, quiso explicarle que sabía lo que pensaba,
lo que le asustaba, pero calló. No le diría que hacía bien confiando en ella,
que sí, que el amor había hecho erupción en su vida y que nada podía
controlarlo. Quería amarlo, deseaba amarlo, pero precisamente porque lo amaba
lo antepondría a todo, primero estaba él y su felicidad, y ella no formaba parte
de eso. Sólo era… su amante, alguien a quien veía de vez en cuando, alguien a
quien besaba, a quien hacía el amor,
alguien a quien quería a ratos, pero no… ella no era su vida, aunque ella
hubiera dado su vida por él.
viernes, 1 de julio de 2016
...
Te dije mil veces que solo necesitaba tu amor y nada más, te mentía. Que no quería más, y no era cierto. Te mentí, me mentí, para poder esperar. Me equivocaba. Te dije que me bastaba, que era suficiente, que lo que me dabas era...
Eran migajas, restos, sobras, y me has alimentado con ello, me he alimentado de ello durante demasiado tiempo. Quise que mi lucha fuese silenciosa, hice de la paciencia y el amor mi bandera, y la use, una, y otra, y otra, y otra vez...Hasta que no quedaron más que unos jirones desgastados y descoloridos, que a duras penas se sostienen cuando ondean al viento. El viento helado de la desesperación.
Donde hubo amor ya no queda nada. Solo un desierto de cadáveres desecados, los de cada una de mis ilusiones, de mis esperanzas. De tierra seca y agrietada, en la que agoniza sin remedio todo lo que sentí, todos esos anhelos que sembré, y que nunca, llegarán a dar fruto. Donde hubo fuego y pasión ya no queda nada, tan solo ceniza fría y muerta. Donde hubo luz se ha instalado la oscuridad. Donde estuviste tú...ahora solo estoy yo.
Tal vez si desde el principio te hubiese dicho la verdad...
martes, 28 de junio de 2016
¿Un final?
Bebió un sorbo de la copa
que sostenía en las manos, el cava estaba frío todavía. Dejó que le recorriese
la garganta y se llevase con él la sensación de soledad que la embargaba en ese
momento. Se tragó a la vez un par de lágrimas que llevaban rato
atenazando su garganta. Miró hacia atrás, a la fiesta. Nadie le prestaba
atención, nadie se daría cuenta, mejor así pensó. Soltó la copa en el suelo.
Desabrochó las hebillas que sujetaban las sandalias de tacón a sus tobillos y
se descalzó. La falda amplia de su vestido no le impediría alzar las piernas hasta
poder subirse a la balaustrada. La sintió fría entre las piernas antes de
girarse y quedar sentada de cara al precipicio. El viento le apartó el cabello
de la cara, tal vez para darle oportunidad de ver con claridad. Lo que iba a
hacer estaba decidido, era la única manera de no faltar a su promesa, y la
única, de hacer lo que creía justo. De todas maneras vivir resultaba
últimamente demasiado doloroso, y aquella era la forma de librarse del dolor. Repasó
mentalmente en pocos segundos todos los pormenores, había tenido cuidado con
los detalles, nada podía salir mal salvo, que le faltase el valor en el último
momento. Eso no iba a pasar. Cerró los ojos y contuvo el aliento pensando que
solo saltaba al agua. Alzó los brazos, como si fuese a echarse a volar, y se
dejó caer. No llegó a oír los gritos de quienes la llamaban a voces para que se
detuviese, porque la ensordeció el viento. Y mucho menos los de los que la
observaban desde arriba, porque se había perdido en la oscuridad de la
inconsciencia. Algunos apartaban la mirada de aquel cuerpo que la espuma,
teñida de rojo, trataba de cubrir sobre las rocas.
lunes, 27 de junio de 2016
No me mires así...
No,
no me mires así, si vas a tratarme como a una puta será mejor que empieces a
pagarme. ¿Cuánto vale para ti lo que te he dado? Hablo del sexo, el amor te lo
regalo. Yo he pagado por lo poco que me das, he pagado un precio. Te lo has
cobrado en lágrimas y en soledad, en sumisión, en obediencia, en esperanzas y
paciencia. Ya no me queda nada más que darte. He vaciado mi corazón hasta
sangrar la última gota de amor. Y ahora que ya no tengo más de todo eso, usas
mi cuerpo. Pero esta cascara vacía no te sirve, no te sacia, no te sosiega.
No,
no me mires así, como si estuviese loca. Llevo años advirtiéndote que este
momento llegaría. Ahora me duele igual tenerte así, que perderte por completo.
No queda nada que poner en la balanza, solo tus ganas de vaciarte en mí, y eso,
no pesa nada para mí.
No,
no me mires así, no te odio, nunca lo haré, te he amado como a nadie. Yo misma
arranqué pedazos de mi corazón y los até al tuyo, en un vano intento de formar
parte de ti. Tienes tantos que apenas me queda nada, y no, ni siquiera voy a
pedirte que me los devuelvas, quédatelos. Algún día te serán necesarios, cuando
estés solo, y lo único que te quede sea el recuerdo lejano y cálido… de lo que sentí por
ti.
viernes, 24 de junio de 2016
Tu agua
Creerás que puedes retener el agua entre las manos, que no escapará de entre tus dedos, que no terminarás perdiendo hasta la última gota. Tal vez cuando la lleves hasta tu boca queriendo saciar tu sed, sea demasiado tarde, y no haya más que un rastro de humedad. Un vestigio de lo que tenías, y ya no tienes. De lo que fue, y ya no es.
Debiste beberme cuando me tenías en tus manos. Cuando era yo quien se aferraba a tus dedos para no caer. Cuando una y otra vez, regresaba a ti... intentado ser...tu agua.
Debiste beberme cuando me tenías en tus manos. Cuando era yo quien se aferraba a tus dedos para no caer. Cuando una y otra vez, regresaba a ti... intentado ser...tu agua.
domingo, 19 de junio de 2016
Esas ganas...
Esa impaciencia que apenas se contiene, que no quiero que contengas, que no quiero contener. Esas ganas de piel, de tu piel, en mis manos, en mi labios, en mi cuerpo. Esas ganas de penumbra, de luz del sol, de día, de noche, de luz de luna, de velas. Del brillo de tus ojos perdidos en los míos. Esas ganas de susurrar, de gritar. Esas ganas de confidencias, de silencios. De latidos de corazón que se aceleran, que se sosiegan. Esas ganas...de tus ganas...
viernes, 17 de junio de 2016
Cuéntame tu secreto...
Cuéntame un secreto, uno que no le contarías a nadie. Que esté guardado muy dentro de ti. Algo oscuro, pecaminoso, lujurioso, o tal vez hermoso y tierno. Un deseo.Un sueño. Un anhelo. Algo que te erice la piel al pensarlo. Uno que te ponga nervioso y que haga te suden la manos. Que te haga sonreír cuando caminas a solas, recordando o imaginando. Uno con el que fantasees o uno que sea real. Cuéntamelo, sé que lo tienes, lo veo en la manera en que te brillan los ojos. Veo las ganas de confesármelo en la punta de tu lengua, está ahí, estás a punto de contármelo. Venga...casi puedo oír como te late el corazón de impaciencia, no te lo guardes, lo estás deseando, quieres compartirlo con alguien, confía en mi, yo...no se lo diré a nadie, soy el silencio...
lunes, 13 de junio de 2016
Por favor...miénteme.
Se piadoso, miénteme. Apiádate de mí, aplaca el dolor de conocer la realidad. Alivia la pena de ser yo quien me mienta a mi misma. Sana con una mentira mis heridas. Seca mis lágrimas faltando a la verdad. Libérame de la certeza de saber que me equivoqué. Hazme pensar que estoy en un error al creer que lo que ahora sé, lo que veo, lo que siento, es la verdad. Haré de tus mentiras mi religión, tendré fe en tus palabras. Sonreiré y soñaré refugiada en tus mentiras, se compasivo, miénteme, Volveré a amarte con devoción, pero antes, ciégame con tu falsedad. Se clemente, miénteme. Ten clemencia, y deja que vuelva a creer en ti.
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