Tradúceme.

jueves, 27 de noviembre de 2014

Léeme.

Soy una página de un libro, palabras escritas sobre papel. 
Ansío sentir tu mirada, tu dedo siguiendo despacio cada renglón. Las pausas que haces en mis comas y como te detienes en cada punto. Disfrutar de la lectura que haces de mí. Ver tu sonrisa al comprender que lo que lees no es otra cosa que mi amor por ti. Que lo que te hace cosquillas en el dedo no es más...que mi deseo de ti.
 Deseo que crece con cada página que pasas, con la avidez de tu mirada que anhela llegar a un nuevo capítulo para saber qué pasará. Vas devorando una a una cada palabra, saboreas cada silaba, te dejas envolver por las caricias escritas en todas las frases. Y te pierdes para siempre en ese libro sin desenlace.
 Porque yo no sé poner un punto y final
Y tú...no quieres dejar de leerme.


lunes, 24 de noviembre de 2014

Por comprar...

Una tarde de compras, una cualquiera de un frío día de invierno.
Abrigos, bufanda y tus manos para calentar las mías.
Una de esas en las que sales a comprar algo, sin saber muy bien qué. En la que miras cientos de escaparates y curioseas en mil sitios. En las que tomas un café para hacer un pausa entre tienda y tienda. Una en la que charlas, te ríes, y te pruebas esos sombreros o esas gafas que nunca te pondrías. Una en la que salir de compras no es más que una excusa para pasar tiempo con esa persona que te acompaña. Un tiempo precioso, en el que los minutos no tienen prisa por marcharse y se convierten en largas horas. Y que esas horas sean siempre a tu lado. Y sin que te des cuenta ya tienes un regalo, uno para mí. Esa tarde, esas risas, ese café, ese tiempo...uno de esos regalos que ni se vende ni nadie puede comprar
¿Me llevas de compras?

jueves, 13 de noviembre de 2014

Por olvidar lo de ayer...

Alguien me dijo, escribe.  No puedo, no me sale, contesté.
Inventa una historia, me dijo. No sé, se me ha secado la imaginación, respondí.
Eso no puede ser, escribe,crea.
Cómo puedo inventar una historia en la que no salgas tú, una historia, que por muy inventada que sea, no tenga que ver contigo. Que no esté llena de lo que siento, de lo que pienso, de lo que imagino, de lo que sueño, y todo, todo, estaría lleno de ti.
Tus ojos estarían presentes en todas las miradas, y tus manos en todas las caricias. Seria tu boca y no otra la que hablaría, pronunciando las más bellas palabras de amor. Y serían tus labios sin duda alguna, los responsables de cada beso.
Seria tu cuerpo al que le haría el amor, tu alma la que tocaría en esos preciosos instantes y tu corazón el que oiría latir. Seria sobre tu pecho donde descansaría mi cabeza, seria tu calor el que sentiría en las palmas de mis manos, tu piel la que acariciarían mis dedos.

Cómo puedo inventar algo en lo que no estés. Lo llenas todo, eres fantasía y realidad. Eres un sueño inalcanzable que toco a veces al ponerme de puntillas. Cómo podría inventar una historia de amor, si la vivo día a día, cómo podría sin ti, sin que estuvieras presente tú.
Y entonces, Valentina.... escribió..."Para ti, amor mío"

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Cuento desde el infierno.

Algunas veces tengo la sensación de haber estado caminando en círculos. De no haber avanzado nada, de encontrarme justo en el principio otra vez. Aunque desde luego el tiempo ha ido pasando y vuelvo al comienzo, pero con muchos años más.
No sé quien tiene la culpa, la verdad es que no lo sé. La política es algo que en ocasiones me asusta porque  que no la termino de entender. La manera de gestionar esto o aquello es para mi un absoluto misterio, porque cuando crees que conoces la forma en que lo hacen, cambian para seguir gestionando lo mismo pero una dirección totalmente contraria. Algo así como...donde dije digo digo Diego.
Cuando empecé a trabajar hacía sustituciones. Trabajaba en verano y en todas las fiestas, para que las personas que llevaban el año entero trabajando disfrutasen de su descanso. Ellas habían hecho antes, y seguramente en peores condiciones, lo que yo hacía en aquel entonces. Una, que siempre ha creído en cuentos y ha sido una ilusa(hablo de mí) pensaba que con el paso de los años alguien iría a trabajar para que yo pudiese disfrutar del verano, y como no, de los días de fiesta. Cuando menciono días de fiesta me refiero a algunas como la que se acerca...Navidad.
Por mor del destino, por arte de birlibirloque, por esa dichosa crisis, por la mala gestión, por caprichos del destino, por lo que sea....
Veinticinco años después...vuelvo a  hacer sustituciones....
Vuelvo a hacer vacaciones de verano y vuelvo, si Dios, porque de no ser Él no creo que nadie pueda, lo remedia, volveré a trabajar las fiestas, sí, esta que se acerca...Navidad.
Ya sé que nadie tiene culpa de que yo escogiese esta profesión para la que no existen los horarios. Que nadie tiene culpa, o al mejor alguien sí, de que haya habido tantos recortes que no les ha quedado nada más que recortar. Que solo hemos quedado nosotros, los que empezamos hace mucho con la esperanza de que al ir haciéndonos mayores...alguien se diese cuenta de que somos personas, y no un nombre en un listado  "parido" por un ordenador cada mes. Al menos yo lo esperaba. Esperaba que los años de silencio y casi de sumisión hubiesen servido de algo,para que supiesen que existíamos y que nos tuviesen cierta deferencia, pero se ve que no....y soy yo, personalmente, quien no aprende la lección.
Hace un par de años  nos quejamos de todo eso y "alguien" dijo que tuviésemos en consideración a todos los que empezaban. Que no olvidásemos nuestros comienzos, que los que llegaban para trabajar aunque solo fuese para  unos días tenían los mismos derechos y que valían tanto como nosotros. Que todos estábamos igual de capacitados. Y desde luego a eso hubo que darle la razón, y admitimos que sí, que por qué no. Nadie era más o era menos por llevar más o menos tiempo trabajando. Y callamos, obedecimos y seguimos haciendo lo que nos ordenaban.
Y ahora, cuando solicito mis días de asuntos propios, libre disposición, asuntos particulares o como se les quiera llamar. Horas que para poder disfrutar he tenido que trabajar antes durante todo el año, que no son un regalo, que me las he ganado minuto a minuto..."alguien"me las deniega. A mí, y a todos mis compañeros.
¿Por qué? Porque según parece el personal que contratarán, además seguramente de ser escaso, no es..cuál era la palabra...¿experto?
Y seguramente serán los mismos que hace un par de años estaban exactamente a nuestra altura...
Sé cuanto hay que valer para poder igualar a mis compañeros, y es mucho. Porque gente como ellos ya no se fabrica por más que se quiera. Nadie puede sustituirlos eso es cierto, como mucho alguien puede cubrir sus turnos para que ellos, yo, que llevan tantos años dando mucho de sus propias vidas en ese dichoso trabajo, disfruten de su descanso y de su familia.
En algo he de darles la razón a quienes nos deniegan el permiso para ausentarnos, somos, y aunque peque de poco modesta al incluirme, INSUSTITUIBLES, sí, con mayúsculas.
Quizá a estas horas todo se esté arreglando, o quizá aquel lugar en el que pasamos tantísimas horas sea un verdadero infierno...nuestro particular infierno.
Y todo esto no sea más que eso... Un círculo del que no se puede salir...Un cuento desde el infierno.

domingo, 9 de noviembre de 2014

¿Venganza?.

Paseé el puntero del ratón hasta abandonar su nombre y abrir una nueva pestaña en la pantalla del ordenador. 
No abrí su correo pero cometí el error de buscarlo a él. Solo tuve que teclear su nombre en una de esas páginas donde todo el mundo es "amigo". El segundo Víctor Vega que apareció fue precisamente "mi Víctor". 
Allí estaba, sonriente y abrazado a su mujer al pie de la Torre Eiffel. Con una cazadora de cuero negro y unos vaqueros que casi creí reconocer. Parecía tan feliz, que en ese instante, le odié, olvidando que yo también lo era en esos momentos ¿lo era realmente? Sí, tenía que serlo, tenía que ser mucho más feliz que Víctor, él no se merecía mi infelicidad. Curioseé por la página un poco. El hotel de su suegro, el restaurante, las habitaciones, y el resto de París, parecía que habían posado derrochando su amor en todos aquellos lugares.Todo el mundo comentaba la buena pareja que hacían, lo bien que se les veía juntos. Todas sus fotos estaban llenas de comentarios de buenos augurios. El mundo entero parecía rendirse a sus pies.
 La sangre me hervía pensando que quizá solo yo sabía lo falso que podía ser, que todo aquello no era real, solo era precisamente una fotografía, un escaparate, una pose. Detrás de aquella atractiva sonrisa se escondía un hombre que mentía. Nos mintió a las dos, eso fue lo que hizo. Quien sabe si no volvía a mentirle de nuevo a ella, Quien sabe si en aquel correo que me esperaba no quería volver a mentirme. Mi corazón se enfrió de golpe, mi mente se volvió calculadora. En apenas unos segundo imaginé de todo, y lo pero era que imaginaba venganza. ¿De dónde había salido esa Valentina vengativa? Deseé destrozar todo aquello, todas aquellas imágenes. Siempre había deseado su felicidad pero en ese momento hubiese dado cualquier cosa por ver sus lágrimas, por ver como suplicaba perdón, como rogaba y mendigaba amor. Quise devolverle uno a uno todos mis días a su lado. Quería ver como se convertía en un ser tan patético como yo había sido. Deseé poder despreciar lo que me ofreciese, ser capaz de disfrazar mi rabia de amor, y mentir, mentir, mentir y mentir. Ser capaz de urdir la más vil de las venganzas y , desde luego, ser capaz de llevarla a cabo.
Pero antes tenía que saber que demonios quería de mí

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Adivina adivinanza...

A veces saber que me leéis me coarta. Saber que si expreso con total libertad lo que pienso o lo que siento, podríais saber de mí casi tanto como yo. Solo cuando escribo sin pensar en que lo hago, es cuando según me parece a mí, lo hago bien y a gusto. Sea lo que sea, desde un cuento de hadas a una escena erótica ha de brotar sin límite alguno. Cuando escribo aquí, el límite entre realidad y ficción es muy delgado. Tan fino que hay veces que creo que desaparece. Puede que algo que haya visto, algo que haya soñado, una conversación que haya tenido, de lugar a cualquiera de los párrafos que aparecen en este lugar. Algunas veces podría decir que todo, palabra por palabra, es verdad. Otros en cambio es imaginación sin aditivo alguno. Y en algunos casos, como decía antes, solo yo sabría diferenciar cuanto de cada hay en mis palabras. Seguro que hay quien esté pensando que se puede distinguir...bueno...yo no apostaría. Por más que creáis conocerme dentro de mí hay un mundo entero. Hay zonas llenas de luz y otras de total oscuridad, puede que haya lugares en los que ni yo misma me atrevo a adentrarme. Creo que nunca conocemos del todo a nadie, ni siquiera a nosotros mismos. Todos estamos llenos de secretos, unos más oscuros que otros. De deseos, unos más inconfesables que otros. De dudas que no somos capaces de resolver. De decisiones aplazadas. De miedos que pueden llegar a paralizarnos. De sueños y de ilusiones. De palabras que nunca hemos podido pronunciar. De amores y odios. De historias pasadas y enquistadas que no supimos superar. De vergüenzas y de atrevimientos. De arrepentimientos. De temores infundados, o no, que nos hacen cobardes. De tantas y tantas cosas, que nadie, creo que nadie, se atrevería a dejar que alguien mirase dentro de el sin límite alguno. Al menos yo no lo haría. Y sin embargo...hay en este blog frases y párrafos que salen justo de esos lugares recónditos de mi interior.
Solo tenéis que adivinar cuales son....

domingo, 2 de noviembre de 2014

Lo que puede hacer la muerte, con una vida.

En estos días de muertos y difuntos, no puedo menos que preguntarme como hubiera sido mi vida sin esa muerte que se presenta, a veces, sin avisar.
Recuerdo la primera vez, cuando no era más que una niña. Recuerdo la oscuridad que se instaló en el que era mi hogar, el silencio, el frío. Recuerdo que la Navidad, porque sucedió justo en esas fechas, desapareció de golpe de la que todavía era mi infancia. Creo que he intentado recuperarla desde entonces año tras año. Recuperar esa ilusión, esa luz, esos colores, y sinceramente, no creo haberlo conseguido.
La muerte volvió pocos años después, cuando no le correspondía a nadie sufrir su devastadora presencia.Se llevó con ella parte de mi juventud, y toda la de mi hermano. Acabamos de crecer a medias, como pudimos. Creo que desde entonces he tratado de recuperar esa atención, ese cariño, ese afecto, esa protección, esa parte de amor que me, que nos faltó. Y sinceramente, tampoco creo haberlo conseguido.
La muerte se llevó la vida de aquellos a los que quería. De aquellos que me querían porque soy yo, así, sin más. Porque era su nieta o su hija, porque era alguien a quien amar.
Desde entonces no ha dejado de rondar. No soporto los tanatorios, ni esas horas de velatorios, ni toda la parafernalia que obligatoriamente parece acompañar a la muerte. Aunque curiosamente no me dan miedo los cementerios, quizá porque me he criado con el en mi día a día. Muchas veces pienso en el momento en que volverá a rozarme de cerca, en el que volverá a marcar mi vida otra vez. Me pregunto si no podría olvidarse de mí y de esos a los que quiero, o que me quieren solo porque soy yo, así, sin más. Aunque quién sabe, tal vez la próxima vez no venga a cambiarla, si no a terminarla.