Tradúceme.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Por la vida de un amor...


El final dio comienzo, en el mismo instante en el que le susurró que la quería. No nacía un amor, empezaba a morir en ese momento en el que él, confesaba lo que sentía. Ella colocó ahí un punto de referencia, una baliza que brillaba en la oscuridad. Miraba hacía atrás casi cada día contando el tiempo que había pasado, pensando con miedo cuanto le quedaba por delante. Quería vivir en el hoy, pero, sin darse cuenta se despertaba pensando siempre en mañana.
Aquella noche, con todas esas estrellas, con todo ese amor, con tantas y tantas ilusiones, le dijo que lo amaba. Recuerda con claridad que le dijo, "Si no es verdad no importa, porque yo si te quiero a ti". Quizá no debieron pronunciar las palabras, no darle vida a algo que ya estaba muerto. No intentar que viviese, no intentar que latiese y respirase. Ella debió llorar esa noche hasta que no hubiese quedado llanto en su corazón,  y no derramar ni una sola lágrima más... por la vida de ese amor,

martes, 22 de noviembre de 2016

Un cuento de princesas, el que nunca se acaba... (La princesa)

Uno de sus más fieles combatientes le  había hecho una pregunta. La princesa guerrera buscaba una respuesta, la adecuada. Una que hiciese que aquel viejo y valeroso soldado, que durante tantos años le había servido, y que sin dudar hubiese entregado su vida por ella, renovase la esperanza y la fe perdida en lo que hacían. La que haría que ella, también la recuperase.
-Decidme señora ¿Por qué seguimos aquí?- volvió a preguntar a su espalda.
Podría girarse y usar su autoridad, castigar a quien osaba atreverse a cuestionarla. Podía imponer un castigo ejemplar, eliminar de raíz el descontento que amenazaba con hacer mella entre sus huestes. Pero aquel curtido guerrero no lo merecía, la había seguido hasta allí, había esperado con ella y mantenido el sitio de la Ciudadela a su lado, sin desfallecer en ningún momento. Con la rodilla clavada en la tierra y la mirada baja, el aguerrido caballero espera la respuesta.
"¿Por qué sigo aquí? se preguntó a si misma la princesa. ¿Sigo aquí porque aún estoy enamorada? ¿Por qué no rendirme a la evidencia? ¿Orgullo? El Capitán de la Ciudadela nunca se entregará a mí, nunca será mío. Y la respuesta a los por qué es sencilla. Él no me ama, si me amase como yo lo amo no habría ley ni del hombre ni de Dios, que pudiera interponerse entre nosotros. Conozco su talante, su hombría, su valor. Nunca pensó entregarme lo que le pedía, solo me mantuvo aquí, esperando, desesperando, dejando pasar mi vida entera. Dejando que me consumiese, de amor, por amor, por su amor, por un imposible, por un sueño, por una promesa vana ¡Maldito seas! se dijo, mientras cerraba con fuerza la mano en la empuñadura de su espada."
Ante ella se alzaba lo que codiciaba, La Ciudadela. Ella no quería sus riquezas, ni sus tierras. No ansiaba gobernar a quienes tanto la repudiaban. Solo quería una cosa, anhelaba poseer una sola cosa, el corazón de quien protegía aquellas murallas.
-¡Levántate!-le gritó al soldado que se apresuró a cumplir su orden.
No se giró a mirarlo, podía imaginarlo. Con la cota de malla ajada, con la armadura ennegrecida, con barba de muchos meses en la que ya aparecían canas, con la mano presta en la espada, con el brillo fiero de sus ojos esperando una orden. Cómo podía decirle a alguien así que solo estaban allí por amor. Cómo pedirle que se rindiese con ella, o pedirle, que arengase a sus hombres para una batalla que ella no quería luchar. Como decirle que no sabía qué debía hacer...
-¡Mi señora!- dijo con voz marcial el soldado para hacerle saber que esperaba su respuesta, su orden.
-El tiempo de seguir esperando ha terminado- dijo la princesa.
-¿Lucharemos?-preguntó el guerrero.
La princesa continuó en silencio, con el dolor de la duda aprisionándole  el pecho...hiciese lo que hiciese perdería a quien amaba...


sábado, 12 de noviembre de 2016

Mi soledad y yo...


Me acostumbré a estar contigo. A nuestras charlas mientras paseábamos, a confiar únicamente en ti. A que fueses tú quien me respondiese o preguntase, quien me comprendiese y consolase, o incluso, quien me llevase la contraria cuando era necesario. Me entendías, sabías en cada momento qué sentía, qué me dolía, qué me preocupaba o qué me alegraba. Hubo momentos en los que me molestaba que alguien nos interrumpiese, que se interpusiera entre tú y yo. Reconozco que cuando no estabas, te he buscado hasta hallarte. Me has acompañado siempre, sobre todo cuando nadie más ha querido hacerlo, y cuando no he tolerado a nadie más, a nadie que no seas tú. Puede que me hayas hecho llorar alguna vez, pero sé que no ha sido tu intención. No entiendo como hay quien te teme, quien no soporta estar a tu lado. Quien cree que tu compañía no es buena. Hay quien te evita a toda costa. Sé que algunos han sentido pena por mí, cuando han sabido que no me dejas. No saben que es un alivio para mí  que estés aquí, saber que puedo contar contigo de día o de noche, a todas horas.

Eres mi única amiga, mi querida amiga, mi…soledad.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Lo intenté...


Como dejar de respirar, intentar no quererte fue como dejar de respirar. Contienes el aliento y durante unos segundos parece posible. Crees que  puedes estar así, que no necesitas el aire para vivir. Pero poco después los pulmones notan el vacío, parece que vayan a estallar, duele, la necesidad. Y la vida se te escapa, te envuelve la oscuridad. Sientes el pulso en la sien, golpeando rápido, apremiante. Solo has de abrir la boca y dejar el aire entrar. Volver a llenar el pecho, volver a respirar. Sosegarte. Sentir que la vida regresa a ti.
Intentar no quererte fue así, un intento vano y doloroso. No puedo dejar de respirar, es imposible... y no puedo, dejar de quererte.