Tradúceme.

viernes, 30 de enero de 2015

Delicia de mis ojos...

Preparé la habitación para ti. Apenas tenía muebles todavía, al menos ninguno nuevo, todos podían hablar de mi historia mientras viví allí. El viejo sofá conservaba casi todos los cojines, y dentro de uno de los armarios encontré un par de colchas viejas a las que sacudí el polvo. Las extendí en el suelo del salón y coloqué lo mas “artísticamente” que pude los asientos del sofá. Rebusqué velas que en su día ya habían regalo su cálida luz, no intenté recordar en qué momento las usé. Bajé las viejas persianas de madera que se negaban a despegar sus lamas, y que al hacerlo, se descascarillaban esparciendo restos de pintura verde por todas partes. La casa era vieja, fría en invierno y calurosa en verano, de esa manera la recordaba. No sé por qué te cité allí. Quizá porque estaba lo bastante lejos y lo suficientemente cerca. Porque yo podía ir dando un paseo, y a ti, te sería fácil encontrar el camino.
Encendí las velas con prisas cuando oí acercarse a lo lejos el coche. Pequeñas y desordenadas iluminaron la estancia. El conjunto no era demasiado armonioso, y estuve a punto de cerrar la puerta y no dejar que vieses lo que mi imaginación y mi fantasía si eran capaz de ver.
Salí a recibirte, abrí la puerta para esperarte. El sol de otoño estaba siendo demasiado cálido esa tarde y su luz me cegó un instante. El viejo árbol bajo el que enterraba mis tesoros cuando era niña seguía allí. Era el guardián del castillo, así solía llamarlo, aunque hacía mucho que yo no era una dulce princesita. Las ramas se habían extendido hasta casi rozar la puerta, y su sombra, me cobijó los pocos segundos que tuve que esperarte.
El motor del coche se detuvo, oí como se abría y cerraba la portezuela y tus pasos lentos sobre la grava. De un momento a otro rodearías la parte trasera para dirigirte a la puerta de entrada.
Me sonreíste en silencio  al verme. Te tendí una mano que tomaste para que te guiase al interior oscuro  de la casa. Nos dirigimos hacía el resplandor de las velas. Noté que querías preguntar algo y te dije, espera.
Cuando llegamos a la puerta del salón me giré buscando tus labios, buscando un primer beso. Y en el sentí que llevabas tiempo esperándolo, deseándolo. Me solté sin ganas de tu abrazo y entramos en la habitación. En aquel lugar que yo era capaz de ver como si del palacio de las Mil y Una Noches se tratase.
No lo mires solamente con los ojos te dije, mira con la imaginación. Ciérralos un momento y vuelve a abrirlos. Cuando lo hagas veras que sobre el suelo se extienden mullidas alfombras tejidas por esclavas vírgenes en Persia, y los cojines están bordados en oro sobre la más suave seda de Damasco. Velas de perfumada cera nos iluminan. Las celosías de las ventanas son de un intricado diseño hechas por artesanos en las maderas más exóticas. Y yo, príncipe mío, delicia de mis ojos, soy una Odalisca dispuesta a complacerte. A regalarte el más exquisito de los placeres. A llevarte por caminos de goce y deleite .
Y ahora, amado mío, delicia de mis ojos...ven a mí.


viernes, 23 de enero de 2015

Entre los naranjos...


Entre los naranjos, envuelta en aromas de azahar, una mujer entretenía la espera contando estrellas.
¿A quién esperas, a un amante quizás? Preguntó la luna
La mujer bajó la mirada sorprendida y azorada, ocultándose entre las verdes y fragantes hojas de los arboles.
No temas mujer, no te avergüences de amar, que bajo mi luz se dan toda clase de romances. Dijo la luna.
 No hay vergüenza alguna en mi amor, luna. Respondió la mujer.
¿Por qué te ocultas entonces? ¿Por qué no dejas que te bañe mi luz haciéndote a sus ojos aún más hermosa? ¿Por qué no dejas que él, te jure por mi belleza plena amor eterno?  Volvió a preguntar la luna.
No necesito ser más bella, él me mira con los ojos del corazón. No necesito juramentos, ni promesas, sé cuánto me quiere, me lo dicen los silencios de sus besos. No me haces falta luna. Respondió la mujer.
La luna, ofendida con la mujer se oculto tras las nubes. Pensando que así su amante no la encontraría.
Llenó la noche de oscuridad, pero olvidó que los que se aman no necesitan luz alguna para hacerlo.
 Cuando los amantes se encontraron, el amor que sentían los hizo brillar de tal manera que eclipso a la luz de la propia luna. Y esta, envidiosa, no pudo dejar de asomarse entre las nubes, queriendo que alguien, alguna vez, la amase así a ella.


sábado, 10 de enero de 2015

¿Alguien necesita un Castillo en el aire?

Arquitecta y diseñadora de Castillos en el aire busca empleo.
Si no dispone de mano de obra, ella misma colocará uno a uno todos los ladrillos imaginarios que requiera la construcción. Si no sabe crearse esperanzas e ilusiones para amueblarlo, puede contar también con sus servicios. Una vez esté acabado encontrará en él hasta el último de los detalles más preciosos y precisos. Tan amplio como lo quiera, tan alto como desee, con los cimientos más sólidos que puedan crear las nubes. Podrá vivir cómodamente en su Castillo en el aire durante mucho tiempo. Disfrutar de la calidez de sus paredes, de la luz que lo rodea, de los colores, y de todo aquello que su imaginación sea capaz de añadir al edificio original.
Es cierto que en su curriculum cuenta con múltiples derrumbamientos. Que muchos de sus Castillos se han venido abajo en el momento más inesperado. Pero nadie es capaz de crear como ella, de imaginar como ella, de ilusionarse como ella. No se la puede culpar de querer ir siempre un poco más allá. De vez en cuando estos Castillos necesitan de un sueño cumplido, de un deseo realizado, necesitan de una pequeña dosis de realidad para mantenerse en pie. Necesitan que alguien crea en ellos, y que quieran compartir la magia de la que están hechos. El propietario o propietaria necesitará que alguien le eche una mano para reparar los daños que causan la desesperanza, la desilusión, el desamor, la soledad, y la perdida de todos los sueños. Si no es así...inevitablemente el Castillo se desmoronará.
Yo he visto esos Castillos con mis propios ojos, y no hay nada más hermoso. Dibujan una sonrisa en cualquier rostro y deshielan cualquier corazón.
Lleva en paro algún tiempo, dice que se ha quedado sin imaginación, que se le está enfriando el corazón, que se le mueren las esperanzas, que se les escapa entre los dedos el amor. Su trabajo es su pasión, no sabe vivir con los pies en el suelo.
Si alguien necesita su talento...

lunes, 5 de enero de 2015

Hasta...

Estaba entre sus brazos, reposando el amor que habían degustado tan solo unos minutos antes. Sosegando respiraciones y corazones. Amoldándose a los huecos que hacían sus cuerpos para buscar calor en aquella noche de invierno. Buscándose aún con las manos y los labios. Haciendo las paces entre susurros de un discusión que no habían tenido.
Estaba entre sus brazos, saciada de amor y de caricias, pero siempre, siempre estaba hambrienta de su presencia.
Estaba entre sus brazos, aún lo estaba, pero su corazón ya se despedía.
Estaba entre sus brazos...