Tradúceme.

viernes, 28 de octubre de 2016

Ese viento...


Los días de viento siempre son los más tristes. A muchos le gusta la lluvia, les parece romántica, o  el frío, porque imaginan acurrucarse con amor. Pero a nadie le gusta el viento. Pobre viento. Gritando solo ahí afuera, aullando de dolor. El mundo entero le cierra las puertas, todos se quejan de que los vuelve locos. Pobre viento, nadie lo ve, y hace lo posible por hacerse sentir, por hacerse notar. Y nadie le pregunta nunca qué es lo que quiere, qué es lo que le pasa, qué es lo que le hace comportarse así.
¿Recuerdas lo que te he contado del viento?
Soy yo, suspirando por tu amor. Queriendo verte,  acercarme, pegarme, a ti. Queriendo colarme por tu ventana o por debajo de tu puerta. Soy algo más que una brisa cálida, soy viento de tormenta, casi un huracán. Quiero acariciarte entero cuando salgas a la calle, revolverte el pelo, besarte en la boca, entrar dentro de ti cuando me respires.  Vocifero para que me oiga todo el mundo, aunque nadie me entienda. Grito y grito, lo que siento. Me arremolino a tu paso, queriendo envolverte en un torbellino, y que sientas la pasión y la fuerza de este sentimiento que me saca a la calle...para no volverme loca. Aunque termine volviendo loco, a todo el mundo. Aunque nadie me pregunte nunca qué es lo que me pasa, qué es lo que quiero, y qué hace que me comporte así...
Estos días, los más tristes, son siempre los que estoy más sola, los días en los que quiero ser viento.

martes, 25 de octubre de 2016

Mi corazón


No hay nada, que me impida quererte. Nada se le prohíbe al corazón, aunque se le nieguen muchas cosas. Aunque seamos tan cobardes y  el amor sea lo primero que sacrificamos, porque lo creemos prescindible, sustituible. Porque solo es un sentimiento. Él no entiende de prohibiciones, ni de límites, ni de restricciones. Es totalmente libre, de pensar, de sentir, de creer, de amar. Y contigo, soy toda corazón. Toda fuerza y valor.  Toda amor. Y a pesar de eso, siento que tengo alas, estas alas, y no puedo volar. Solo porque tú crees, que no debemos, que no debes, que no debo.

domingo, 23 de octubre de 2016

¿Me das un beso?


Me sujetabas la barbilla para alzar mi cara, haciendo que la luz del sol me diese en los ojos. Sentí como se empequeñecía mi pupila con la luminosidad exterior, o tal vez solo fue por la intensidad de tu mirada. Tu pulgar acarició mi mejilla, y ese leve roce me hizo enrojecer. Estabas tan cerca que sentía el calor que emanaba tu cuerpo. Quería tocarte, poner mis manos en tu pecho, subirlas hasta tu cuello, rodear tu nuca y hacer que te acercases todavía más a mí. Quería sentir tus manos recorriendo mi espalda, en mis caderas, abrazándome, pegándome a ti. Quería besarte, sentir la textura de tus labios presionando los míos. Acariciarlos con la punta de mi lengua hasta que los entreabrieses, conocer su sabor, aprenderlo. Quería sentir la cálida humedad del interior de tu boca, perderme en ella, ser yo, quien entrase en ti.

domingo, 16 de octubre de 2016

¿Soñaba?

Cuando desperté no estabas. Busqué tu calor entre los pliegues de las sábanas, me enredé en ellas y quise pensar que conservaban tu calor. Busqué tu olor en mi piel, y el sabor de tu boca en la mía. Deseaba oírte susurrar mi nombre, notar tu aliento en mi cuello Quise sentir el placentero peso de tu cuerpo sobre el mío, sentirme llena de ti. Perderme otra vez en oleadas de placer y abandonarme totalmente a ellas, contigo. Cerré los ojos con fuerza, buscando de nuevo el sueño que te trajo a mí. Fuera ya alboreaba el día, que con sus primeras luces me mostraba…mi cama siempre vacía.

viernes, 14 de octubre de 2016

Otoño...


Sé que ha de nublarse y llover, sé que a una estación sin remedio, y sin que nadie pueda evitarlo, le sigue otra. Ha llegado el otoño, y me llena de melancolías y de tristezas, sin que tampoco tenga remedio y sin que nadie pueda evitarlo. Tal vez tan solo tú pero..
El sol tendrá prisa por marcharse, y nos calentará cada día menos. Las nubes lo cubrirán día sí, día no. La vida comienza un paréntesis, preludio del largo y helado invierno, que no se cerrará hasta la siguiente primavera.Y si en verano he soñado con largas y cálidas noches de luna llena. Con la brisa del mar y el sonido de sus olas. Con el olor de las flores nocturnas y los cielos estrellados. Con todo eso, con poder disfrutar de esas pequeñas cosas con tranquilidad, contigo. En invierno siento siempre ganas de compartir calor. El de sentarnos cubiertos con una manta en el sofá, mientras vemos una película una fría tarde de domingo. El de tomar algo calentito mientras llueve fuera. El de abrigarnos para dar un paseo juntos cuando cese la lluvia y todo huele a limpio. El de acurrucarnos en la cama por las noches, y seguir así por la mañana sin hacer caso al despertador. En salir de compras cuando se acerqué la Navidad, con las narices heladas y tomar un chocolate en cualquier cafetería. En todo eso, en poder disfrutar de esas pequeñas cosas con tranquilidad, contigo.
He soñado una vida que no existe y  he querido arrastrarte a ella, conmigo. Las estaciones se suceden y aquí todo sigue igual. Ya no hay una buena para mí, porque tú...tú no estás en ninguna. Hace tanto que empecé este paréntesis, que puse en pausa mi vida esperando una primavera que no llega, que no recuerdo las que han pasado y no he sentido. No recuerdo reverdecer ni renacer al amor, aunque siento que su semilla sigue dentro de mí. Ya no recuerdo las cálidas caricias, ni los besos húmedos, no recuerdo sentirte dentro de mi y que eso me haga sentir viva. Sin embargo soy capaz de seguir soñando, anhelando tu regreso, deseando cerrar ese paréntesis, dejar de soñar, y volver a vivir...

miércoles, 12 de octubre de 2016

Un lugar al que escapar...

Quise esconderme en ti, quise huir de mí, pero no te encontré. Te he buscado bajo la lluvia donde sueles estar para mí, pero no te encontré. Las gotas de fría lluvia lavan mis lágrimas. No te encuentro, y no sé qué hacer...
De nuevo estoy en mitad de todo, tratando de mantener el equilibrio y me cuesta hacerlo sola. En el centro del huracán no reina precisamente la paz.
No puedes ayudarme, nunca te hablo de mis problemas, no sabes que los tengo. En tu mundo soy una diosa, en el mío la más insignificante de las mortales. Pero tú me haces descansar, me sacas de aquí, dejo de pensar, de preocuparme. Concentro mis cinco sentidos en ti y espero que tú hagas lo mismo.
 No quiero hablarte de lo que me pasa, de lo que pienso, de lo que siento, no, mejor no, eso sería arriesgarse a que me vieses tal y como soy. Dejarías de ver en mí a la criatura sensual y sexual que deseas, para verme sólo a mí. ¿Me encontrarías entonces tan sumamente apetecible? ¿Seguirías estando loco por mí? ¿Volverías a decirme que me amas?
No puedo correr ese riesgo.
Necesito seguir teniendo un lugar al que escapar, un refugio, un sitio en el que cobijarme. Aunque no pueda hablar de almas ni de corazones, y ese espacio, abarque únicamente tu cuerpo…



martes, 4 de octubre de 2016

Sigue sin tener título...


Entraste en mi despacho y me encontraste hablando por teléfono. Te acercaste con un ramo de margaritas en una mano y una botella de cava en la otra. Me besaste casto en la mejilla, y yo, te hice un gesto con la mano para que te sentases a esperar. Dejaste tus presentes sobre los papeles que tenía en mi mesa, y en lugar de hacer lo que te había pedido, te marchaste sin decir nada. Estaba algo enfadada, y tú, con tu actitud, me hiciste enfadar más. En cuanto acabé la conversación salí en tu busca. No tenía intenciones de hacer reproches, sabía, por experiencias anteriores, que no sirven de nada. Al igual que las promesas de amor, nadie parece hacerlas con intención de cumplirlas. No las necesitaba y no las pedía, pero empezaba a no gustarme ser como uno de tantos y tantos libros como había en la biblioteca. Llegas, lo acaricias, lo tomas en las manos y él te rinde su interior sin condiciones. Luego te marchas, colocándolo en su sitio y dejando siempre algunas páginas por leer, sabiendo que estará justo ahí cuando vuelvas. Sabiendo que se abrirá de nuevo a ti sin reticencias. 

lunes, 3 de octubre de 2016

Deja que te mire...


Dicen que los ojos son el espejo del alma, que no hay nada que no diga una mirada, que silenciarlas es imposible, que basta mirar a alguien a ellos para saber lo que siente. Yo no lo creo.
Apenas me separan de ti unos centímetros. Estoy tan cerca que huelo tu perfume y siento el calor que emana tu cuerpo. Tan cerca que si me atreviese a alargar la mano podría tocarte, acariciarte. A tan poca distancia que veo el brillo húmedo de tus labios cuando sonríes, y si me atreviese, con tan solo acercarme un poco, podría besarte. Y te estoy mirando, fijo mis ojos en los tuyos, tanto, que veo en ellos algunas motitas de un color caramelo más oscuras. Te sonrío, poniendo en en mi sonrisa toda la intención del beso que deseo. Añado a mi mirada todos esos sentimientos que me callo, dejó que te susurre lo que eres para mí, que te grite lo que quiero y que te diga, que no me atrevo. Intento que sea intensa, expresiva, inolvidable, que te atrape y no seas capaz de apartar la tuya. Que si es verdad lo que dicen, tu alma y la mía se hablen. Sin tan solo fuese capaz de pronunciar las palabras que ahora mismo pronuncian mis ojos mientras te miro. Si tú fueses capaz de leer en ellos, de ver como te ama mi alma, si pudieras oírlos...
No puedo culparte, tampoco yo puedo ver lo que sientes con tan solo mirarte, o puede que sí, y por eso...no me atrevo.