Tradúceme.

sábado, 4 de abril de 2015

Segundas partes...

El año pasado por esta época andaba inmersa en la publicación de "Para ti, amor mío". Decisiones, correcciones, preparativos, nervios...emociones. Estaba deseando y temiendo que llegase el momento de mostrar mis palabras. Todas aquellas horas de trabajo. Quizá fuese solo algo sencillo, una de esas lecturas que te distraen y te hacen pensar en otra cosa. Quizá no fuese algo profundo y trascendental. Llené doscientas cincuenta páginas de amor, de sentimientos, de pasión. Y esperé, deseé, que quien lo leyese viese todo aquello. Que sintiese y amase con Valentina. Que saborease el vino, oliese las flores del jardín de Los Canchos y disfrutase de las puestas de sol. Que se perdiera en la profundidad de la mirada de Martín, o en la calidez de los ojos de Víctor.
Es posible que no haya sido capaz de llegar a muchos, pero si lo he conseguido con la gran mayoría. Eso me llenó de orgullo, y de miedo. Miedo a no ser capaz de volver a hacerlo. De no conseguir que mis palabras enganchasen de nuevo a quien me leyese. Miedo de haber consumido el escaso talento que pudiera tener.
A principios de este año comencé a escribir otra vez. Escribir una segunda parte me parecía fácil. Conocía a Valentina, sabía como pensaba, como actuaba, como sentía. Y tenía bastantes peticiones de esa segunda parte, de más sobre ella, sobre Martín, y quizá un poco menos sobre Víctor.
Las palabras han fluido con facilidad durante un par de meses. La historia es algo más compleja y está completa en mi cabeza. Aunque algunas veces me cueste un poco ir de un punto a otro.  A fin de cuentas solo soy una aficionada. Quizá dentro de unos meses esté otra vez inmersa en el trabajo que supone preparar la publicación de ese nuevo libro, eso espero....
Os dejo un parrafito, uno muy pequeño, un bocadito... deseando si es posible que os abra el apetito.

     "Se apartó de mí, oí entrechocar la madera en la leñera junto a la chimenea, y el golpe seco de un tronco al caer dentro. Saltaron algunas pavesas y olí el humo. Un momento más tarde unas tímidas llamas comenzaban a lamer el leño seco. Danzaban a su alrededor acariciándolo como pequeñas amantes lujuriosas. Seguras de poseer pronto aquello que deseaban. Seguras de que aquel madero ardería hasta consumirse por ellas. La luz del fuego iluminó a un Martín espléndidamente desnudo que volvió a mi lado. Dispuesto a hacer que como aquellas llamas, me consumiese de deseo por él".