Al principio no la notaré, casi no la notaré. Despertaré cada día, los primeros días, buscándote, como siempre, y casi, creeré que estás conmigo. Tu recuerdo me llenará y podré verte, como si estuvieras ante mi, sin tener que cerrar los ojos. Al principio no dolerá. El dolor viene con el tiempo, cuando todo empiece a enfriarse, cuando al evocarte haya de cerrar los ojos con fuerza, para poder verte. Entonces tu ausencia empezará a hacerse grande, lo invadirá todo, y dejará un espacio vacío que se irá llenando poco a poco de soledad. Una soledad que se hace sólida, real, viva. Y cuando ella me hable, cuando sea mi única compañía, cuando solo estemos las dos. Cuando sean las lágrimas las que me hagan dormir y me despierten cada mañana, entonces, para buscar consuelo y aunque no lo halle, haré lo que te dije que haría en ausencia de ti...
Escribir...
Escribirte, a ti, a tu ausencia, como si pudieras verme, oírme...leerme.
Tradúceme.
domingo, 1 de julio de 2018
jueves, 22 de marzo de 2018
Si pides un deseo...
Y te imagino mío, y solo mío. Que no amas a nadie más que a mí, que entre los motivos de que exista otra persona en tu vida no se incluye el amor, son otros, pero no el amor. Que no sientes con nadie lo que yo te hago sentir. Que solo me haces el amor a mí, que es otra cosa, cuando estás dentro de otra que no soy yo. Y que incluso en esos momentos, es a mí a quien a deseas, que soy yo quien ocupa tu mente y tu corazón...
Puede que no sea racional querer poseerte, querer ser por entero todo lo que piensas y todo lo que sientes. Que tu tiempo me pertenezca, no porque yo lo pida, sino porque tú quieras entregármelo.
Lo sé, tú no pediste ser amado así, con tanta pasión, con tanta vehemencia, sin descanso ni tregua. No pediste que yo quisiera entregarte mi vida entera, tal vez, eso nunca fue lo que quisiste. ¿Lo pedí yo? ¿Pedí amarte así? Fue quizá mi deseo no tener más vida que la que tú puedas darme. Sentir que no respiro hasta no tener tus labios en los míos, o que no me late el corazón más que cuando tu pecho se apoya en mi pecho. Que mi piel esté fría si no tiene contacto con la tuya, o que mis ojos no vean más que mi reflejo en los tuyos. ¿Quería yo eso? No lo sé, no sé si en algún momento he levantado la mirada a la luna llena o las estrellas y he soñado, deseado, pedido o rogado, amar, amar y amar sin medida alguna.
Y si lo hice, se me olvido completar la petición, debí pedir ser amada... de la misma manera.
Puede que no sea racional querer poseerte, querer ser por entero todo lo que piensas y todo lo que sientes. Que tu tiempo me pertenezca, no porque yo lo pida, sino porque tú quieras entregármelo.
Lo sé, tú no pediste ser amado así, con tanta pasión, con tanta vehemencia, sin descanso ni tregua. No pediste que yo quisiera entregarte mi vida entera, tal vez, eso nunca fue lo que quisiste. ¿Lo pedí yo? ¿Pedí amarte así? Fue quizá mi deseo no tener más vida que la que tú puedas darme. Sentir que no respiro hasta no tener tus labios en los míos, o que no me late el corazón más que cuando tu pecho se apoya en mi pecho. Que mi piel esté fría si no tiene contacto con la tuya, o que mis ojos no vean más que mi reflejo en los tuyos. ¿Quería yo eso? No lo sé, no sé si en algún momento he levantado la mirada a la luna llena o las estrellas y he soñado, deseado, pedido o rogado, amar, amar y amar sin medida alguna.
Y si lo hice, se me olvido completar la petición, debí pedir ser amada... de la misma manera.
miércoles, 14 de marzo de 2018
Un pedacito de cielo...
Poco a poco fueron creando su propio pasado, sus recuerdos, su historia, la de su pequeña vida. Una vida larga en años, y corta en días, hecha de los trozos que arrancaban al tiempo. Cada vez que tenían uno entre las manos, uno de esos preciosos momentos, lo vivían con tanta intensidad que bien pudiera haber sido eterno. Quizá no disponían de una vida en común entera y completa, pero en su pequeña vida, nunca dejaban nada incompleto. Seguían siempre su instinto y su corazón, y existían, tanto como podían
Tenían un antes, un durante, un ahora, pero no iban a tener un después. Aquel amor, hecho de pequeñas cosas, era inmensamente grande. Decidieron ocultarlo al mundo, que les perteneciese solo a ellos. Lo llenaron de miradas y de sonrisas cómplices. De roces de dedos y besos a escondidas. Esa diminuta vida en mitad del resto de su existencia, era un pedacito de cielo.
Estaban enamorados, y nadie lo sabía, solo ellos.
Y solo yo...
Pero hagamos como que no los he visto, como que no os lo he contado. Dejemos que sigan amándose, que sigan haciendo crecer su pequeña vida con nuevos e intensos momentos. Dejemos que ese amor tan grande se haga pequeño a los ojos de todos, y sea, solo suyo...
domingo, 25 de febrero de 2018
Cosas que dicen las canciones de amor...
Este instante, este en el que, como dirían las canciones de amor, somos uno. Este en el que estás tan cerca de mi, en el que te acoge cálido mi interior. Este en el que te dejas envolver por mi cuerpo, y te pierdes en mi piel. Este en el que mi boca es dueña de la tuya, y todas las palabras que brotan de ti están húmedas de besos, de pasión. Este, y no otro, es mi momento de conciencia limpia y tranquila, de sinceridad absoluta. Donde la desnudez no tiene nada que ver con la falta de ropa, porque es mi alma, mi corazón quienes tienes ante ti, libres de todo. Libres de todo lo que a diario me ata, incluso libre de ti. Porque en este instante, y no en otro, en esta vida de minutos. Somos, como dirían las canciones de amor, solo uno. Y es mi amor quien te alimenta, quien te hace ser, en este instante y no otro... tú mismo.
Y eres, soy, quien quieres ser, quien quiero ser, quienes queremos ser...
Y eres, soy, quien quieres ser, quien quiero ser, quienes queremos ser...
miércoles, 17 de enero de 2018
Este corazón mío...
Y este corazón mío,
siempre suplicante, siempre anhelante, siempre esperanzado, no entiende de
conveniencias sociales, ni de deberes mal entendidos, ni de nada, que no sea
amarte. Ya sé, que solo yo lo oigo, que grita en silencio, que calla, que
admite, que consiente. Ya sé, que solo yo sé cuanto sangra, cuanto sufre,
cuanto llora, cuanto padece. Y solo yo sé, cuantas veces restañe esas heridas a
solas, cuando nadie lo ve, para poder fingir que todo va bien. Cuantas y
cuantas veces se ha recompuesto, reemplazando los pedazos más dañados por una
ilusión nueva que enseguida late. Injertos de sueños que siempre prenden, por imposible que parezca,
siempre lo hacen. Y lo roto, si no lo
miras de cerca, parece fuerte e intacto. Nadie salvo yo sabe lo débil que está
algunas veces, lo mucho que necesita que alguien lo sostenga con cuidado, lo
conforte y lo refuerce. Y nadie sabe que esa persona, eres tú. No sabía que iba a amarte, y cuando lo supe,
no pensé que sería fácil, pero dejarte,
alejarme, olvidarte, sería aún mucho más difícil. No sabía que cada una de mis
sonrisas, iba a estar precedida de un mar de lágrimas.
Y sí, ya sé, que todo
eso solo lo sé yo, que no sale de mi pecho. Que este amor, igual que mi
corazón, está encerrado en una cárcel de carne y hueso, prisionero de todo lo
que creemos que necesitamos más que el uno al otro. Cautivo, silenciado,
clausurado, censurado. Y este corazón mío, siempre suplicante, siempre
luchador, golpea con fuerza en este pecho que lo aprisiona, como si quisiera
salir e ir en tu busca, como si pudiera llegar a ti y decirte…
¿Es que no ves cuanto
te amo…?
lunes, 15 de enero de 2018
En blanco...
Y algunos días, muchos, cuando me pasa como ahora que escribir es...imposible. En los días que parece que me he quedado vacía de ese pobre talento que poseo, o que creo poseer. Cuando las palabras se niegan a formarse, cuando parece que no siento nada, y yo no sé escribir si no lo siento. En esos días, me digo, que no lo haré más. Que no volveré a intentar reunir un puñado de páginas y a querer después, llena de vanidad, publicarlo. Quizá es que leo a quien de verdad sabe escribir, a quien lo hace tan bien, que con tan solo una frase ya te hace..vivir. A quien crea con verdadero talento, buen hacer, trabajo y esfuerzo. Y lo que tienes en las manos es, una gran obra, un gran libro. En esos días me siento una burda imitadora, aunque no es esa la palabra porque no imito a nadie que yo sepa, o sí, a todos los escritores y escritoras que he leído en mis ya muchos años. Me siento como un gorrión queriendo ser un águila. Sí, puede que tenga alas, puede que sea capaz de volar, pero nunca podré alzar el vuelo de una poderosa ave. Y esos días, verme pequeña, hace que quiera limitar mis esfuerzos, que quiera limitarme, por ejemplo, a este lugar. No es la primera vez que escribo un blog, y siempre han nacido de la necesidad de escribir, de expresar, de hablar. ¿Por qué escribo esto aquí en vez de en otro lugar? Sencillo, son muy pocos quienes leen lo que escribo aquí, o eso creo, tan pocos que en realidad nadie se va a enterar de que, quizá ya haya contado en mis libros todo lo que soy capaz de contar. Que de momento no tengo nada más que decir. Que no tengo mil historias haciendo cola por salir de mi cabeza. Que no soy capaz de crear así como así, ni así como otros. Que mis palabras nacen tan directamente de mi que algunas veces me asusta. Y que voy dejando un pedacito de mi alma cada vez que lo hago, cada vez que escribo, porque nunca lo hago por el simple hecho de hacerlo...
Y esos días, en estos, y en los que estén por venir...
De momento, y quién sabe hasta cuándo...
Me quedaré aquí...
Y esos días, en estos, y en los que estén por venir...
De momento, y quién sabe hasta cuándo...
Me quedaré aquí...
jueves, 11 de enero de 2018
¿Me abrazas?
Quiero esconderme en ti, huir de mí, encontrarme en ti. Quiero que me hagas sitio entre tus brazos, y ser yo, durante un rato. Porque solo soy yo cuando estoy contigo, y si no estás, te echo de menos a ti...y me echo de menos a mí. Quiero hundir la cara en tu cuello mientras me abrazas, olerte, llenar el pecho de aire, respirar por fin. Que tu calor aleje el frío que se ha ido instalando con tu ausencia. Que la fuerza de tu abrazo me recomponga, me reúna y lo coloque todo en su lugar, que mi corazón y mi cabeza estén en armonía. Porque no soy yo sin ti, y si no estás ando buscándote por todas partes. Y no sé qué hacer, estoy en mitad de todo tratando de mantener el equilibrio. No reina la paz en el ojo del huracán. Pero tú, me sacas de ahí, me haces descansar, dejo de pensar, todo desaparece y solo soy yo.
Hazme sitio entre tus brazos, y déjame ser yo, durante un rato...
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