Fue dejando parte de ella por distintos lugares. Trozos, unos más pequeños que otros. Fragmentos de ese rompecabezas que era su interior. Todo aquello que no se ve y que algunos intuían. Y solo quien es capaz de hallar, de unir, de ensamblar cada una de esas piezas consigue conocerla.
Ella misma pierde en ocasiones porciones de si misma. Algunas veces siente que nada encaja en su sitio. Que tal vez alguien se ha quedado con una de esas fracciones en la que se ha ido dividiendo. Que ha sido diferentes personas para quien la necesitaba. Que se ha adaptado a lo que deseaban. Que se ha fragmentado tanto y tantas veces, que ni ella es capaz de recomponerse.
Nadie, puede que nadie, haya completado nunca la imagen que conforma todos esos pedacitos.
Tal vez nunca, nadie, tenga la paciencia...