Se acostumbró a ser un secreto. Alguien que espera en la sombra a ser necesitado. A que no se pronunciase su nombre. A no tener rostro. A vivir solo en los sueños de quien recibía lo que daba.
Se acostumbró a no existir, a no estar, a no ser. Se acostumbro al dolor, de no importar.
¿Se acostumbró?
Cuando no pudo hacerlo. Cuando la vida, su vida, le dolió; se libró de ella.