El final dio comienzo, en el mismo instante en el que le susurró que la quería. No nacía un amor, empezaba a morir en ese momento en el que él, confesaba lo que sentía. Ella colocó ahí un punto de referencia, una baliza que brillaba en la oscuridad. Miraba hacía atrás casi cada día contando el tiempo que había pasado, pensando con miedo cuanto le quedaba por delante. Quería vivir en el hoy, pero, sin darse cuenta se despertaba pensando siempre en mañana.
Aquella noche, con todas esas estrellas, con todo ese amor, con tantas y tantas ilusiones, le dijo que lo amaba. Recuerda con claridad que le dijo, "Si no es verdad no importa, porque yo si te quiero a ti". Quizá no debieron pronunciar las palabras, no darle vida a algo que ya estaba muerto. No intentar que viviese, no intentar que latiese y respirase. Ella debió llorar esa noche hasta que no hubiese quedado llanto en su corazón, y no derramar ni una sola lágrima más... por la vida de ese amor,