Me preguntaste ¿Qué quieres que te regale?
Te miré a los ojos con media sonrisa en los labios y la mente llena de posibilidades. Apenas tuve que dar un paso para alcanzar tus labios, tan cálidos, tanto, que alejaron con un solo roce el frío de la distancia que últimamente nos hacía compañía. Las palabras hacían cola para ser pronunciadas, la emoción del momento le ponía trabas a mi voz y humedecía mi mirada. Pero las oía claramente en mi corazón. Las dejé ahí, las grité desde ahí, esperando siempre que el tuyo fuese capaz de atenderlas.
"Para mí es un regalo mirarte, acercarme a ti y poder besarte. Para mí es un regalo tu abrazo, sentir tu corazón golpeando en mi propio pecho. Para mí es un regalo tu sonrisa, sobre todo si la provoco yo. Para mí es un regalo oírte decir que me quieres, que me extrañas, que me anhelas, y por qué no, que me deseas. Para mí es un regalo tu compañía. Para mí es un regalo poder regalarte lo que siento, poder darme a ti, poder entregarte lo que soy. Deja que te ame, eso puedes regalarme"
Supe que me habías oído al notar la fuerza de tus brazos rodeándome. Tu boca buscó la mía y antes de perdernos en un largo y apasionado beso me dijiste...
¿Puedo amarte yo también?