Había ido llenándose de ilusiones, tan poco a poco que ni siquiera se dio cuenta. Día tras día quiso hacer suyo aquello que le era imposible poseer. La felicidad parecía estar en un escaparate. Como uno de esos vestidos caros expuestos de cara a la calle. Puedes mirarlo al pasar, incluso entrar y probártelo. Piensas que te sienta bien, que parece hecho a tu medida, hasta que le das la vuelta a la etiqueta y sabes que jamás podrías pagarlo. Que no es para ti. Que nunca será para ti.
Había estado usando una felicidad prestada. La esperanza de conservar su sueño había ido creciendo, como un globo que se infla, más, y más, y más...Tanto que sentía que podía levantar los pies del suelo y volar, simplemente aferrándose a aquello que deseaba.
No vio a la realidad abriéndose paso a codazo limpio. Con el rostro frió y cruel de quien sabe que va a hacer daño. No vio como la miraba, riéndose de ella. Mofándose de todos esos sueños que sostenía primorosamente, como una niña que sujetase un ramillete de globos de colores atados a su pequeña muñeca.
No supo en que momento estalló el primero, quizá con aquel ¡No! o con el primer ¡Nunca!.
O tal vez lo hicieron todos juntos, con un estruendo ensordecedor cuando oyó que él le decía entre risas...¿Cómo has llegado a pensar que...?
Tradúceme.
jueves, 20 de marzo de 2014
domingo, 16 de marzo de 2014
Romeo y la luna.
Él acompañó sus besos de promesas bajo la luz de la luna llena. Envolvió sus caricias en su brillante plenitud. Juró amor eterno, como Romeo quiso hacer, por los rayos que plateaban las copas de los arboles.
Ella debió detener el juramento, como hiciese Julieta...
"No jures por la luna inconstante, que cambia de aspecto cada mes. No sea que resulte tu amor tan variable"
Una vez más esta noche, hay luna llena.
Ella, cual añosa Julieta, continua esperando en su balcón a un Romeo, que ni siquiera la recuerda.
Ella debió detener el juramento, como hiciese Julieta...
"No jures por la luna inconstante, que cambia de aspecto cada mes. No sea que resulte tu amor tan variable"
Una vez más esta noche, hay luna llena.
Ella, cual añosa Julieta, continua esperando en su balcón a un Romeo, que ni siquiera la recuerda.
jueves, 6 de marzo de 2014
Sin título.
No creo que me hayas llamado. Aún no me lo creo.
Acabo de colgar el teléfono, he hablado contigo, y todavía no me lo creo.
Te imagino, de pie, justo en el lugar que me has descrito.
Anoche nevó y esa zona debe estar preciosa, al igual que tú. El viento agitará
tu pelo, llevarás el cuello del abrigo subido y la nariz roja. Seguro que te
has olvidado los guantes, tendrás las manos heladas, apretadas con fuerza
dentro de los bolsillos, intentando calentarlas. De vez en cuando las sacarás
exponiéndolas al aire gélido para mirar la hora. Me esperas, has venido hasta
aquí sólo por mí.
¿Por qué? No valgo nada.
Siento como los espectros de mis inseguridades
acaban de abandonar su sepultura.
Me observo con atención en el espejo, las llaves del coche
en la mano. Iba a salir a buscarte pero uno de esos fantasmas me ha detenido.
No eres digno de ella, me ha dicho. Pero ha venido hasta aquí ¡por mi!, le he
gritado. Eso lo ha hecho desaparecer, o al menos se ha alejado lo suficiente.
¡Mírate! Ha dicho una visión espantosa de mi mismo desde el
espejo. Hace casi un año que no la ves, estás enfermo, huiste ¡mírate! Pero a
ella no le importa, le he dicho lloroso, nunca le importó, fui yo quien se
marchó, ella me quería.
Te quería, tú lo has dicho, ha susurrado uno de esos
espíritus en mi oído. Hablas en pasado, ¡escúchate! Quizá sólo quiere ver que
es cierto que te estás muriendo, porque es eso, ese es tu presente, acercarte
cada día más a ese momento sin futuro, al día de tu muerte. ¡Cállate! ¡Cállate!
Le he gritado, pero no consigo dejar de oír esa voz, aun tapándome los oídos hasta
hacerme daño. ¡Silencio! Por favor… por favor… por favor.
Las sombras me hablan, instándome a quedarme. Quiero ir a
buscarte, pero… ¿Y si tienen razón? ¡Dejad que vaya por ella! No quiero morir
aquí... solo. No estás solo, nos tienes a nosotras, han dicho las voces entre
risas
El teléfono suena y
no contesto. No sé cuánto tiempo llevo aquí, hablando con cada uno de esas
apariciones que son mi única compañía. Otra vez suena, y otra, y otra
No, no iré, tenéis razón, todo esto no son más que
imaginaciones mías. No creo que haya llamado...
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