Tradúceme.

jueves, 6 de marzo de 2014

Sin título.

No creo que me hayas llamado. Aún no me lo creo. Acabo de colgar el teléfono, he hablado contigo, y todavía no me lo creo.
Te imagino, de pie, justo en el lugar que me has descrito. Anoche nevó y esa zona debe estar preciosa, al igual que tú. El viento agitará tu pelo, llevarás el cuello del abrigo subido y la nariz roja. Seguro que te has olvidado los guantes, tendrás las manos heladas, apretadas con fuerza dentro de los bolsillos, intentando calentarlas. De vez en cuando las sacarás exponiéndolas al aire gélido para mirar la hora. Me esperas, has venido hasta aquí sólo por mí.
¿Por qué? No valgo nada.
Siento como los espectros de mis inseguridades acaban de abandonar su sepultura.
Me observo con atención en el espejo, las llaves del coche en la mano. Iba a salir a buscarte pero uno de esos fantasmas me ha detenido. No eres digno de ella, me ha dicho. Pero ha venido hasta aquí ¡por mi!, le he gritado. Eso lo ha hecho desaparecer, o al menos se ha alejado lo suficiente.
¡Mírate! Ha dicho una visión espantosa de mi mismo desde el espejo. Hace casi un año que no la ves, estás enfermo, huiste ¡mírate! Pero a ella no le importa, le he dicho lloroso, nunca le importó, fui yo quien se marchó, ella me quería.
Te quería, tú lo has dicho, ha susurrado uno de esos espíritus en mi oído. Hablas en pasado, ¡escúchate! Quizá sólo quiere ver que es cierto que te estás muriendo, porque es eso, ese es tu presente, acercarte cada día más a ese momento sin futuro, al día de tu muerte. ¡Cállate! ¡Cállate! Le he gritado, pero no consigo dejar de oír esa voz, aun tapándome los oídos hasta hacerme daño. ¡Silencio! Por favor… por favor… por favor.
Las sombras me hablan, instándome a quedarme. Quiero ir a buscarte, pero… ¿Y si tienen razón? ¡Dejad que vaya por ella! No quiero morir aquí... solo. No estás solo, nos tienes a nosotras, han dicho las voces entre risas
 El teléfono suena y no contesto. No sé cuánto tiempo llevo aquí, hablando con cada uno de esas apariciones que son mi única compañía. Otra vez suena, y otra, y otra
No, no iré, tenéis razón, todo esto no son más que imaginaciones mías. No creo que haya llamado...