Camino por la calle. El paso firme, seguro, mis tacones golpeando el suelo. Te veo a lo lejos, demasiado a lo lejos. ¿Cómo he podido distinguirte con tanta distancia? En otro tiempo diría que había sido mi corazón, pero ya no soy esa. Te llevas el cigarrillo a los labios, aún no has dejado de fumar. Recuerdo el sabor del tabaco en tus labios, en los míos. Sigo caminando, ya no me das miedo. Fijo la mirada en tus ojos. Incluso desde tan lejos sé que me has visto, miras nervioso a tu alrededor. Sí, estás acompañado ¿trabajo? ¿amigos tal vez? Desde luego nadie con quien me quieras ver. No voy a cambiar de acera, ¿por qué iba a hacerlo? No soy yo quien se quiere esconder. Sientes el desafío en mi mirada, en mi manera de caminar. Tiras el cigarrillo al suelo y aplastas la colilla, bajas la vista concentrado en el movimiento de tu pie. Sonrío ¿has apartado tus ojos para ocultarte de mí? ¿eso es lo que quieres? Quieres que no te vea, que finja no conocerte, que aparente que no eres nadie, que no has sido nadie. Bien, puedo darte eso si lo deseas, igual que te he dado tantas cosas que has deseado. Sé que ahora mismo las imágenes de todos esos momentos se están agolpando en tu cabeza, y que probablemente se hacen eco en tus pantalones aumentando... tu incomodidad. Sé que me estás recordando desnuda sobre ti, que casi puedes sentirte dentro de mí, Sé que notas el tacto suave de mi piel en tus manos, que casi puedes sentir las caricias de mi boca...
Llevo los labios pintados de rojo, simplemente levanto la cabeza y sonrío al pasar sin girarme, sin mirarte, cerca, muy cerca...Tú has olido mi perfume y yo he oído el galope desenfrenado de tu corazón...Cuanto me alegro que no sea el mío el que lata así. Busco el teléfono en el bolso y lo apago sin miramiento, sé que no tardarás. Cuando lo enciendo horas más tarde casi no puedo contar las llamadas perdidas, tus llamadas perdidas. No sé qué quieres, o tal vez sí, pero todavía no voy a satisfacer tus deseos...ahora toca satisfacer los míos...