Cuando mi alma encontró a la tuya, ya le habías entregado tu vida a alguien que no era yo. Sin embargo se reconocieron, en cuanto tus ojos se vieron en los míos. Miramos el uno en el otro, y nuestras almas, se sonrieron. Ellas comenzaron a amarse mucho antes de nuestro primer beso, mucho antes de que fuésemos capaz de pronunciar nuestro primer te quiero. No íbamos a ser el uno del otro, nunca, eso pensamos. Pero esa palabra significaba esperar una vida entera, acabar esta, y esperar a encontrarnos en una nueva. Demasiado tiempo, cuando se ama, y se vive, ahora. Y ese destino que dice que acerca mundos cuando dos almas están destinadas a unirse, se empeñaba una y otra vez en mantenernos juntos. Llevarle la contraria resultaba inútil. Querer contrariar al sentimiento que nos unía, querer entender las razones del amor, era casi imposible. Porque las cuestiones del corazón solo él las razona, y discutir con quien posee una lógica aplastante es un caso perdido. Cuando el amor tomó las riendas y nuestras almas se tocaron, no hubo vuelta atrás. Aunque no éramos el uno del otro, nos pertenecíamos. Tan solo en ese breve espacio de en el que el reloj parece detenerse. El segundero avanza pero las agujas están casi inmóviles, hasta que oyes el sonido de un nuevo minuto. Ese efímero instante, ese fugaz paréntesis en el que el destino se cumple. Esa brevedad eterna en el que almas y cuerpos se unen, y son aquello para los que fueron creados, para amarse.
Puedo vivir así, sin que parezca que te tengo, tan solo un minuto arrancado al tiempo sin que nadie se de cuenta, porque mi alma sigue amando a la tuya el resto de las horas. No sé en cuántas vidas atrás he sido tuya, pero sé que no es la primera vez que te amo y me amas. Lo veo en tus ojos, en tu sonrisa, lo siento en cada una de tus caricias. Lo noto en el vacío que se hace en mi pecho cada vez que te alejas. Lo sé, porque hasta que no llegaste tú me sabía incompleta.
Y en las que nos queden por vivir, por renacer, solo espero amor mío...que tu alma y la mía, se encuentren antes...