Tradúceme.
domingo, 9 de julio de 2017
De mis días sin ti...
No era capaz de verte. Había pintado de colores el cristal a través del cual te miraba. Había nublado mis ojos, yo misma los vendaba en ocasiones hasta no ver nada. Empeñada en soñar. Creando cada día una existencia, que solo a mi razón existía.
Entonces llegaron mis días sin ti.
Fue como si alguien limpiase a conciencia ese cristal coloreado, hasta dejarlo translucido. Y puede que fuesen las lágrimas quienes lavaron mis ojos, haciendo clara mi mirada. Como si alguien me zarandease para sacarme a la fuerza de mi eterna ensoñación. El amor seguía pesando doloroso en mi pecho, ese vacío, la congoja de estar sin ti. Seguía estando hambrienta de las migajas que ponías en la palma de tu mano para alimentarme. Seguía boqueando como pez fuera del agua, porque ya no estabas en el aire que respiraba. Aquella agonía no trajo la muerte. No expiré, no fallecí, no descansé, y no renací.
Tan solo me quedé aquí, anclada en mis días sin ti.
Suspendida en inútiles intentos de hacerte pensar en mí, de recordarte mi existencia. Siendo patética, ridícula. Con cada uno de mis fracasos, podía verte mejor, nada te ocultaba de mi vista. Me aferré con uñas y dientes al más mínimo atisbo de esperanza, porque sentía que me iba la vida en ello, que se me iba la vida sin ti. Esta reticencia a no aceptar la verdad, a no tomar por cierto lo que me ven mis ojos, a negar que tienes lo que quieres, y que lo que quieres no soy yo...me mantiene aquí.
Cual maldición de Sísifo, atrapada en mis días sin ti.