Sé que para escribir únicamente he de sentarme a hacerlo. Dejar que unas veces sea mi cabeza quien dicte las palabras, y mi corazón quien las filtre y las caldee. Otras es justo al contrario, es mi corazón quien dicta, y mi cabeza quien filtra mientras las enfría. Que vuelen pensamientos y sentimientos. Que mis dedos trabajen solos porque si me preguntan nunca sé decir cuantos uso al escribir, si uno, dos, o los diez. Lo cierto es que han aprendido el camino por las letras del teclado a su manera, y ahora ya no hay forma de que lo hagan de esa que cualquiera llamaría... la correcta.
Sí, escribí unas frases y me paré, me detuve.
Ahora que ando de acá para allá cotilleando un poco, caminando de puntillas por todos esos lugares en los que se mueven los que como yo escriben, veo que se hacen bilogías (no sé si el termino existe cuando lo pongo en google me dice una y otra vez ¿has querido decir biología?), y trilogías en grandes cantidades. ¿Debería hacer yo lo mismo? ¿Bilogía, trilogía? ¿Se podrá decir cuatrilogía? ¿O hago lo de siempre, empezar a escribir y a ver qué sale?
En fin...
Ayer envié unos ejemplares de "Para ti, amor mío" a una distribuidora, la editorial me los solicitó a mí a petición de ellos, por si me interesaba probar a ver que tal se da "fuera del pueblo". No son más que cinco, que probablemente pasen desapercibidos entre la marabunta de libros que hay en el mercado pero...allá que van solitos los pobres a ver que pasa con ellos. Y por si alguien se lo pregunta no estoy haciendo el cuento de la lechera. Si por un casual la distribuidora pensase que son vendibles no supondría mucho beneficio para mi y si un gran gasto ¿qué por qué lo hago entonces? Vanidad, orgullo, curiosidad, saber hasta donde, no sé, me tentó la oportunidad. Lo único que siento es que no voy a poder saber en que lugar estarán, porque os juro que iría a verlos, en fin...
Este verano "Para ti, amor mío" se ha ido de viaje...y me ha dejado aquí.