Tradúceme.

jueves, 23 de octubre de 2014

"CLIC"

Nunca aprendí que no era para mí. En algún momento dejé abiertas las puertas a una esperanza, del todo infundada, que me mantuvo donde estaba. Nunca me di cuenta de que ni sus días ni sus noches eran míos, de que sus sueños no eran los míos. No quise darme cuenta que nunca sería para él más que aquello que era. No es que estuviese ciega, es que me negué a ver. Sostuve con vida un amor que nació muerto, convirtiéndolo en mi vida, muriéndome con él. Lo que veía no podía ser real. La piel se me erizo y un escalofrío me recorrió la espalda, estaba viendo un fantasma de un pasado no muy lejano. El fantasma de un recuerdo que  enterraba cada mañana y que seguía resucitando en mis pesadillas cada noche. No podía deshacerme de él, de alguna forma seguía estando bajo mi piel, formando parte de mí.
Mi dedo helado rozaba el ratón del ordenador, cavilando sobre el "clic" que podría hacerme saber del hombre al que creía perdido.
- ¡Elimínalo! ¡No lo abras!- decía mi cabeza.
-¿No quieres saber qué dice?- respondía mi corazón
-¡Por supuesto que quiero! Pero no debes hacerlo, sea lo que sea volverá a confundirte, volverás hacerte preguntas para las que no tienes respuestas más que las que tú misma te das. Bórralo y haz como si no lo hubieses visto.
-¿Y si quiere hablar conmigo?-volvió a preguntar mi corazón que no abandonaba su latido frenético.
-¡Dios mío! Estás más loca de lo que pensaba ¿Acaso has olvidado lo que pasó?
- No, no he olivado lo que pasó, ni he...ni creo que...lo haya olvidado del todo a él ¿tú si?- dije preguntando directamente a mi cabeza.
Silencio, esa fue la respuesta que obtuve.
Tenía la mano fría, seguía sujetando aquel dichoso ratón como si se hubiese pegado a mi piel. Paseaba el puntero por las letras que componían su nombre, acariciando cada letra. Solo una ligera presión, un leve toque y...

martes, 21 de octubre de 2014

Víctor.


Adoraba la rutina que se había establecido en mi vida. Dejar de estar pendiente continuamente del teléfono, no tener que mirar el correo cien veces al día. Cambié el hecho de organizar mi vida para estar siempre disponible para alguien, por el de que alguien estuviese siempre disponible para mí. Levantarme cada mañana al lado del hombre con el que compartía mi vida era maravilloso. Y esa era la palabra que hacía grande aquella relación, compartir. Martín estaba a mi lado y yo al suyo. Estábamos juntos para bien o para mal. Él se había ganado a pulso que pusiera de mi parte todo mi empeño para que lo nuestro funcionase, y lo hacía, funcionaba. Y me atrevía a pensar que eramos felices, y que nada podía perturbar nuestra felicidad.
Trataba de escribir esa segunda parte a la que me había, sin pensar mucho, comprometido. La primera vez no hube de imaginar, solo disimular la verdad. Esta vez estaba resultando muy difícil, y eso era la prueba de mi pobre talento creativo para la escritura. Cada pocas semanas yo pasaba uno o dos días en mi casa. Allí no me concentraba mucho más en mi trabajo como escritora, en realidad lo hacía mucho menos. La editorial me había sugerido que abriese cuentas en algunas  redes sociales con el fin de dar publicidad al libro. Se suponía que había de atender a mis fans, si es que los llegaba a tener, y responder a comentarios sobre las opiniones de quienes leían "Para ti, amor mío". Para eso era necesario la conexión a Internet que tan escasa era en el cortijo.
Martín me había dejado por la mañana en mi casa, ese día solo me quedaría unas horas, Marcela venía de visita y nos recogería a las dos al atardecer. Estaba haciendo tiempo mientras mi hermana llegaba. Curioseando en lo que se movía en esas redes sociales. Había respondido un par de comentarios, cambiado un par de fotos, en fin, esas cosas que había aprendido a hacer para que "se me viese" por ahí. Leía algo sobre la publicación de una novela histórica cuando ese ruidito que te avisa de que has recibido un nuevo correo me llamó la atención. Ya había vaciado la bandeja de entrada, y supuse que sería más publicidad de página de una agencia de viajes a la que sin querer me había suscrito. Volví a la pestaña donde tenía abierto el correo.
El corazón me latía tan salvajemente que pensé que me iba a estallar. Cerré el correo y volví a abrirlo porque aquello que estaba viendo había de ser por fuerza una alucinación. Pero no, cuando conseguí serenarme y mirar vi ante mí y en negrita  uno de esos (Sin asunto), y en las mismas negritas y con mayúsculas un nombre VÍCTOR VEGA...








viernes, 17 de octubre de 2014

Valentina


Abrí los ojos sobresaltada. Me costó unos segundos ubicarme, la luz tenue del alba se colaba por una rendija de la ventana. Amanecía en Los Canchos. En pocos minutos los sonidos habituales de la vida en el cortijo despertarían a Martín que dormía plácidamente a mi lado. Jamás ponía el despertador, mi sueño nunca se veía perturbado por tan desagradable soniquete. Aún me notaba alterada, el sueño había sido tan real que me asustaba. No podía tildarlo de pesadilla pero no era un buen sueño. Víctor regresaba a mí, era él, tan sólido,  tan real que noté su calor, su olor, su sabor...
Durante días y semanas después de la presentación negué su existencia a todo aquel que me preguntaba. Afirmé una y otra vez que no era más que un personaje creado por mi imaginación. Negué que hubiese amado a alguien con tanta intensidad. Hubo momentos en que casi lo creí. "Para ti, amor mío" tuvo tal éxito que a los pocos días de su publicación un agente literario llamó a la puerta de Los Canchos. Las palabras, editor, presentaciones, promoción, contrato, segunda edición, segunda parte...En algún momento alguien debió decirme que me parase a pensar pero nadie lo hizo, todo el mundo apoyó la locura en la que me estaba metiendo. A mi hermano la pareció genial, Marcela soñaba con acompañarme a todas partes y Martín únicamente quería verme sonreír, y que olvidase qué me había llevado a escribir aquel libro. Quería que en esa segunda parte Víctor desapareciese, incluso de mis sueños....

martes, 14 de octubre de 2014

En el arca se vende...

                                                                                                                                                                               Pronto dejaré de "compartir" cada día lo poco o lo mucho que suceda con "Para ti, amor mío". No quiero decir con eso que vaya a olvidarme de él, ni mucho menos. Andar todo el día queriendo que me vean en esos grupos de Facebook a los que me uní en su día, aunque son pocos, me quita mucho tiempo. Seguiré actualizando la página del libro, esa que abrí para él y para mí esperando que algún día haya varios libros en ella. Y para que haya al menos uno más he de escribir. Entre el trabajo, que se lleva su buen puñado de horas. La casa, que necesita también de las suyas. Dormir y descansar, con mis turnos se hace más que necesario. Y esa serie de cosas que siempre parece que tengamos que hacer, no me queda mucho de eso que llaman tiempo libre para escribir. Ciertamente envidio a mis "colegas" en el arte de las letras que parecen ser fuente inagotable de inspiración y de creación , Yo no doy para tanto. Podría gastarme el dinero en que alguien haga todo eso por mí, pero que queréis que os diga... la cosa no está para mucho dispendio, por lo tanto he de ocuparme yo misma. Cuando reciba comentarios los iré poniendo en la página del libro, o cuando haya alguna novedad, o cuando simplemente para recordar al mundo que existimos deje un párrafo o una foto. Es posible que alguna que otra vez escriba alguna cosa, aunque para eso está este lugar y sí que compartiré  en la página de "Para ti, amor mío" que lo he hecho, a ver si por fin la gente se anima a comentar...  
Aún tardaré unos días, y avisaré, para que todo aquel que quiera me siga y no se pierda las novedades de sus personajes favoritos (veis, esas son las cosas que se dicen en esos grupos y que a mí, la verdad, me da casi vergüenza escribir) .
En fin, lo que soy está claro, y no voy a ser más por vocear "lo bien que escribo" en las plazas.
Mi "paño fino" y yo, nos volvemos al arca,               



lunes, 13 de octubre de 2014

Escribiendo cuentos.

Las palabras formaron parte de esta relación desde el principio. Te amé con ellas antes que con mi cuerpo. Te entregué mi alma en pequeñas frases. Te besaba en cada punto y suspiraba por tu amor en cada coma. Hice que conocieras cada rincón de mi ser, cada entresijo de mis sentimientos, cada recoveco de mis pensamientos. Te escribí un manual de instrucciones precisas, para que nunca te fuese difícil llenarme de felicidad. Tuve que usar toda mi imaginación, mi creatividad, para ganarme una a una tus sonrisas, tus besos. Y quitar de delante todos los obstáculos que ocultaban tus te quiero. Quise dejar para ti el camino sembrado de pétalos, sin importarme caminar por el de espinas. Creé una preciosa historia de amor, no, escrito así no, mejor así AMOR, con mayúsculas.
Pero por más hermosas que fueron las palabras, no fui capaz de escribir para nosotros un final feliz.
Quizá me equivoqué justo al principio, con aquel....Erase una vez...

miércoles, 8 de octubre de 2014

Sin detenerse...

Cuando alguien me pregunta por mi próximo libro aseguro que lo habrá. Miro dentro de mí...y no hay nada. Conozco la sensación de haberme vaciado por completo. De haber dado todo lo que tenía hasta ese momento. Es como si fuese una vasija que se va llenando de ideas y de palabras, y cuando empieza a rebosar, yo, empiezo a escribir. Ahora mismo es vasija esta tan vacía que si alguien tirase algo dentro se podría oír como rebota en el fondo.
 He estado ocupada con la presentación, con tratar de promocionar "Para ti, amor mío", y aunque, citando a mi abuela "el paño fino en el arca se vende", hoy en día hay tanto "paño fino" por ahí que si no se airea el que una tiene para que se vea lo "fino" que es....pues no "se vende". Quizá me he vuelto ambiciosa, quizá he salido corriendo detrás de mi sueño pero este no se detiene y no consigo alcanzarlo. Quizá simplemente otra vez quiero algo que no podrá ser. Por una vez siento que no debería conformarme. Puede que solo sea una escritora mediocre, alguien con mas ganas que talento, que solo brilla cuando la ilumina la luz del flash de la cámara que ella misma lleva a las presentaciones. A lo mejor no tengo luz propia, no destaco, solo soy yo escribiendo unas frases lo suficientemente acertadas. Es posible que siga siendo solo yo, que nada haya cambiado en mí. Que solo sea como el asno que sopló en la flauta. Y aun así, aun viendo a mi sueño huir despavorido de mí para que no lo alcance, aun así, siento que no debería pararme.
Por lo tanto cuando alguien me pregunte por mi próximo libro, volveré a asegurar que lo habrá..