Mi dedo helado rozaba el ratón del ordenador, cavilando sobre el "clic" que podría hacerme saber del hombre al que creía perdido.
- ¡Elimínalo! ¡No lo abras!- decía mi cabeza.
-¿No quieres saber qué dice?- respondía mi corazón
-¡Por supuesto que quiero! Pero no debes hacerlo, sea lo que sea volverá a confundirte, volverás hacerte preguntas para las que no tienes respuestas más que las que tú misma te das. Bórralo y haz como si no lo hubieses visto.
-¿Y si quiere hablar conmigo?-volvió a preguntar mi corazón que no abandonaba su latido frenético.
-¡Dios mío! Estás más loca de lo que pensaba ¿Acaso has olvidado lo que pasó?
- No, no he olivado lo que pasó, ni he...ni creo que...lo haya olvidado del todo a él ¿tú si?- dije preguntando directamente a mi cabeza.
Silencio, esa fue la respuesta que obtuve.
Tenía la mano fría, seguía sujetando aquel dichoso ratón como si se hubiese pegado a mi piel. Paseaba el puntero por las letras que componían su nombre, acariciando cada letra. Solo una ligera presión, un leve toque y...