El sol empieza a ponerse, y yo, comienzo mis palabras con el
crepúsculo.
Pasaran horas aún hasta que lleguen a ti. Pasaran horas
esperando cobrar vida para ti, hasta que me tengas al leerme.
El día ha sido largo, has echado de menos tener un poco de
tiempo para ti. Has echado de menos poder acudir a mi encuentro. Aunque sea
aquí, sobre el papel. Aunque leas mis besos y mis caricias, y hayas de
pronunciar tú en voz alta mis te quiero. Recuerda que siempre digo que de una
manera o de otra se tiene lo que se desea. Y hoy, me deseas. Ni un sólo
instante te ha abandonado hoy la idea de amarme, de tenerme, de poseerme, de
hacerme tuya. El sol ya se ha puesto, y tú, me deseas.
Cuando la noche esté cerrada. Cuando en la intimidad de tu
habitación busques mis palabras, esta noche amor mío, me tendrás.
Conoces el tono de mi voz,
el timbre de mi risa. Conoces el tacto de mi piel, su olor, la intensidad de mi
mirada y el sabor de mis besos.
Empiezas a leer lo que te he escrito. Sabes que te he echado
de menos, que he soñado con lo mismo que
tú. Te hablo de mis ganas de besarte, de mi anhelo de abrazarte y los recuerdos
se despiertan en ti.
Aspiras con fuerza llenando tu pecho de aire, suspiras, y crees
notar en el aire mi perfume. El mismo que reconoces al entrar en una habitación
tras de mí. El mismo que te hace saber que he llegado, que estoy ahí. Sigues
leyendo, lees como me aprieto a ti, como mis labios te piden más. Como entreabro
la boca para que mi lengua encuentre la tuya, y dejo que se enreden, que se
encuentren deseosas la una de la otra.
Recorres con tu
lengua tus labios, porque te parece sentir mi sabor en ellos. Lees mis te
quiero. Lees como te susurro al oído que
te amo, que te deseo. Mi voz resuena en tu cabeza como si estuviese justo a
tu lado.
Sonríes, como si hubieses oído mi risa. En la penumbra de tu
habitación me buscas. La luz tenue hace que te parezca ver brillar mi piel, mi
pelo. Crees, estás seguro, de que si te levantas y caminas unos pasos, estaré
ahí. Que si sigues leyendo estaré ahí…