Ese miedo continuo que la atenazaba, que la paralizaba. Ese miedo a no hacer lo que se esperaba de ella, a no ser como él quería, a no comportarse como debía. Ese miedo a equivocarse una sola vez y no ser perdonada. Miedo a dejar de ser perfecta, a no conseguir serlo. Miedo a hacer daño y a sufrirlo. Miedo a mirarse en sus ojos y que él no la viese. Miedo a desaparecer y que nadie la echase de menos. Miedo a ser...nada.
Miedo a perder a quien amaba.
A quien amaba, sin miedo.
El día que dejó de amar se dio cuenta del tiempo perdido, teniendo miedo...al miedo.
El día que dejo de amar, y ya no sintió nada.
El día que dejo de amar, y ya no sintió nada.