Tradúceme.

lunes, 6 de julio de 2015

Esperando a las musas.

Mi inspiración debe estar en alguna parte a la sombra. Mis musas, refugiadas en algún paraíso helénico o romano. Tumbadas sobre mullidos cojines de seda, alimentándose de ambrosía,y dejándose mimar por cualquier mortal, o dios, de incomparable belleza. Rodeadas de exóticas flores y rumorosas fuentes. Envueltas en túnicas de fina gasa que dejan entrever sus hermosos cuerpos. Oyendo como Euterpe, musa de la música, toca la flauta o la lira. Mientras Erato o Calíope  cantan. Y la bella Terpsícore, musa de la danza, baila. No sé cual de ellas o de sus numerosas hermanas es la que debería visitarme, puesto que no canto, no bailo, y no toco instrumento alguno. Pero sea la que sea que decida dejar su descanso veraniego y pasar a verme, estaré más que encantada de recibirla. 
He de terminar un libro, mis personajes esperan con cierta impaciencia. El cursor está deseando coger carrerilla yendo por delante de mis palabras. Aunque nunca sepa que he escrito, porque no  puede darse la vuelta y leer. Tengo páginas y páginas en blanco que están que se mueren por vestirse con mis letras, por envolverse en mis frases, por cubrirse con mis párrafos. Tengo un FIN por poner, y se está cansando de esperar, aun sabiendo que es el último en salir.
En fin... no tengo ambrosía en la nevera, pero si helado de chocolate en el congelador...
¿No os tienta queridas musas?