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lunes, 19 de octubre de 2015

Cuento ¿De hadas?

La princesa buscó en las páginas amarillas una bruja que pudiese ayudarla. Buscaba una capaz de hacer un hechizo, uno potente, que hiciese que el príncipe cayese rendido a sus pies. Hizo que ensillasen a su corcel más brioso y se dirigió a aquel recóndito, oscuro y lóbrego lugar del bosque que figuraba en la guía. En el hueco del árbol más viejo que encuentres...aquella era la dirección, algo vaga tratándose de un bosque de árboles milenarios todos ellos. Incluso así la princesa confiaba encontrarlo.
Había pasado con mucho la edad de ser una jovencita. Tampoco era una gran belleza, y no se destacaba por su inteligencia aunque poseía un gran corazón. La belleza está en el interior, solían decirle, pero nadie en todo el reino había visto la suya.  Por todo eso, y porque se había enamorado del más hermoso de los príncipes, buscaba aquella poción, bebedizo, palabras mágicas, o lo que fuese, para que él la amase.
Entre todos aquellos viejos arboles, después de mucho buscar, vio uno, con las hojas plateadas como si fuesen canas debidas a la edad. Tiene que ser ahí, se dijo la princesa. Descabalgó junto a una grieta en el tronco que tenía todas las trazas de ser una entrada, a la guarida de la bruja...
Le costó un poco adaptarse a la oscuridad, pero cuando pudo ver pensó que se había equivocado de lugar. Ante ella, iluminada por la luz del fuego donde humeaba un caldero, no había una horrible bruja de túnica negra, pelo blanco, nariz ganchuda y verrugas en el rostro.Si no todo lo contrario. Una hermosa joven con un vestido rosado, larga melena rubia, luminosos ojos azules y sonrisa encantadora, la invitaba con un gesto de la mano a tomar asiento.
-Perdón, creo que no eres quien busco ¿tú no eres una...?
-¡Oh! No, no lo soy- dijo la joven interrumpiendo a la princesa.
-Más bien pareces una...
-¡Oh! Si, lo soy, Soy un hada. Pero es a mí a quien buscas.
-¿Cómo es posible que tú..?
-¡Oh! Ya no se gana una la vida siendo buena. Nadie parece necesitar hadas madrinas, piensan equivocadamente que la magia de las brujas es más fuerte que la nuestra. Y pocos quieren hacer las cosas bien, prefieren la manera retorcida de alguna hechiceras.
La princesa se sonrojó. Como miembro de realeza debía creer en las hadas madrinas y temer a las brujas, y sin embargo, allí estaba...
-Lo siento, no tenía intención de ofenderte hada. Es que lo que necesito es...
-¡Oh! Sé lo que quieres, y créeme, si no se ha fijado en ti es que no te merece.
-Mírame - dijo la princesa- quien se fijaría en mí habiendo en la corte tantas bellas damas.
-¡Oh! ¡Vamos! Me he pasado siglos emparejando princesas con príncipes azules, y pocas veces ha salido bien. Cuando pasan los años ella deja de ser una belleza y él...el azul no es un color duradero, destiñe y mucho. 
-Pero están Cenicienta, o Blancanieves...ellas son felices ¿no?.
-Están atrapadas en su propio cuento...solo eso, y no saben como salir de el. ¿Por qué nadie ha escrito una segunda parte de ellos? Puedo darte lo que deseas, pero cada vez que mires a tu príncipe sabrás que no te ama por ser quien eres, sino porque yo lo hechicé para ti ¿quieres eso?.
-¿Qué puedo hacer entonces? ¿Qué me aconsejas?- preguntó la princesa muy seria.
-¡Oh! es fácil. Vuelve a palacio y busca a tu príncipe. Acércate a él y míralo directamente a los ojos. Tienes unos ojos preciosos que dejan ver tu alma y tu corazón, si no ve lo hermosa que eres en ellos, es que no merece tu amor. No pierdas el tiempo con quien no te quiere por como eres, con quien no te ama porque simplemente eres tú. Con quien cuando te mira no te ve. No tengas miedo. Es él quien tiene algo que perder, no tú.
La princesa se fue de allí sin poción, ni bebedizo, ni palabras mágicas, Ahora solo le quedaba poner en practica el consejo de su hada-bruja.
Y al llegar a palacio...