Tradúceme.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Adivina adivinanza...

A veces saber que me leéis me coarta. Saber que si expreso con total libertad lo que pienso o lo que siento, podríais saber de mí casi tanto como yo. Solo cuando escribo sin pensar en que lo hago, es cuando según me parece a mí, lo hago bien y a gusto. Sea lo que sea, desde un cuento de hadas a una escena erótica ha de brotar sin límite alguno. Cuando escribo aquí, el límite entre realidad y ficción es muy delgado. Tan fino que hay veces que creo que desaparece. Puede que algo que haya visto, algo que haya soñado, una conversación que haya tenido, de lugar a cualquiera de los párrafos que aparecen en este lugar. Algunas veces podría decir que todo, palabra por palabra, es verdad. Otros en cambio es imaginación sin aditivo alguno. Y en algunos casos, como decía antes, solo yo sabría diferenciar cuanto de cada hay en mis palabras. Seguro que hay quien esté pensando que se puede distinguir...bueno...yo no apostaría. Por más que creáis conocerme dentro de mí hay un mundo entero. Hay zonas llenas de luz y otras de total oscuridad, puede que haya lugares en los que ni yo misma me atrevo a adentrarme. Creo que nunca conocemos del todo a nadie, ni siquiera a nosotros mismos. Todos estamos llenos de secretos, unos más oscuros que otros. De deseos, unos más inconfesables que otros. De dudas que no somos capaces de resolver. De decisiones aplazadas. De miedos que pueden llegar a paralizarnos. De sueños y de ilusiones. De palabras que nunca hemos podido pronunciar. De amores y odios. De historias pasadas y enquistadas que no supimos superar. De vergüenzas y de atrevimientos. De arrepentimientos. De temores infundados, o no, que nos hacen cobardes. De tantas y tantas cosas, que nadie, creo que nadie, se atrevería a dejar que alguien mirase dentro de el sin límite alguno. Al menos yo no lo haría. Y sin embargo...hay en este blog frases y párrafos que salen justo de esos lugares recónditos de mi interior.
Solo tenéis que adivinar cuales son....