Cuando alguien me dice que no
me quieres, respondo que yo a ti, tampoco.
Trato de que no te cueles bajo
mi piel más de lo necesario. Intento mantenerte en la superficie, que los sentimientos no ahonden en mi corazón.
Cuando me dicen que si sé a
qué estoy jugando, qué si lo tengo claro, respondo que cristalino.
Intento leer las reglas de este juego todos
los días. Las aprendo de memoria, para no dejarme ganar. Perder me ha dolido demasiadas veces.
Sin embargo, una pequeña parte
de mí está siempre atenta a la más mínima señal. Buscando rastros de ese amor
que dicen que no me tienes.
Atesoro palabras, frases
sueltas, dichas en momentos en los que no estás en guardia.
Y hoy, sin querer, me has
llamado cariño. Una palabra simple que no te había oído decir antes. La
guardaré con alguna otra, junto a un par de amaneceres, la luz de las velas reflejada en tus ojos, el sabor de tus besos cuando nos encontramos, el calor de tus caricias cuando me das las buenas noches y muchas de tus sonrisas. Puede que sea una mala costumbre mía, una manía, la de guardarlo todo...
Sé que no me quieres, que no me amas, sé que
no estás enamorado de mi, y ten claro, que yo de ti... tampoco.