¿Cómo podía añorar lo que nunca había tenido?
¿Cómo podía echar de menos unos brazos que nunca la habían abrazado?. ¿Cómo podía anhelar que la mirasen unos ojos que nunca la había mirado?. ¿Cómo podía desear que la besasen unos labios que nunca la habían besado?.
¿Cómo podía marcharse el sol, un día más, si él no estaba a su lado para despedirlo juntos?
El día y la noche se fundían en uno sólo en esa hora crepuscular. No duraría más que unos minutos, antes de que el uno diese paso a la otra. Antes de que el sol dejase reinar a la luna. Un instante.
Cuanto hubiese dado ella por tener al menos esa brevedad diaria.
¿Cómo podía el sol desplegar tanta belleza en su adiós diario, si él no estaba con ella para disfrutarla?