Tradúceme.

viernes, 29 de julio de 2016

Como el mar te quiero...


¿Quieres saber cuánto te quiero?
Oye el sonido del mar, como el mar te quiero. Como el mar llegaré suave a tu orilla, creceré con la marea alta  y te cubriré por completo hasta hacer que seas mío. Como el mar te quiero. Me marcharé con la marea baja, dejando tras de mí un rastro de piedras desgastadas en las horas de espera. De conchas de colores. De mí salada humedad.  Con la fuerza y la pasión del mar te quiero. Rebelde y espumosa cuando no te puedo alcanzar.  Deseosa de tomarte, en lucha continua con las rocas que me impiden acercarme a ti, y que me deslice por tu arena. Como el mar te quiero. Seré espejo en la noche de la luna llena, para regalártela. Atraparé el sol al atardecer y tornaré mis aguas en bronce líquido, para ti. Como el mar te quiero. Te ofreceré los tesoros que guardo dentro de mí, perlas hechas de besos, corales construidos con amor. Solo tú podrás explorarlo y tomar lo que desees de mí. Como el mar te quiero. Con su constancia, con su firmeza, con su perseverancia, incansable, sin tregua. Como el mar te quiero, invencible.
¿Quieres saber cuánto te quiero?
Cuenta las olas del mar, una, dos, tres, cuatro…jamás se detendrán.
Como el mar te quiero…


domingo, 24 de julio de 2016

En el lado oscuro...

No sé porque fui, me retrasé todo lo que pude pensando que ya no estarías. Al llegar te encontré esperando, sentado, leyendo un libro que dejaste abierto sobre la mesa al verme entrar. Me acerqué, sin saludar, me sentaste en tus rodillas y me besaste lentamente sin que mediase palabra entre nosotros.  Si el amor no entiende de razones, el sexo tampoco.  Mi mente no se concentró de inmediato en ti, pero mi cuerpo sabía qué le esperaba con cada una de tus caricias. Se preparó para ti, aun antes de que yo desease ser tuya. Tus manos, tus dedos siempre hábiles, buscaron esa parte de mí que siempre parece añorarte. Tanta humedad nos sorprendió a los dos. A ti te hizo perder la cabeza, y a mí, el resto de la ropa. Te perdiste entre mis piernas para terminar empapado de mi esencia, que también parece pertenecerte. Esa que echabas de menos, en lugar de echarme de menos a mí.
No me gustó que me gustase, aunque no sé de qué me extraño. ¿Cuándo ha formado parte el amor de nuestros encuentros? Me haces dudar de todo, me haces dudar de mí.
Soy la cara oculta de tu luna, la mujer con la que compartes las sombras, un inconfesable secreto. Acepté serlo y forjé mis propias cadenas. Mientes cuando dices que no puedes estar sin mí, puedes hacerlo, lo haces cada día. Tú nunca  me has amado, aunque yo siempre esperé que lo hicieras.
Recojo mi ropa del suelo en silencio. Me observas, desnudo, mientas me la vuelvo a poner. Abrocho cada botón con la misma lentitud con la que tú has hecho el gesto contrario, y veo crecer de nuevo tu necesidad de mí. Me subo el vestido, me siento a horcajadas sobre, y mientras te siento entrar suavemente en mí, pienso…
Eres la cara oculta de mi luna, un hombre con el que comparto las sombras, un inconfesable secreto. Aceptaste serlo, y forjaste tus propias cadenas. Miento cuando digo que no puedo vivir sin ti, puedo hacerlo, lo hago cada día. Yo nunca te he amado, aunque siempre espere… poder hacerlo.










jueves, 14 de julio de 2016

Esperaba el momento...

Una fecha en el calendario, un día señalado tan solo en el corazón. Un libro con las hojas gastadas, releído una y otra vez. Flores muertas guardadas entre sus páginas. Cartas atadas muy juntas, palabras escritas con la tinta ya desvaída, olvidadas, no, guardadas, en un cajón. Fotografías amarillentas, rostros desdibujados de los  que fueron y ya no son. Un paisaje que ya no existe, pero que persiste en la memoria. Una tarde, una noche, un amanecer.
Esperaba el momento de poder olvidarte, repasando una y otra vez cada una de esas pequeñas cosas de las que no quise deshacerme. Reviviendo conversaciones, añorando sonrisas, anhelando besos y abrazos que nunca más se repetirán.  Se van desgastando entre mis dedos, descomponiéndose en mis manos, pero no así los sentimientos. Han pasado años, y todo ha sucedido ayer. El ímpetu de la juventud dio paso a la calma madurez, y el fuego de aquella pasión continua siendo cenizas ardientes en mí. Y yo, esperaba el momento de poder olvidarte.  De que mis fantasmas descansasen en paz, de poder volver a vivir esa vida que tu ausencia me negó. De recomponerme, de estar entera. Esperaba el momento de poder olvidarte y que me devolvieses todo lo que te di, y todo lo que te hubiese dado. Esperaba el momento de poder olvidarte y librarme de las preguntas sin hacer, de tantos y tantos por qué. Esperaba el momento de poder olvidarte, de soltar las amarras que me atan a un puerto donde no queda nada para mí. Donde no me protejo de los malos vientos, sino que estoy a su merced. Esperaba el momento de poder olvidarte y extender unas alas que plegué a tu voluntad, con las que ya no sé si podré volar. Esperaba el momento de poder olvidarte, y tal vez, volver a amar.
Sí, es lo que hago cada día, siempre que mi pobre voluntad me lleva al rincón donde guardo todas esas pequeñas cosas, de las que no quise deshacerme. Y cada vez que alguien me pregunta, ¿Qué haces? Respondo, nada, solo, esperaba el momento de…

Y en espera de poder olvidarte, me conformaría, con dejar de recordarte…

miércoles, 13 de julio de 2016

A cualquier cosa lo llamo...cuento.

No siente frío, porque espera el calor de los abrazos.
No siente hambre, porque espera alimentarse de caricias.
No siente sed, porque espera beber de sus labios.
No ve, porque sólo lo hace a través de sus ojos.
No oye ni habla, si no son palabras de amor.
Más... ¿Late su corazón? ¡Vive Dios que así es!
¡Corred! ¡Corred! ¡Dad deprisa la noticia!
Quizá  creyendo despertar a  una dulce criatura, él,  no hace más que sacar de su letargo a un terrible monstruo. Un ser hambriento de amor, necesitado, insaciable, incapaz de sentirse lleno de ese hermoso sentimiento. Quizá contemple con horror a aquella que tiene ante sí, tan bella, y a la vez, tan horripilante. Preguntándole al destino, gritándole más bien, ¡¿Por qué?! Devorado y consumido por ese voraz y ansioso ser  tratará de escapar, pero... ¿Cómo hacerlo? si una y otra vez ella usa un arma infalible, atrayente, seductora. Una mortal trampa revestida de, a simple vista, el más inocente, el más entregado, el más incondicional, el más puro...amor.
Cuenta la leyenda que el príncipe, ¿despertó a una princesa?


martes, 12 de julio de 2016

Una versión de dos historias.


Esas sábanas blancas tibias de tu calor, enredadas en mi cuerpo donde antes estuvo tu piel. Ese rastro de tu olor en mis manos y el regusto de tu sabor en mi boca. El eco de tus palabras en mis oídos. El color de tus ojos, al cerrar los míos. Tu sonrisa, mi sonrisa,  mezclada con mi lápiz de labios.
Ese rastro de mi olor en tus manos, y el regusto de mi sabor en tu boca. El eco de mis palabras en tus oídos. El color de mis ojos, cuando cierres los tuyos. Mi lápiz de labios mezclado con tu sonrisa, con mi sonrisa. Y esas sabanas tibias de tu calor, que has dejado enredadas en mi cuerpo, donde antes estuvo tu piel.
Y lo que vivimos juntos...¿lo recordamos igual?

lunes, 11 de julio de 2016

Hace calor...

Quieres tocarme, siento tus ganas incluso desde aquí.  Tus ojos llevan rato tratando de librarse de mi ropa.  Con la lentitud que te permite tu mirada, pero que no te permitiría la impaciencia por tenerme. Te yergues en el  asiento tratando de disimular. Pero estás pendiente de cada centímetro de la falda de mi vestido que se sube, cuando cruzo las piernas. Hace calor, y no te has quitado la corbata. Aunque has aflojado un poco el nudo, cuando me he levantado el pelo dejando al descubierto mi cuello. El calor derrite el hielo en los vasos aguando la bebida, pero no tienes prisa, no quieres darme una excusa para que me marche. Tal vez no quiero irme.  Entreabres la boca al ver que me llevo el vaso a la boca, sin apartar la mirada de la gota húmeda que se queda en mis labios al beber. Ese pequeño detalle me ha puesto fácil seguir jugando, y sonrió, cuando la recojo con la lengua. He podido oír desde aquí como tragabas saliva, antes de dar un trago largo a lo que bebes. Me preguntas si quiero otra copa, te digo que no. Si hago esto, si sigo con esto, quiero saber qué estoy haciendo. Eres lo que cualquier mujer querría, desearía. Pero también yo soy lo que cualquier hombre querría, desearía, y las miradas de tus amigos así te lo dicen. Miras por encima de mi hombro, a la barra, donde los has dejado. Posiblemente te apremian para que des un paso más, para que me invites a subir a tu habitación, o a salir de allí, juntos.  No me giro, ellos no me interesan, solo tú. Me acerco un poco más. El tirante de mi vestido se resbala suavemente por el hombro, dándote una visión más generosa de mi escote. Lo devuelvo a su sitio muy despacio. Y apuras de un sorbo el líquido ambarino, ya sin hielo, del vaso que tienes en la mano.
Quieres tocarme, siento tus ganas incluso desde aquí. Pero sabes una cosa…quiero jugar un poco más…

domingo, 10 de julio de 2016

Sigo aquí...

Lo que os cuento sucede en el presente, en el mío. Da igual si sucedió en un pasado que empiezo a olvidar, o en un futuro que desde luego nunca tendrá lugar. Mi tiempo se detuvo, para mí ya no existe nada antes ni existirá nada después, tan solo este ahora.
Es mi alma cargada de vivencias la que se va desgastando poco a poco, tampoco sé cuánto durará. Estoy aquí, y allí, pero no sé si estaré más allá. Visto así puede parecer difícil de entender pero puedo explicarlo, o al menos intentarlo
La muerte llegó sin avisar, aunque digan que en ocasiones lo hace muchas veces no es verdad. ¿Quién puede predecir el instante exacto? Nadie. Por más agonizante que se encuentre un ser humano nadie puede asegurar, día, ni hora, ni minuto, ni segundo. Así que, aunque mi enfermedad había sido diagnosticada, tratada, y vuelta a diagnosticar para ser tratada de nuevo, llegó sin avisar.
Desde ese momento soy lo que suele llamarse un alma en pena, un ente errante, un espíritu, un fantasma. Yo digo que solo soy, un alma viva.
Tampoco tiene mucha explicación que siga sintiendo, que lo que sucede a mi alrededor me haga, a veces, llorar. ¿Qué cómo llora un alma? Creo si pudierais verlo sería una visión de lo más desgarradora. Es, son, sentimientos puros, tanto, que duelen y el dolor es insoportable. Y mucho menos razón le encuentro al hecho de haberme quedado junto a ti. Ya en vida, en la mía, no era precisamente alguien, o eso creía, importante para ti. Ahora, que ni siquiera puedes verme, soy lo que siempre dije que fui, invisible. 
Me pregunto si notas mi presencia. Si en alguna ocasión cuando me entretengo en aspirar tu perfume pegada a tu cuello, sientes mi aliento. O si alguna noche, cuando acomodo mi inexistente cuerpo al tuyo para dormir, notas mi abrazo.
No he dejado de hablarte ni un solo día, y no todo son reproches. Hay veces que te cuento todo lo que recuerdo, para no olvidar, para que no me olvides. Que te hablo de mi, de cómo estoy ahora. Que te llamo por tu nombre, que te susurro que te quiero. Es posible que me oigas, como si mi voz viniese de dentro de ti, como si mis palabras fuesen tus propios pensamientos. Puede que oigas mi risa cuando bromeo contigo, como hice siempre, queriendo que sonrías. Ojalá encontrase la manera de hacerte saber que sigo aquí, contigo.
Sobre todo esas madrugadas, cuando despiertas sobresaltado, cuando te arrepientes de todo lo que no hiciste o no dijiste, cuando quieres dar marcha atrás en el tiempo. Cuando te culpas incluso de mi muerte. Cuanto quisiera poder consolarte en esos momentos, librarte de ese sentimiento. Que supieras que estaba equivocada que no supe verlo, que ahora que no soy nada, sé, que para ti, lo era todo.
Quizá me he quedado aquí no para perdonarte, sino para que me perdones.
Quizá es tu amor, quien me retiene a tu lado.
Sigo aquí...
Y te amo...


jueves, 7 de julio de 2016

¿Puedo escribirte?

Le escribió durante años, porque no era capaz de pronunciar las palabras. Guardó esas cartas bajo llave, donde solo ella podía encontrarlas, donde solo ella podía volver a leerlas. El pasado no se puede cambiar. Ella tampoco podía cambiar su presente, y mucho menos su futuro. 
Esas cartas estaban llenas de todo lo que no fue capaz de decirle. De todas esas suplicas mudas que esperaba que viese en sus ojos. Todas las esperanzas, con las que creaba sueños y vida para él. Todas esas promesas que no se hicieron, porque ella no las exigía. Escribió todas las lágrimas que no pudo derramar en su presencia. Escribió las sonrisas que él debió dibujar en su rostro. Escribió los besos, las caricias, y el amor, que no le daba. Escribió su vida, tal y como la imaginó. Vivió, en aquellas cartas que nunca enviaba. Renunciaba a él cada anochecer, y volvía a amarlo cada amanecer. Suplía su ausencia escribiendo su presencia. Se perdió en aquellas cartas, su vida transcurría escrita en un papel doblado con cuidado, apilado junto a otros y encerrado en un cajón. Un año, dos, diez, veinte.. Ni siquiera se había dado cuenta y nunca supo a ciencia cierta, porque no estaba escrito, el momento en que él... nunca más regresó.

domingo, 3 de julio de 2016

¿Un cuento?


La única forma de llegar hasta ella, era a través de su corazón.
Se enamoró una noche de verano, sin luna, pero con millones de estrellas. Lo amó, del tal manera que ella era la tierra, y él, su sol. Hizo promesas. Pronunció palabras como..te amaré toda mi vida y nunca amaré a nadie que no seas tú. Llenó su corazón de todo ese amor y luego levantó un muro. Lo fortificó, lo blindó, lo cerró.
Desde que él se marchó... nadie ha podido volver a amarla.

sábado, 2 de julio de 2016

Esbozo

Sé qué es lo que te asusta dijo ella
¿Lo sabes? ¿De verdad lo sabes? dijo él
Sí, lo sé, quiso explicarle, pero guardó silencio. Sabía que él temía que lo amase, no por el amor en sí, si no porque pusiera en peligro la vida que había llevado hasta ahora. No pensaba que ella lo hiciera cambiar, no, no la amaba tanto, por eso temía ese amor. Imaginaba mil situaciones en las que él no podría responder a esa efusividad, a esa explosión de amor, y ella, ¡Dios mío! ¿Y si ella perdía la cabeza? Había confiado en su buen juicio, la creía una mujer razonable, templada, y descubrió a un ser hambriento de amor que parecía, a ratos, haber perdido el juicio.

 Sí, quiso explicarle que sabía lo que pensaba, lo que le asustaba, pero calló. No le diría que hacía bien confiando en ella, que sí, que el amor había hecho erupción en su vida y que nada podía controlarlo. Quería amarlo, deseaba amarlo, pero precisamente porque lo amaba lo antepondría a todo, primero estaba él y su felicidad, y ella no formaba parte de eso. Sólo era… su amante, alguien a quien veía de vez en cuando, alguien a quien besaba, a quien  hacía el amor, alguien a quien quería a ratos, pero no… ella no era su vida, aunque ella hubiera dado su vida por él.

viernes, 1 de julio de 2016

...

Te dije mil veces que solo necesitaba tu amor y nada más, te mentía. Que no quería más, y no era cierto. Te mentí, me mentí, para poder esperar. Me equivocaba. Te dije que me bastaba, que era suficiente, que lo que me dabas era...
Eran migajas, restos, sobras, y me has alimentado con ello, me he alimentado de ello durante demasiado tiempo. Quise que mi lucha fuese silenciosa, hice de la paciencia y el amor mi bandera, y la use, una, y otra, y otra, y otra vez...Hasta que no quedaron más que unos jirones desgastados y descoloridos, que a duras penas se sostienen cuando ondean al viento. El viento helado de la desesperación.
Donde hubo amor ya no queda nada. Solo un desierto de cadáveres desecados, los de cada una de mis ilusiones, de mis esperanzas. De tierra seca y agrietada, en la que agoniza sin remedio todo lo que sentí, todos esos anhelos que sembré, y que nunca, llegarán a dar fruto. Donde hubo fuego y pasión ya no queda nada, tan solo ceniza fría y muerta. Donde hubo luz se ha instalado la oscuridad. Donde estuviste tú...ahora solo estoy yo.
Tal vez si desde el principio te hubiese dicho la verdad...