Lo
que os cuento sucede en el presente, en el mío. Da igual si sucedió en un pasado
que empiezo a olvidar, o en un futuro que desde luego nunca tendrá lugar. Mi
tiempo se detuvo, para mí ya no existe nada antes ni existirá nada después, tan
solo este ahora.
Es
mi alma cargada de vivencias la que se va desgastando poco a poco, tampoco sé
cuánto durará. Estoy aquí, y allí, pero no sé si estaré más allá. Visto así
puede parecer difícil de entender pero puedo explicarlo, o al menos intentarlo
La
muerte llegó sin avisar, aunque digan que en ocasiones lo hace muchas veces no
es verdad. ¿Quién puede predecir el instante exacto? Nadie. Por más agonizante
que se encuentre un ser humano nadie puede asegurar, día, ni hora, ni minuto,
ni segundo. Así que, aunque mi enfermedad había sido diagnosticada, tratada, y
vuelta a diagnosticar para ser tratada de nuevo, llegó sin avisar.
Desde
ese momento soy lo que suele llamarse un alma en pena, un ente errante, un
espíritu, un fantasma. Yo digo que solo soy, un alma viva.
Tampoco
tiene mucha explicación que siga sintiendo, que lo que sucede a mi alrededor me
haga, a veces, llorar. ¿Qué cómo llora un alma? Creo si pudierais verlo sería
una visión de lo más desgarradora. Es, son, sentimientos puros, tanto, que
duelen y el dolor es insoportable. Y mucho menos razón le encuentro al hecho de
haberme quedado junto a ti. Ya en vida, en la mía, no era precisamente alguien,
o eso creía, importante para ti. Ahora, que ni siquiera puedes verme, soy lo
que siempre dije que fui, invisible.
Me pregunto si notas mi presencia. Si en
alguna ocasión cuando me entretengo en aspirar tu perfume pegada a tu cuello,
sientes mi aliento. O si alguna noche, cuando acomodo mi inexistente cuerpo al
tuyo para dormir, notas mi abrazo.
No
he dejado de hablarte ni un solo día, y no todo son reproches. Hay veces que te cuento todo lo que recuerdo, para no
olvidar, para que no me olvides. Que te hablo de mi, de cómo estoy ahora. Que
te llamo por tu nombre, que te susurro que te quiero. Es posible que me oigas,
como si mi voz viniese de dentro de ti, como si mis palabras fuesen tus propios
pensamientos. Puede que oigas mi risa cuando bromeo contigo, como hice siempre,
queriendo que sonrías. Ojalá encontrase la manera de hacerte saber que sigo
aquí, contigo.
Sobre
todo esas madrugadas, cuando despiertas sobresaltado, cuando te arrepientes de
todo lo que no hiciste o no dijiste, cuando quieres dar marcha atrás en el
tiempo. Cuando te culpas incluso de mi muerte. Cuanto quisiera poder consolarte
en esos momentos, librarte de ese sentimiento. Que supieras que estaba equivocada
que no supe verlo, que ahora que no soy nada, sé, que para ti, lo era todo.
Quizá
me he quedado aquí no para perdonarte, sino para que me perdones.
Quizá
es tu amor, quien me retiene a tu lado.
Sigo
aquí...
Y te amo...