Quieres tocarme, siento
tus ganas incluso desde aquí. Tus ojos llevan
rato tratando de librarse de mi ropa. Con
la lentitud que te permite tu mirada, pero que no te permitiría la impaciencia
por tenerme. Te yergues en el asiento
tratando de disimular. Pero estás pendiente de cada centímetro de la falda de
mi vestido que se sube, cuando cruzo las piernas. Hace calor, y no te has
quitado la corbata. Aunque has aflojado un poco el nudo, cuando me he levantado
el pelo dejando al descubierto mi cuello. El calor derrite el hielo en los
vasos aguando la bebida, pero no tienes prisa, no quieres darme una excusa para
que me marche. Tal vez no quiero irme.
Entreabres la boca al ver que me llevo el vaso a la boca, sin apartar la
mirada de la gota húmeda que se queda en mis labios al beber. Ese pequeño
detalle me ha puesto fácil seguir jugando, y sonrió, cuando la recojo con la
lengua. He podido oír desde aquí como tragabas saliva, antes de dar un trago
largo a lo que bebes. Me preguntas si quiero otra copa, te digo que no. Si hago
esto, si sigo con esto, quiero saber qué estoy haciendo. Eres lo que cualquier
mujer querría, desearía. Pero también yo soy lo que cualquier hombre querría, desearía,
y las miradas de tus amigos así te lo dicen. Miras por encima de mi hombro, a
la barra, donde los has dejado. Posiblemente te apremian para que des un paso
más, para que me invites a subir a tu habitación, o a salir de allí,
juntos. No me giro, ellos no me
interesan, solo tú. Me acerco un poco más. El tirante de mi vestido se resbala
suavemente por el hombro, dándote una visión más generosa de mi escote. Lo
devuelvo a su sitio muy despacio. Y apuras de un sorbo el líquido ambarino, ya
sin hielo, del vaso que tienes en la mano.
Quieres tocarme, siento
tus ganas incluso desde aquí. Pero sabes una cosa…quiero jugar un poco más…