Tradúceme.

domingo, 10 de julio de 2016

Sigo aquí...

Lo que os cuento sucede en el presente, en el mío. Da igual si sucedió en un pasado que empiezo a olvidar, o en un futuro que desde luego nunca tendrá lugar. Mi tiempo se detuvo, para mí ya no existe nada antes ni existirá nada después, tan solo este ahora.
Es mi alma cargada de vivencias la que se va desgastando poco a poco, tampoco sé cuánto durará. Estoy aquí, y allí, pero no sé si estaré más allá. Visto así puede parecer difícil de entender pero puedo explicarlo, o al menos intentarlo
La muerte llegó sin avisar, aunque digan que en ocasiones lo hace muchas veces no es verdad. ¿Quién puede predecir el instante exacto? Nadie. Por más agonizante que se encuentre un ser humano nadie puede asegurar, día, ni hora, ni minuto, ni segundo. Así que, aunque mi enfermedad había sido diagnosticada, tratada, y vuelta a diagnosticar para ser tratada de nuevo, llegó sin avisar.
Desde ese momento soy lo que suele llamarse un alma en pena, un ente errante, un espíritu, un fantasma. Yo digo que solo soy, un alma viva.
Tampoco tiene mucha explicación que siga sintiendo, que lo que sucede a mi alrededor me haga, a veces, llorar. ¿Qué cómo llora un alma? Creo si pudierais verlo sería una visión de lo más desgarradora. Es, son, sentimientos puros, tanto, que duelen y el dolor es insoportable. Y mucho menos razón le encuentro al hecho de haberme quedado junto a ti. Ya en vida, en la mía, no era precisamente alguien, o eso creía, importante para ti. Ahora, que ni siquiera puedes verme, soy lo que siempre dije que fui, invisible. 
Me pregunto si notas mi presencia. Si en alguna ocasión cuando me entretengo en aspirar tu perfume pegada a tu cuello, sientes mi aliento. O si alguna noche, cuando acomodo mi inexistente cuerpo al tuyo para dormir, notas mi abrazo.
No he dejado de hablarte ni un solo día, y no todo son reproches. Hay veces que te cuento todo lo que recuerdo, para no olvidar, para que no me olvides. Que te hablo de mi, de cómo estoy ahora. Que te llamo por tu nombre, que te susurro que te quiero. Es posible que me oigas, como si mi voz viniese de dentro de ti, como si mis palabras fuesen tus propios pensamientos. Puede que oigas mi risa cuando bromeo contigo, como hice siempre, queriendo que sonrías. Ojalá encontrase la manera de hacerte saber que sigo aquí, contigo.
Sobre todo esas madrugadas, cuando despiertas sobresaltado, cuando te arrepientes de todo lo que no hiciste o no dijiste, cuando quieres dar marcha atrás en el tiempo. Cuando te culpas incluso de mi muerte. Cuanto quisiera poder consolarte en esos momentos, librarte de ese sentimiento. Que supieras que estaba equivocada que no supe verlo, que ahora que no soy nada, sé, que para ti, lo era todo.
Quizá me he quedado aquí no para perdonarte, sino para que me perdones.
Quizá es tu amor, quien me retiene a tu lado.
Sigo aquí...
Y te amo...