Mojaba galletas en el café, no le gustaba, sin embargo no dejaba de hacerlo. De canela, eran sus favoritas después de las de chocolate. Quizá continuaba haciéndolo para que esos kilos de más, que no perdía hiciese la dieta que hiciese, tuviesen justificación para quedarse. Se preguntaba en qué momento se había aficionado a las galletas.Siempre fue más de salado que de dulce, y si alguien le preguntase, negaría que le gustaban. ¿Por qué demonios seguía comiéndolas?
Apartó la taza de café a medias y guardó las galletas en la lata, se acabaron las meriendas a desgana, se dijo.
Tenía trabajo pendiente y se puso a ello. Se acurrucó en el sofá envuelta en una suave manta marrón chocolate, y se colocó el portátil sobre las rodillas. El suave ronroneo del aparato al encenderse le recordó el gato que siempre que quiso y nunca tuvo ¿Por qué demonios no compraba uno ahora?.
Llevaba años escribiendo, era de las pocas cosas que la hacían sentirse orgullosa, sus palabras le daban de comer. No siempre fue así, antes tenía un trabajo de esos que algunos llamaban "normal", pero soñó con escribir desde que era una niña. Aceptaba pequeños encargos, nunca fue una gran novelista. Escribía frases, párrafos cortos que acompañaban recuerdos de grandes ocasiones, bodas, bautizos, despedidas, cumpleaños, cosas así. Palabras sentidas que se podían adaptar a cualquier evento.
Por primera vez se enfrentaba a algo distinto,todo un reto para ella, quería escribir algo con esas partes esenciales de un relato, principio, medio y fin. Ambicionaba llegar incluso hasta cien, tal vez doscientas páginas.
Releyó lo escrito hasta entonces. Trataba de imaginar, de crear, sin embargo una y otra vez terminaba escribiendo sobre ella. Con un clic de ratón eliminó el texto y acomodándose en el sofá, comenzó de nuevo.
Mojaba galletas en el café...