Tradúceme.

martes, 7 de enero de 2014

Un regalo.

-Hazme un regalo.
-¿Qué te gustaría?
-Quiero una sonrisa.
-Eso es fácil.
-Entonces ¿por qué me regalas tan pocas estos días?
-No tuve motivos para sonreír.
-Regálame una, pero no así, no la fuerces. La quiero llena de magia, de calor, de amor, sincera, alegre, inocente y picara a la vez. Que llegue de tus labios a mi alma, como hacías antes.
-¿Antes de qué?
-No sé, antes de que la perdieras.
-No la he perdido, debo tenerla en alguna parte.
-Búscala, y cuando la encuentres, regálame una.

Algunas veces el regalo que más necesitamos es el que tiene que venir del corazón de otra persona. Algo tan poco material como una sonrisa, un abrazo, un beso, unas palabras... Algo tan sencillo es a veces difícil. Difícil de dar, y puede que mucho más aun de recibir. Puede que no nos atrevamos, o que no sepamos que eso es lo que esperan. Que no miremos bien a los ojos, que no oigamos en los silencios, que no hagamos caso a nuestro propio corazón. Todos los corazones son valientes, no entienden del miedo que nos infunde la razón. Tienen sus propias leyes, sus propias razones. Algunas de mis mejores sonrisas se las debo a atender precisamente a mi corazón. Creo que es mucho más inteligente que el resto de mi persona.

¿Me haces un regalo?